Salud con perspectiva de género

Interrupción legal del embarazo, educación sexual integral, tratamiento hormonal y cirugías para personas trans son algunos de los temas relevantes a la hora de pensar en una atención sanitaria con perspectiva de género, una deuda pendiente del sistema de salud en la Argentina.

Por Vanina Lombardi  
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Agencia TSS – Al igual que otros sectores de la sociedad, el sistema médico también se ha construido sobre pilares patriarcales, basados en una enseñanza dirigida inicialmente a médicos varones, con bibliografía igualmente producida por hombres. Si bien esto ha ido cambiando, todavía hoy la falta de una perspectiva de género en la salud lleva a que las mujeres tengan menos probabilidades que los hombres de recibir RCP en público, ya sea porque no se sospecha un ataque cardíaco o por pudor de tocarle los senos. Pero pensar en una atención de la salud con perspectiva de género va más allá, incluye eliminar la violencia obstétrica que muchas mujeres han denunciado recibir durante el parto, evitar que toda mujer embarazada sea felicitada por los profesionales de salud ya que puede tratarse de embarazos no deseados y repensar los modos de dirigirse a jóvenes y adolescentes al hablar sobre identidad y riesgos en la sexualidad.

“Pensamos en la perspectiva de género como un devenir, un camino de deconstrucción”, dijo Damian Supply, psicólogo especializado en salud mental pediátrica, durante una jornada de reflexión y debate sobre salud y género destinada a profesionales de la salud organizada por el Grupo Autogestionado de Género y Salud (GAGeS) del Hospital Italiano de Buenos Aires (HIBA). Supply se refirió a su experiencia en talleres sobre Enseñanza Sexual Integral (ESI) que ofrecen en dicha institución, destinados a madres, padres y tutores que deseen adquirir herramientas para abordar estos temas. “Consideramos a la ESI como un tránsito y un camino del equipo de prevención. Hoy los desafíos están a nivel contextual, muchos niños y niñas necesitan un diálogo intergeneracional”, subrayó el especialista, que coordina los talleres sobre adolescencia, aunque aclaró que también le interesa abordar una perspectiva de género desde lo relacional, además de que ofrecen, en el día de día de la atención clínica, un espacio para que los propios participantes puedan llevar dudas sobre lo que les está pasando.

“La adolescencia es un momento de exploración, los jóvenes exploran los márgenes y viven transgrediendo lo permitido. Se consolida la identidad en sentido amplio, no solo sexual, van viendo sus competencias y potencialidades y se consolida la identidad, la autonomía y el proyecto de vida”, afirmó Alfredo Eymann, médico pediatra del HIBA, y sostuvo que, teniendo eso en cuenta, están investigando comportamientos vinculados con la sexualidad adolescente, entre los que detectaron que en muchos casos el sexo de nacimiento no coincide con la identidad de género o que no está definida. Por eso, “preguntarle a un niño que nació varón si tiene novia, por ejemplo, afecta su salud, hoy ya no lo preguntamos así”, ejemplifica el especialista y detalla que, de acuerdo con datos epidemiológicos que están recolectando, el 5% de los adolescentes tenían dudas sobre si su género correspondía con su sexo biológico, mientras que el 26% manifestó no ser heteronormativo, el 28% de los adolescentes dijo haber sentido deseo alguna vez hacia una persona de su mismo sexo, el 22% no ha tenido deseo de ningún tipo, el 40% ha dado besos en la boca a personas del mismo sexo y el 4% ha tenido sexo con personas del mismo sexo.

En el Hospital Italiano de Buenos Aires se llevó a cabo la jornada de reflexión y debate sobre salud y género destinada a profesionales de la salud, que fue organizada por el Grupo Autogestionado de Género y Salud (GAGeS).

Otra de las problemáticas vinculadas con el género tiene que ver con la violencia, que muchas veces es naturalizada por mujeres jóvenes y adultas. Al respecto, profesionales del Centro de Medicina Familiar y Comunitaria San Pantaleón diseñaron e implementaron un dispositivo para la sensiblización de la violencia en parejas adolescentes del Bajo Boulogne, en el conurbano bonaerense, adonde está ubicado el centro. “La violencia de género se produce por la desigualdad de esterotipar conductas de hombres y mujeres, pero son una construcción social y un fenómeno cultural que se construye desde la infancia y pueden deconstruirse”, dijo Natividad Burdisso, especialistas en Medicina Familiar y Comunitaria de dicho centro, y afirmó que están trabajando esta problemática desde la prevención con los más pequeños.

