Chiaramoni: “Hay que apoyarse en la ciencia para decidir con criterio y soberanía”

La biotecnóloga e investigadora del CONICET en la Universidad Nacional de Quilmes también es comediante y disfruta de mezclar sus dos pasiones para comunicar ciencia. En esta charla con TSS, habla sobre su trabajo en el laboratorio, el humor y el machismo que enfrentan las mujeres científicas.

Por Nadia Luna  
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Agencia TSS – “Hay un científico que vivió en París entre 1820 y 1880 que se llamaba Paul Broca y descubrió que las mujeres somos menos inteligentes que los hombres. A ver, crack de la objetividad, ¿contame cómo hiciste? Parece que este Paul Broca un día cayó en una morgue, agarró cerebros de mujeres y cerebros de hombres. Los pesó y dijo: ‘En promedio, el cerebro de la mujer pesa 200 gramos menos que el cerebro del hombre, entonces la mujer nunca va a ser tan inteligente como el hombre’. ¡No tiene nada que ver con el peso del cerebro! De hecho, toda la mujer es más liviana que el hombre… Bueno, justo yo no, ¡pero hay un montón que sí!”.

Así cuenta Nadia Chiaramoni, durante una charla TEDx, una de las tantas justificaciones que se han esgrimido a lo largo la historia para decir que la mujer es inferior al hombre. Chiaramoni es biotecnóloga, doctora en Ciencias Básicas y Aplicadas e investigadora del CONICET en el Laboratorio de Biomembranas en la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ). Además de dar clases y trabajar con ratones, dedica sus días a su otra pasión: el stand up. A veces, mezcla todo lo que hace en un gran experimento y termina comunicando ciencia.

Alguna vez dijo que se dedica a tratar de mejorar el “narcotráfico” dentro del organismo. ¿En qué consiste?

Lo que hago es encapsular fármacos dentro de vesículas microscópicas llamadas liposomas, para lograr que los medicamentos lleguen de manera más eficiente al lugar que se quiere apuntar y no se pierda en otros tejidos, que es donde se dan los efectos secundarios. Actualmente, estoy trabajando con una estudiante de doctorado, Daniela Feas, en el mejoramiento de una terapia para la silicosis, a la que se conoce como “la enfermedad del minero”. Dentro de la mina, aspiran partículas de sílica y eso genera una respuesta inmune que hace que se formen una serie de granulomas en el pulmón. Con el tiempo, se juntan y dan como resultado un pulmón duro y fibrótico que no es eficiente para respirar.

¿Existe algún tratamiento?

No, la única solución es el trasplante de pulmón, porque aunque se saque la sílica del cuerpo esa reacción inmune se va a seguir dando. En Minas Gerais, en Brasil, hay un grupo con el que nosotros trabajamos que están estudiando en ratones una terapia basada en células madre. El principal problema que tienen es que no logran que el injerto celular se mantenga en el tiempo. En nuestro caso, estamos trabajando en llevar compuestos mucolíticos al pulmón de la manera más eficiente posible para hacerlo más permeable y que, cuando lleguen esas células madre con el objetivo de regenerar el tejido pulmonar, puedan injertarse más fácilmente.

¿Cómo lo hacen?

Usamos moléculas que son mucolíticas, es decir, que tienen la capacidad de disgregar el moco que recubre el pulmón, como los que uno consume habitualmente. Un aminoácido que usamos con ese objetivo es la cisteína. A esas moléculas las encapsulamos en liposomas, vesículas formadas por lípidos naturales o sintéticos capaces de encapsular diferentes compuestos, y que fabricamos a partir de lípidos que están presentes en el surfactante, una capa que recubre el pulmón. Esto permite que el mucolítico sortee mejor las barreras de defensa del organismo y llegue de manera más eficiente. En realidad, esto básicamente sería una terapia mucolítica, por lo que podría servir para otras enfermedades respiratorias. Por ejemplo, la proteína que usamos, la DNasa, se usa en fibrosis quística y es carísima. Quizás con esta terapia, al ser más específica, también se pueda disminuir la DNasa que se administra.

Chiaramoni busca encontrar una terapia efectiva contra la silicosis, o enfermedad de los mineros. "Una farmacéutica no va a invertir millones de dólares en curar la silicosis. Por eso, este tipo de investigaciones se tienen que encarar desde el Estado", afirma.
Chiaramoni busca encontrar una terapia efectiva contra la silicosis, o enfermedad de los mineros. «Una farmacéutica no va a invertir millones de dólares en curar la silicosis. Por eso, este tipo de investigaciones se tienen que encarar desde el Estado», afirma.

