El rol de los actores sociales y las relaciones de poder entre ellos es clave en la adopción de nuevas tecnologías. Un relevamiento sobre proyectos energéticos alternativos revela datos y ejemplos para el diseño de políticas públicas.
Agencia TSS – La producción primaria energética en la Argentina proviene principalmente de fuentes de combustible fósil. Según datos de la Secretaría de Energía, el gas natural representa casi el 55 % y el petróleo alrededor del 35 %, lo que suma el 90 % de las fuentes de combustible utilizadas por los distintos sectores de consumo, ya sean industriales o residenciales.
En busca de generar alternativas de producción energética, durante los últimos años se han comenzado a implementar iniciativas públicas y privadas con diferentes grados de adopción y éxito, como el Proyecto de Energías Renovables en Mercados Rurales (PERMER), que se propone abastecer de electricidad a hogares rurales y servicios públicos de todo el país que estén fuera del alcance de los centros de distribución. Otra fue el proyecto PROBIOMASA, que fue diseñado con la intención de promover la producción de energía térmica y eléctrica derivada de biomasa, no solo para incrementar el suministro de energía limpia, sino también “para abrir nuevas oportunidades agroforestales, estimular el desarrollo regional y contribuir a mitigar el cambio climático”.
Para poder conocer el estado actual en la adopción de estas y otras iniciativas que involucran el uso de energías renovables y poder diseñar nuevas políticas públicas que las promuevan y mejoren su implementación, la Fundación YPF y el CONICET financian un relevamiento en las distintas regiones de la Argentina, mediante un Proyecto de Investigación Orientado (PIO) denominado “Energías renovables en Argentina: visiones y perspectivas de los actores sociales. Hacia un análisis integral de los sistemas tecnológicos sociales, desarrollo productivo y sustentabilidad socio-ambiental”.

“Una vez que hayamos relevado todas las regiones, tendremos un panorama general de lo que está pasando con las distintas energías y podremos definir lineamientos y recomendaciones a nivel nacional”, afirmó la directora del proyecto, Judith Franco, que es investigadora de la Universidad Nacional de Salta y del Instituto de Investigaciones de Energía No Convencional (INENCO), durante las Terceras jornadas de estudios sobre ciencia, tecnología y sociedad: políticas y estrategias para el desarrollo inclusivo y Primer workshop internacional sobre energías renovables y procesos de desarrollo sustentable, que se desarrolló en la Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo (UMET), en la Ciudad de Buenos Aires.
Según Franco, “el proyecto comenzó hace un año y finaliza a mediados de 2016, pero a fin de año esperamos tener todo relevado y sistematizado para empezar a trabajar en recomendaciones, conclusiones y políticas”.
Su colega Santiago Garrido, investigador del Instituto de Estudios sobre la Ciencia y la Tecnología de la Universidad Nacional de Quilmes (IESCT-UNQ), compartió algunas experiencias del trabajo de campo, del que surgen algunas consideraciones a destacar, como el rol clave de los actores sociales para el éxito en la adopción de nuevas tecnologías.
Tal fue el caso en San Isidro, Iruya, al noroeste de Salta, adonde mediante un programa de INENCO se instalaron, entre otras tecnologías, cocinas y calefones solares para un centro comunitario, y un aerogenerador que fue colocado en el mismo cerro adonde está el cementerio. Los investigadores encontraron que no hubo un seguimiento posterior del proyecto y el aerogenerador apareció roto cuesta abajo por motivos que aún no quedan claros, ya que algunos afirman que fue el viento mientras que otros piensan que pudo hacer sido producto del lugar adonde estaba ubicado. Por el contrario, lo que sí sigue siendo cuidado y utilizado son las duchas comunitarias con agua caliente que usan energía solar. “No era lo más importante, pero después de 10 años es lo único que está funcionando. Fue el éxito del proyecto y vale la pena decirlo porque nadie lo hubiera pensado, y esto hace a la discusión de cómo se encaran los proyectos”, destaca Franco.

Otro caso similar ocurrió en Amaicha del Valle, en Tucumán, adonde una ONG logró instalar cocinas solares para un colegio, para reemplazar el uso de leña. Según Garrido, basaron la implementación en la capacitación, generaron material didáctico y talleres con padres, docentes y alumnos. Sin embargo, el proyecto fracasó porque el tiempo de cocción que requería este artefacto no coincidía con los horarios de la cocinera. “Hay una serie de elementos que no se tuvieron en cuenta, ni en el origen ni en el proceso”, reflexiona el especialista. Y agrega: “El proyecto dice que la tecnología está validada, pero no está validada gremialmente con la cocinera, ni está validada en términos de los horarios escolares, porque podrían cambiar el horario de la escuela, pero eso requiere otro tipo de negociaciones que no se consideraron”.
Carlos Discoli, investigador del CONICET y del Instituto de Investigaciones de Políticas del Ambiente Construido de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de La Plata (FAU-UNLP), dice que “hay aparatología madura, pero no tecnología madura” y coincide en la necesidad de tener en cuenta a la diversidad de actores que intervienen y son afectados en cada implementación y destaca que es crucial la búsqueda de la eficiencia energética.
Otro factor importante en el éxito de estas implementaciones, que se puso de manifiesto durante el relevamiento, según detallaron los investigadores, son las relaciones de poder entre los diferentes actores sociales locales y la falta de articulación entre políticas, por ejemplo entre las energéticas con las industriales y las de urbanismo y construcción de viviendas.
“El proceso del cambio tecnológico se da en un marco de alianzas socio-técnicas con elementos diversos: tecnológicos, sociales, culturales, económicos y regulatorios que entran en pugna”, destaca Garrido. Y concluye: “La solución tecnológica no se reduce al artefacto. El sistema que se va a implementar y la forma de hacerlo muchas veces tienen elementos que no son estrictamente tecnológicos en términos materiales”.
13 ago 2015
Temas: Biomasa, Energía, Energías alternativas, Energías renovables, INNENCO, PERMER, UMET