Macroeconomía, género y pandemia

Economistas del espacio Paridad en la Macro realizaron una serie de charlas virtuales donde hablaron sobre la situación económica de la Argentina: la caída de la industria, el panorama energético y la posibilidad de aprovechar la coyuntura para plantear un nuevo modelo productivo.

Por Nadia Luna  
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Agencia TSS – ¿Dónde están las economistas? ¿Qué tienen para decir de la macroeconomía en esta pandemia? Con esas preguntas como disparadores, integrantes del espacio Paridad en la Macro disertaron sobre la situación macroeconómica de la Argentina en tiempos de pandemia. A lo largo de cinco charlas breves transmitidas este miércoles 29 por un vivo de Instagram (@paridadmacro), con la moderación de la periodista Estefanía Pozzo, las economistas abordaron diversos aspectos como la caída de la industria, el panorama energético y la posibilidad de aprovechar la coyuntura para plantear otro modelo económico, menos extractivista y más compatible con la vida y el ambiente.

La economista Lucía Cirmi Obón fue la encargada de presentar a Paridad en la Macro, un espacio que reúne a economistas mujeres de distintas especializaciones que se juntan para discutir sobre macroeconomía. TSS estuvo presente en la primera reunión del espacio, que se realizó en septiembre de 2019. “Esto que parece un hecho muy simple, para nosotras es un acto político tremendo porque las decisiones y las opiniones en este ámbito siguen estando masculinizadas. La primera pregunta que hay que hacerse es por qué no estamos. Hay varios factores, como la distribución desigual en las tareas de cuidado o el hecho de que, cuando nos llaman para hablar es sobre temas más sociales, como género y pobreza, pero no de cuestiones macro”, indicó.

Cirmi sostuvo que las mujeres pueden aportar perspectivas diversas dentro de la economía y enriquecer así la construcción de conocimiento y la elaboración de políticas públicas. “Hay importantes falencias en el ámbito económico que tienen que ver no solo con las decisiones que se toman, sino también con la forma en que se comunica. Muchas veces, las cuestiones económicas parecen estar planteadas de forma difícil adrede, para que quienes deciden sigan siendo los mismos de siempre. Este contexto de pandemia nos da más impulso porque nos muestra todas las preguntas que tenemos que hacernos y los roles que tenemos que ocupar para volver a poner a la economía al servicio de la gente”, afirmó.

Paridad en la Macro es un espacio que reúne a economistas mujeres de distintas especializaciones que se juntan para discutir sobre macroeconomía. TSS estuvo presente en la primera reunión del espacio (foto), que se realizó en septiembre de 2019.
Paridad en la Macro es un espacio que reúne a economistas mujeres de distintas especializaciones que se juntan para discutir sobre macroeconomía. TSS estuvo presente en la primera reunión del espacio (foto), que se realizó en septiembre de 2019.

Posteriormente, la economista Lucia Pezzarini se refirió a la situación macroeconómica en la Argentina y el mundo. A nivel global, y en palabras del Fondo Monetario Internacional, se trata de la peor crisis mundial desde la Gran Depresión (1929). Para hacer frente a la propagación del coronavirus, los países han tenido que tomar medidas muy estrictas como la implementación del aislamiento obligatorio, que hizo que la mayor parte de la actividad productiva se frenara. Según la experta, en el mejor escenario, se espera que la economía mundial caiga alrededor de un 3%, pero ese porcentaje podría llegar a ser el doble.

“En la Argentina, el principal desafío que tenía el Gobierno nacional era la renegociación de la deuda, que ahora se está retomando, pero que se vio superado por la coyuntura. Además, hay que tener en cuenta que venimos de dos años de recesión, con una inflación cercana al 50% e inestabilidad cambiaria. Tenemos el mismo PBI que en 2011 y el mismo PBI per cápita que en 2007. Entonces, partimos de una base compleja que limita la capacidad para hacer política y paliar los efectos de una cuarentena estricta”, sostuvo Pezzarini.