¿Qué resultados han obtenido hasta el momento?

Que es muy difícil… (se ríe). Está todo en pañales todavía. Cuando uno lleva las ideas a la práctica se encuentra con un montón de problemas. Pero así es la ciencia: se responde una pregunta y surgen veinte más. El experimento lo hacemos con los ratones del grupo de Brasil y lo que vemos es que cuando le administramos la formulación liposomal con mucolíticos y, a las seis horas, le inyectamos las células madre, el ratón mejora la mecánica pulmonar. En cambio, si administramos solamente los mucolíticos o las células madre, no la mejora tanto. Entonces, algo están haciendo los liposomas. Ahora estamos tratando de ver cómo está compuesta esa formulación, porque nosotros mezclamos cosas pero después hay que ver qué es lo que produce ese efecto.

¿Hay investigaciones en otros lugares del mundo sobre esta temática?

Lo que sucede es que esta enfermedad no le interesa a mucha gente de Europa, por ejemplo, porque la sufren los mineros de América Latina. Una farmacéutica no va a invertir millones de dólares en curar la silicosis. Por eso, este tipo de investigaciones se tienen que encarar desde el Estado.

¿Surgieron complicaciones a partir de los recortes presupuestarios en ciencia y tecnología?

Por ahora estoy usando lo que me queda de subsidios anteriores. Estoy gastando los últimos cartuchos y no sabemos qué va a pasar, porque la suba del dólar nos está matando. Salen subsidios por una determinada cantidad de pesos, tardan en adjudicarlos y al momento en que te lo dan esa plata no vale nada. Otra cosa que está pasando es que antes uno podía presentarse a un abanico de subsidios y ahora hay muchas restricciones. Hay menos oportunidades.

¿Esa preocupación sobre el futuro se traslada a los estudiantes?

Hay quienes entienden la relevancia del contexto político, pero también muchos otros que consideran que a la facultad se va a estudiar y nada más. Eso me preocupa porque creo que esos chicos van a terminar con un título pero con la formación incompleta. Por eso, cuando doy clases, trato de poner las cosas en contexto, sin bajada de línea política pero con mención al contexto histórico y político de tal o cual descubrimiento, o de lo que les costó a las mujeres científicas llegar adonde llegaron, como para que se vayan con una idea más completa sobre cómo se hace ciencia.

La ciencia también es política…

Me parece que lo estamos entendiendo cada vez más. Yo hice mi carrera científica en un contexto de buenaventura pero nunca vi un ministerio tomado. Nunca vi que un científico prefiriera salir de su laboratorio para quedarse a dormir en un ministerio. Y ni hablar de lo que pasa en el INTI, donde están acampando desde hace un mes.

¿Qué faltó mejorar, más allá del impulso que se le dio a la ciencia durante el Gobierno anterior?

Quizás faltaba articular más con las empresas, producir más, para que todo el sistema se autofinancie mejor. Por ahí se estaba empezando a hacer y no se llegó. También, articular más entre los ministerios.

 

Humor con perspectiva de género

Desde que se empezaron a entregar los premios Nobel hasta la actualidad, se dieron alrededor de 900: solo 50 fueron para mujeres. De esos 50, solo seis correspondieron a Química y Física. Y de esos seis, la mitad son de las mujeres Curie: dos de Marie, la madre, y uno de Irene, la hija. Que, por supuesto, tampoco la tuvieron fácil. Chiaramoni lo cuenta así en una de sus charlas:

-Si yo les digo ‘mujer científica’, ¿en quién piensan? ¡En Marie Curie! Descubrió la radioactividad a principios de 1900 y le dieron dos premios Nobel. ¡Dos! En una época en la que a las mujeres les daban ropa para lavar. Igual mirá que sociedad complicada la de la época: el primero se lo dieron compartido con su marido, Pierre Curie, y ella no pudo subir a recibirlo porque era mujer. Si yo soy Marie Curie, ¿sabés las cosas que le digo cuando baja del escenario? Pero no. ¿Qué hizo Marie Curie? Estuvo bien. Primero, agarró y enviudó. Después siguió laburando y ganó otro. Fue la primera persona en tener dos premios Nobel.

¿Por qué decidió hacer stand up?

