Ventajas de la energía solar térmica

El especialista Alejandro Haim sostiene que la Argentina es uno de los mejores lugares del mundo para aprovechar el calor del sol, pero no hay desarrollo local de la tecnología necesaria.

Nadia Luna  
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Agencia TSS – Gracias a su diversidad de climas y recursos naturales, la Argentina cuenta con un gran potencial para desarrollar distintas fuentes de energías renovables (ER). Pero, ¿cuál conviene más y por qué? Alejandro Haim, magíster en Energías Renovables de la Universidad Tecnológica Nacional (UTN), habló con TSS sobre las ventajas de la energía solar térmica y su viabilidad tecnológica.

Este recurso renovable puede utilizarse para producir energía eléctrica a gran escala a través de centrales termoeléctricas, que concentran los rayos del sol a temperaturas de entre 200 y 565 grados. La energía es utilizada para calentar un fluido y generar el vapor que pondrá en marcha una turbina acoplada a un generador eléctrico que inyectará energía a la red. “La Argentina es uno de los mejores lugares del mundo para instalar estas centrales, junto con el desierto del Sahara, parte de los desiertos de Chile, Australia y Estados Unidos, y parte de España”, indica Haim.

La Central Gemasolar utiliza la tecnología de campos de heliostatos y torre receptora (Gentileza A. Haim)

Existen distintos tipos de tecnologías para concentrar los rayos solares. Entre las más desarrolladas están la cilindroparabólica y los campos de heliostatos con torre receptora. La primera refleja los rayos del sol a través de espejos curvados y puede llegar a una temperatura de hasta 400 grados. En la segunda, los espejos están distribuidos alrededor de una torre que absorbe la radiación solar que éstos reflejan. Con esta tecnología se consiguen mejores rendimientos que con la anterior, porque permite colocar más espejos en una misma superficie y calentar el fluido que circula por el receptor hasta 565 grados.

Ambas cuentan con una gran ventaja envidiada por otras ER, como la solar fotovoltaica o la eólica: se puede almacenar la energía en forma térmica mediante sales fundidas. El especialista explica que al evaluar los costos de las ER, es fundamental tener en cuenta la disponibilidad durante todo el año (por ejemplo, no tener que depender de que haya sol o viento) y la posibilidad de despacharla según los picos de demanda. Haim también compara esta ventaja con la energía nuclear: “La nuclear genera potencia constante, porque no conviene generar menos potencia de la que da el reactor. Aparte, no se puede parar y encender una central nuclear de inmediato, excepto que sea una emergencia”, dice.

El ingeniero lamenta que “hace unas décadas, en la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) se había instalado la tecnología cilindroparabólica. Pero, por cuestiones políticas y económicas, se desmanteló. La Argentina venía haciendo punta en ese campo, pero se vino todo abajo”. Como parte de su tesis de maestría, Haim realizó un estudio para definir zonas del país con potencial para la ubicación de plantas solares termoeléctricas de torre central. Las provincias más aptas resultaron San Juan, La Rioja, Mendoza y San Luis, en ese orden de importancia. Si bien la que cuenta con mayor radiación solar es Salta, no permite poner plantas de gran potencia debido a las irregularidades del terreno y a que hay lugares donde no llega la energía eléctrica ni el agua.

Actualmente, la energía solar aporta apenas 5 de los 28.330 megavatios que conforman la matriz eléctrica argentina, lo que representa un ínfimo 0,02 por ciento y está instalado en San Juan. Si se tienen en cuenta también los sistemas aislados, no solo aquellos conectados a la red, la potencia solar instalada es de 17 megavatios.

“En la Argentina, todavía no hay ninguna planta instalada. Hay países que instalan la planta y se encargan de la operación y el mantenimiento los primeros cinco años. Las centrales fotovoltaicas tampoco son fabricada acá, al igual que la mayoría de los molinos eólicos instalados, ya que hay solamente dos empresas locales que los fabrican”, explica Haim. Y concluye: “La Argentina no tiene desarrollo tecnológico en este tema para autoabastecerse. Lo tiene que comprar afuera y le sale más caro”.