Por eso, el Gobierno nacional implementó dos grandes grupos de medidas. El primero tiene que ver con proteger a los sectores de la población que, al no poder trabajar, no tiene garantizado ningún tipo de ingresos. Esto incluye a trabajadores informales, desocupados y cuentapropistas, que suman alrededor de 10 millones de trabajadores: nada menos que un cuarto de la población. El segundo paquete de medidas está dirigido a evitar una quiebra masiva de empresas, como el programa de créditos a tasa subsidiada o el de asistencia al trabajo, por el cual las empresas pueden solicitar subsidios para pagar salarios.

“Uno de los problemas estructurales que impide que este tipo de medidas funcione bien es que las empresas que más necesitan un crédito son las más imposibilitadas de pedirlo porque no cumplen los requisitos que piden los bancos. También está el problema de que va a ser difícil liberar la cuarentena en los grandes centros urbanos, que son los que más participación tienen en el PBI. Otro problema estructural es que el país no tiene un colchón fiscal previo que permita otorgar más estímulos. Hay que tener en cuenta que estas medidas se están financiando con emisión monetaria, por lo que cada mes de cuarentena implica un gasto extraordinario enorme”, explicó la economista.

Industria, ciencia y energía

En el caso de la industria, la pandemia sumó dificultades a un escenario que ya era complicado: hace 21 meses que este sector de la economía está en caída. Esto se traduce en un deterioro de poder adquisitivo de la población y una pérdida importante de empleo registrado en un sector que, además, está entre los que pagan salarios más altos. “Según un informe de la Unión Industrial Argentina, debido a la emergencia sanitaria la industria está produciendo un cuarto de lo que podría producir. En marzo, cayeron todos los sectores industriales. Los que menos caen son alimentos y químicos porque son los rubros esenciales, pero otras áreas están produciendo la mitad de lo que producían el año pasado. Los más perjudicados son los sectores de papel y cartón, textil, madera y muebles, y servicios informáticos”, contó la economista Agustina Gallardo.

"Cuando nos llaman para hablar es sobre temas más sociales, como cuestiones de género y pobreza, pero no de cuestiones macro”, dijo Cirmi Obón.
«Cuando nos llaman para hablar es sobre temas más sociales, como cuestiones de género y pobreza, pero no de cuestiones macro”, dijo Cirmi Obón.

La especialista indicó que el contexto de pandemia es una buena oportunidad para reorganizar el tejido productivo del país y fortalecer los sectores estratégicos. “La Argentina tiene un sistema científico-tecnológico importante que, si bien fue muy golpeado en los últimos años, es clave fortalecerlo y mejorar su articulación con el entramado productivo para poder tener una industria más competitiva. En un contexto en el que se empiezan a cerrar los mercados, es fundamental tener soberanía tecnológica en vez de ser un mero consumidor de tecnología. Esto se evidencia también en el área de insumos médicos. Durante mucho tiempo se pensó que era más eficiente comprarlos en el extranjero y ahora el Estado está yendo a buscar a empresas textiles para reanudar esa producción porque son bienes escasos en el mundo”, remarcó Gallardo.

Por su parte, la economista Florencia Balestro abordó el tema de energías, un sector estratégico y transversal. “Debido a la paralización de la actividad económica, hay una brecha muy grande entre la oferta y la demanda de combustibles. El problema es que, por un lado, la producción de hidrocarburos no se puede cortar y reanudar tocando una perilla. Tomar la decisión de continuar o no con un pozo petrolero implica evaluar el costo que tendrá reanudar su producción. Por otro lado, los países ya no tienen lugar para almacenar el petróleo. En la Argentina, las petroleras están tomando diversas decisiones. Algunas tratan de exportar la producción de crudo, otras alquilan barcos para almacenarla en el mar y otras están tratando de liquidarla ofreciendo descuentos”, contó Balestro.