Siempre fui de tomarme las cosas con humor. Había estudiado teatro pero no me entusiasmó demasiado. Después, encontré el stand up. A diferencia del teatro, no tenés la cuarta pared, sino que tenés que interactuar con el público y no interpretás un personaje, sino que sos vos misma. Eso me gustó mucho más, así que empecé a hacer stand up de mi vida, del estilo “tengo treinta y pico, soy soltera…”.

¿Cómo se cruzó el ejercicio del humor en el camino de la divulgación científica?

En el año 2014, el Programa de Popularización de la Ciencia del Ministerio de Ciencia organizó un curso de stand up para científicos, donde un comediante muy bueno, Diego Wainstein, nos enseñó técnicas de stand up, a la vez que divulgadores y periodistas científicos nos dieron otras herramientas para divulgar. Ahí aprendimos la diferencia entre el stand up convencional y el científico, porque en el convencional las cosas que decís tienen que ser verosímiles, pero no necesariamente verdaderas. En el científico, en cambio, tenés que decir la verdad, no podés perder el rigor científico en pos del humor. Después del curso, unos 16 participantes formamos un grupo que se llama Poper Stand Up Científico.

¿Dónde se presentan?

Donde sea que nos soliciten. Hacemos muchas funciones en colegios. También estuvimos bastante en Tecnópolis y en el Centro Cultural de la Ciencia, e incluso hicimos funciones en el exterior, como Uruguay y Ecuador. La semana pasada estuvimos en el INTI. Es todo autogestivo. La mayoría vienen de las ciencias biológicas, pero también tenemos gente de química, matemática y física. Por mi parte, sigo haciendo stand up convencional pero lo mezclo con divulgación porque hablo mucho de mujeres científicas.

En el año 2014, el Programa de Popularización de la Ciencia del Ministerio de Ciencia organizó un curso de stand up para científicos. Chiaramoni dice que, a diferencia del stand up convencional, donde lo que se cuenta ebe ser verosímil pero no necesariamente cierto; en el científico "tenés que decir la verdad, no podés perder el rigor en pos del humor".
En el 2014, el Programa de Popularización de la Ciencia del MINCYT organizó un curso de stand up para científicos. Chiaramoni dice que, a diferencia del stand up convencional, es importante no perder el rigor científico en pos del humor.

En una presentación contó que antes se usaba la excusa de que las mujeres teníamos el cerebro más liviano para decir que los hombres son más inteligentes. ¿Qué excusas se usan hoy para justificar el machismo en los laboratorios?

Que somos más sensibles, desequilibradas, locas. Suele suceder que cuando un hombre es director de un instituto no se duda de su capacidad para estar en esa posición. En cambio, la mujer que es directora de algo tiene que demostrar que está capacitada. También está ese prejuicio de que cuando trabajás con mujeres es un nido de víboras. Yo siempre trabajé con mujeres y jamás la pasé mal. Cuando necesité ayuda, siempre fue una mujer la que estuvo ahí. La maternidad también es algo que juega en contra muchas veces. Hasta tenés directores o directoras que te dicen ‘no te embaraces’.

Otra cosa que se ve mucho en seminarios y congresos es la cantidad de paneles conformados solo por hombres.

Claro, y eso también influye en los temas que se comunican. Hay temas que de los que no se habla tanto. Ahora justo está en boga el debate sobre la legalización del aborto, pero incluso ahí ves hombres hablando de por qué una mujer no debería abortar. ¡Y ni siquiera tienen útero! Habiendo tantas científicas referentes en el tema…

En épocas de ajuste, las mujeres suelen ser más perjudicadas por aspectos como la brecha salarial y la necesidad de dedicar más tiempo a tareas de cuidado, entre otros factores. En este contexto, algunos ya hablan de una nueva fuga de cerebros en la Argentina. ¿Está sucediendo?

La fuga de cerebros no solo implica irse a investigar a otro país sino también la pérdida de científicos que deben dedicarse a otra cosa. En el laboratorio tenemos una investigadora, Caro, que hace unas tortas hermosas. Y si la situación apremia, esa va a ser su “salida”. Siempre se escucha decir que ‘hay que apoyar a la ciencia’ y no, lo que hay que hacer es apoyarse en la ciencia para decidir con criterio y soberanía. Es una lástima tener profesionales formados por el Estado y que esos recursos se pierdan. Las tortas de Caro son geniales pero yo la prefiero como investigadora.

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