ILE: la salud entre grises

Según datos de la Secretaría de Salud, el 13,6% del total de los nacimientos del año 2017 fueron de madres adolescentes, el 0,4% correspondieron a menores de 15 años y el 13,2% fueron madres de entre 15 y 19 años. Estas cifras no incluyen los embarazos adolescentes que no llegan a término y, de acuerdo con estadísticas oficiales de la Secretaría de Salud, se estima que en la Argentina se realizan entre 370.000 y 522.000 interrupciones de embarazo por año, aunque esos números son aproximaciones, ya que se trata de una práctica mayoritariamente clandestina, lo que impide contar con datos precisos.

“Trabajamos con una estrategia de acompañamiento de adolescentes embarazadas cuando deciden interrumpir el embarazo, para que no accedan a un aborto inseguro. Es lo que se llama reducción de riesgos y daños, que consiste en tener varias entrevistas previas de asesoramiento para la toma de la decisión”, explicó Valeria Mulli, médica pediatra del HIBA, y detalló que uno de los momentos más incómodos que las adolescentes suelen mencionar es el momento de hacerse la ecografía de control: “Es difícil de atravesar para ellas, no solo por ver las imágenes sino también por comentarios que a veces les hacen los técnicos”, ejemplificó la especialista y afirmó que, como parte de la estrategia, ofrecen información sobre cómo es el procedimiento y, en caso de que la joven decida interrumpir el embarazo, hacen los controles necesarios para evitar riesgos de salud y las asesoran en la elección de un método anticonceptivo.

Incluso cuando la ley lo avala existen zonas grises para los profesionales de salud que deben determinar si las causales para la interrupción de un embarazo están incluidas en la legislación o no.

“Tratamos de que no elijan el mismo método anticonceptivo que utilizaban antes del embarazo, aunque en nuestro trabajo muestra que tienden a elegirlo”, agregó Mulli, que es especialista en adolescencia, en referencia a datos que están recolectando a través de una investigación que están elaborando con Mónica Gogna, que es socióloga e investigadora del CONICET, para la cual están entrevistando a adolescentes de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires que hayan interrumpido algún embarazo. El estudio busca determinar aspectos como el proceso de decisión, qué facilidades y dificultades encontraron y cuál fue el asesoramiento. “La idea es que esto ayude al próximo debate legislativo, que sea una evidencia científica que muestre, por ejemplo, que no se necesitan quirófanos ni le quitan un turno a personas con cáncer, que esto lo hacen en el hogar, generalmente acompañadas, y que no lo van a dejar de hacer porque no sea ley”, subrayó Mulli.

Incluso cuando la ley lo avala existen zonas grises para los profesionales de salud que deben determinar si las causales para la interrupción de un embarazo están incluidas en la legislación o no. Actualmente, el aborto no punible es una opción para las mujeres que hayan sufrido una violación (incluidas las relaciones no consentidas dentro de un noviazgo o matrimonio), cuando pone en riesgo la vida y/o la salud física, psíquica y/o social de la mujer. “El problema es quién decide y ahí aparece el poder del médico, el temor y la ambivalencia”, dijo la médica de familia Daniela Epstein, que en 2016, junto a colegas de ginecología, pediatría, obstetricia, medicina familiar, clínica médica y del comité de bioética del HIBA formaron el denominado Grupo ILE, que busca asesorar a las mujeres que lo necesiten, para facilitar el proceso y evitar riesgos, para lo cual cuentan con el asesoramiento de un abogado referente en el tema.

“Los conflictos principales son si hacer la receta o no, adónde se va a comprar el misoprostol, si tendrá cobertura del 100% o no. Para los médicos, la principal angustia o temor tiene que ver con esa franja de grises, pero no debería ser así, porque entonces depende de qué medico le toque a la mujer para que la acompañe más o menos en ese proceso”, lamenta la especialista y explica que en la ciudad de Buenos Aires, cuando no están 100% seguros de hacer la receta o si la paciente no puede comprar el medicamento por sus propios medios, la derivan a los centros de salud públicos que suelen tener “una mirada mucho más amplia de las causales sociales y de salud mental”. El problema en esos casos es que, por lo general, están saturados de consultas.

Por todo esto no solo es importante que se actualice el protocolo para llevar adelanta la ILE, tal como se comprometió a hacer Ginés Gonzales García tras conocerse su designación como ministro de Salud, sino también continuar con el debate por una ley de interrupción voluntaria del embarazo. “La ley es fundamental, pero también hay que acompañarla con un trabajo más largo y profundo, que es la capacitación a los equipos de salud y a los estudiantes que se están formando”, concluyó Epstein.

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