El diputado electo y expresidente del CONICET, Roberto Salvarezza, habló con TSS sobre la reconfiguración del escenario político después de las elecciones. Dice que el Gobierno ignora que hay un plan vigente de ciencia y tecnología, área en la que considera que continuará el recorte presupuestario.
Agencia TSS — Roberto Salvarezza fue presidente del CONICET y renunció en diciembre de 2015, cuando Mauricio Macri asumió la presidencia, por considerar que no estaba garantizada la continuidad de las políticas de ciencia y tecnología. Junto con otros colegas conformó el grupo Ciencia y Técnica Argentina (CYTA) para denunciar la progresiva desinversión en el área. Además, fue elegido por sus pares para integrar el directorio del CONICET, pero hace más de un año espera que el Ejecutivo haga efectivo su nombramiento.
Su militancia lo llevó también a postularse y ser electo diputado nacional por Unidad Ciudadana, el espacio liderado por la expresidenta y senadora electa Cristina Fernández. En diálogo con TSS, Salvarezza habló sobre la gestión del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva (MINCYT), la situación del sistema científico— a la que considera crítica— y sobre cómo se reorganizará la oposición a partir del nuevo escenario que dejaron las elecciones legislativas.
El presupuesto para ciencia propuesto por el Ejecutivo para 2018 vuelve a presentar un recorte. En el Congreso se han presentado durante este año diversos proyectos de ley que proponen un aumento progresivo de la inversión en el área y uno de ellos logró media sanción en el Senado. ¿Qué posibilidades tienen estas iniciativas?
La situación presupuestaria para el área de ciencia y tecnología está complicada. Efectivamente, vuelve a haber un recorte. En 2015, el presupuesto asignado para la función ciencia y técnica (el último elaborado por el kirchnerismo) representó el 1,5% del total del presupuesto nacional. En 2016, primer año de Cambiemos, se asignó el 1,4%, y este año bajamos a 1,22%. Hay que tener en cuenta que la función Ciencia y Técnica comprende todos los organismos del Estado en el área, no solo el CONICET. La discusión de este presupuesto en el Congreso se hace bajo la luz de la propuesta de ley del senador Omar Perotti, que obtuvo media sanción y que propone incrementar esa fracción, para pasar del 0,38% del PBI actual al 3% en 2030. El proyecto solo fue rechazado por los nueve senadores de Cambiemos. También había propuestas similares que venían de Diputados, como la de “Wado” de Pedro, pero no han conseguido la media sanción. Vamos a convocar a la comunidad científica para que participe activamente de esta discusión, como lo viene haciendo, para apoyar la propuesta de Perotti, que ahora está en la Comisión de Presupuesto de Diputados. Ahí Cambiemos tiene mucho peso, así que habrá que dar batalla.
¿Es posible su aprobación en el escenario actual, teniendo en cuenta que Cambiemos se ha fortalecido en el Congreso?
Creo que el resultado de las elecciones no va a incidir demasiado, porque, si bien han incrementado sus integrantes, no tienen mayoría. Me parece que si la oposición tiene la voluntad de juntarse y apoyar algo tan lógico como la inversión en ciencia y tecnología en el país, se podría aprobar la ley. No creemos que las elecciones vayan a cambiar radicalmente el panorama en el Congreso.
¿Qué consecuencias concretas se están viendo a raíz de la desinversión en ciencia y tecnología?
El primer problema es que no hay un rumbo en ciencia y tecnología. El Gobierno ignora el único plan vigente, Argentina Innovadora 2020. El propio ministro que lo gestionó ahora lo desconoce. La prueba concreta de ese desconocimiento es que muchos científicos no han podido continuar su carrera dentro de los organismos del Estado, como es el caso del CONICET, porque se ha dejado a la mitad afuera, algo que se va a repetir este año. El MINCYT está llamando a elaborar un plan para 2030 pero que va a estar en 2019, con lo cual vamos a varios años sin un plan. Tenemos dificultades para incorporar técnicos y lo mismo sucede con el personal administrativo, porque antes deben ser aprobados por el Ministerio de Modernización. También hay un plan de infraestructura congelado, el Plan Federal III, que se aprobó en 2015 para la construcción de 20 institutos. El Ministerio no ha empezado ninguna de esas obras. Todo el sistema científico está inmerso en una gran incertidumbre.
¿Qué piensan hacer respecto de leyes que están vigentes pero no se cumplen, como la de Producción Pública de Medicamentos (26.688) y la de Desarrollo de la Industria Satelital (27.208)?
Vamos a poner en tela de juicio la actitud del Ejecutivo de no cumplir con leyes vigentes y pediremos explicaciones. Si, en el caso de Arsat, se pretende avanzar en la firma del acuerdo con Hughes, vamos a oponernos porque se necesita la aprobación de dos tercios del Congreso.
¿Esto es resultado de la improvisación o de una política deliberada?
Hay una intención deliberada de achicar el sistema científico. La ciencia no es una prioridad para este Gobierno, que está decidido a comprar la tecnología en el exterior. Lo podemos ver en el caso de la Fábrica Argentina de Aviones (FADEA). Se acaban de comprar aviones Texan a Estados Unidos, con un gasto de 178 millones de dólares. Dicen que FADEA no puede fabricar el Pampa porque no hay demanda, cuando esos fondos se podrían haberse destinado a terminarlo, ya que tiene mejores prestaciones que los Texan. Con la producción pública de medicamentos pasa lo mismo: tenemos laboratorios capacitados para producir medicamentos y controlar los aumentos desmedidos en los precios, porque hubo un 100% de aumento en 22 meses de Gobierno de Cambiemos, pero no se está ejecutando. Creo que durante estos cuatro años se van a ir desmantelando todas las iniciativas científico-tecnológicas que llevó adelante el Gobierno anterior.