A su vez, la economista se refirió a las oportunidades que brindan las energías renovables y la posibilidad de un acuerdo verde en Argentina (Green New Deal). “Tener un modelo de desarrollo basado en commodities, como la soja o Vaca Muerta, afecta la capacidad de crecimiento a largo plazo. En materia de soberanía energética, las renovables tienen mucho que aportar si se las trata como un sector que tenga desarrollo local e impacte en las economías regionales. También hay que pensar si cuando pase la pandemia y volvamos a prender las máquinas, tendremos la capacidad para alcanzar la demanda o si habrá que volver a importar combustibles. Creo que las renovables pueden acolchonar eso y ahorrarnos divisas al momento de volver a generar energía”, consideró.

Pensar otro modelo económico

La última disertación estuvo a cargo de la economista Corina Rodríguez Enríquez, especialista en economía del trabajo, quien planteó que el contexto de pandemia es un momento propicio para pensar en la construcción de otro modelo económico. “Se habla mucho de cuándo volveremos a la ‘normalidad’ pero lo que tenemos que plantearnos es volver a otra normalidad, porque la que teníamos es parte del problema. El sistema económico, tal como venía funcionando, es un sistema extractivista que no solo extrae nuestros recursos naturales, sino también nuestro tiempo, nuestro trabajo y nuestro sistema financiero. El desafío es pensar cómo podemos ir hacia otro modelo, que nos aleje de ese extractivismo y nos acerque a la sostenibilidad de la vida”, afirmó.

"El desafío es pensar cómo podemos ir hacia otro modelo, que nos aleje de ese extractivismo y nos acerque a la sostenibilidad de la vida”, sostuvo Corina Rodríguez Enríquez.
«El desafío es pensar cómo podemos ir hacia otro modelo, que nos aleje de ese extractivismo y nos acerque a la sostenibilidad de la vida”, sostuvo Corina Rodríguez Enríquez.

Para la economista, una parte de esta construcción implica cambiar la noción de progreso económico y la forma de medirlo, que es a través del crecimiento. “El crecimiento económico conlleva, en un modelo como el actual, menores salarios, más desocupación y más precarización. Sería bueno empezar a medir el progreso en términos de si podemos vivir mejor”, indicó. A su vez, señaló que pensar en otro modelo productivo también implica revisar los patrones de consumo y que el contexto de la pandemia puso en evidencia que se puede vivir consumiendo mucho menos de lo que algunos sectores de la población venían consumiendo.

“Hay una construcción simbólica en torno al consumo que tiene que ver con el consumo como patrón de status. Esta situación también nos ha llevado a revalorizar algunas formas de intercambio que estaban más despreciadas, como sucede con el comercio de proximidad. Creo que es una oportunidad para pensar una estructura donde quienes producen estén mucho más cerca de quienes consumen. Eso reduciría la demanda de energía, de transporte y de otros elementos que deterioran nuestras condiciones de vida. También nos lleva a pensar como reorganizar el trabajo y el tiempo, ya que se evidencia más el difícil balanceo entre trabajo remunerado y de cuidado. Un nuevo modelo económico se tiene que apoyar en otra organización del cuidado”, remarcó.

Finalmente, Rodríguez señaló que otra cuestión clave es ir hacia una distribución de ingresos más equitativa. “A partir de esta coyuntura, las políticas públicas están ejerciendo un rol de distribución mucho más potente, que parecía impensado hace unos meses atrás. También es interesante la pregunta sobre quién paga la crisis. El impuesto a la riqueza que se está planteando debería ser una dimensión estructural del nuevo modelo. Pero no solo a la riqueza individual, sino también a las ganancias de las empresas, incluyendo a las corporaciones internacionales, los flujos financieros ilícitos y las guaridas fiscales. Para que eso suceda, se necesita de la cooperación internacional. Gravar a los grandes ingresos es un elemento esencial para empezar a romper los nodos de reproducción de desigualdad”, concluyó.

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