Usted fue presidente del CONICET y renunció cuando asumió Macri. ¿El escenario actual es el que imaginó entonces?
Sí, era lo que imaginaba. En ese momento eran presunciones pero creo que no me equivoqué. De todos modos, no renuncié para quedarme fuera de la discusión, sino porque no quería ser funcionario del Ejecutivo. Después me presenté a elecciones para integrar el directorio del CONICET y las gané hace 16 meses, pero el presidente de la Nación todavía no firma mi incorporación al directorio, lo que viola el funcionamiento democrático del organismo.
¿Y ahora que usted fue electo diputado cómo queda ese puesto?
Hasta que jure en diciembre no tengo ninguna restricción para ser nombrado como debería.
¿Qué argumentos le dieron para no efectivizar el nombramiento?
Han dado una serie de argumentos poco creíbles, como decir que es una demora administrativa, pero después de 16 meses esos argumentos no tienen sentido, esto es inacción del Gobierno para normalizar el directorio del CONICET.
Más allá de los logros del kirchnerismo en ciencia y tecnología, también hay aspectos que fueron y son criticados por miembros de la comunidad científica, como la precarización laboral de becarios, que no perciben descuentos jubilatorios ni aguinaldo. ¿Hicieron algo para mejorar su situación?
En junio de 2015, el directorio del CONICET mandó una propuesta a Jefatura de Gabinete que fue elaborada con los gremios y contemplaba que los becarios posdoctorales pasaran a ser contratados y tuvieran una estabilidad equivalente a un contrato durante el período de su actividad. Lamentablemente, no se pudo concretar pero mostró la voluntad del directorio de avanzar en esa dirección. Es un tema que quedó pendiente, pero se llegó a un acuerdo y a elaborar un documento. También se estaban tratando la estabilidad de los investigadores asistentes, aumentar la jubilación de los técnicos y la no restricción al ingreso por edad, que hace poco fue sancionada.
Si bien el kirchnerismo puso énfasis en desarrollar la industria nacional, también impulsó un modelo extractivista, desde el uso masivo de agroquímicos hasta la megaminería y el fracking. ¿No hubo una contradicción entre la idea de una ciencia soberana y la negociación con multinacionales cuestionadas, como Monsanto, Barrick y Chevron?
Desde el sistema de ciencia y tecnología hemos estado siempre a disposición de los entes del Estado que pedían información. En 2015, les propuse a los rectores de universidades la creación de un observatorio de agroquímicos para poder monitorear en tiempo real y con absoluta transparencia lo que estaba ocurriendo en el mundo sobre la aplicación de agroquímicos, que comprende el tema de agrotóxicos. Los rectores aceptaron, sobre todo los que están involucrados en la zona núcleo, como las universidades nacionales deLa Plata, el Litoral y Río Cuarto. Durante los cuatro años que estuve al frente del CONICET han salido numerosos artículos sobre los efectos de la presencia de agroquímicos en agua y alimentos, y los investigadores siguieron trabajando activamente en el tema. Hay que tener en cuenta que no somos autoridad de aplicación: somos la fuente de conocimiento que está a disposición del Estado. Por eso, cuánto más diverso sea el sistema científico, más útil es para el país. Una propuesta que me parece que habría que implementar por ley es que el Estado utilice el sistema científico-tecnológico, al cual mantiene, como principal consultor para la toma de decisiones, en vez de utilizar consultoras privadas que muchas veces tienen conflictos de interés.
¿Le parece que es posible lograr que el Gobierno se apoye en la ciencia cuando ha demostrado desinterés por su rol como eje del desarrollo?
Es muy difícil. Cambiemos apuesta a un modelo de ciencia de élite, privilegia que haya investigadores con mucha visibilidad internacional. Por otro lado, las pymes hoy están preocupadas por los tarifazos y las importaciones, con lo que será difícil que busquen en el sistema científico cómo mejorar la calidad de su producto cuando tienen otras necesidades más urgentes.
El Gobierno concentró más poder tras las últimas elecciones legislativas. ¿No cree que la oposición subestimó el poder de convocatoria de Cambiemos?
Considero que la buena elección que hizo Cambiemos está más relacionada con el microclima económico que montaron para ganar las elecciones, pero el ala dura de los economistas está exigiendo que vuelvan a su programa original de achicamiento del Estado y reducción del gasto público. Básicamente, son empresarios que saben de negocios, pero con un manejo estatal que ha sido zigzagueante. Se vio en decisiones que han tomado y en las que volvieron para atrás, como el 2×1, los tarifazos y la quita de las pensiones. Hay mucha improvisación, pero tienen claro su objetivo, tantean hasta dónde pueden llegar sin plantear discusiones. Ven el mundo privado como un paradigma: ponderan el emprendedorismo y el éxito individual por sobre el colectivo.
25 oct 2017
Temas: CONICET, Desarrollo, Inversión en ciencia y tecnología, MINCyT, Política científica y tecnológica, Presupuesto 2018