“Los grandes programas estatales son los que desarrollan la industria”

Eduardo Dvorkin habló con TSS de su experiencia como director del Centro de Investigaciones Industriales de Tenaris y evaluó los procesos que hoy buscan incorporar tecnología local al sector productivo.

Matías Alonso  
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En su desempeño durante 22 años como investigador y director en el Centro de Investigaciones Industriales (CINI) de Tenaris (grupo Techint), Eduardo Dvorkin tuvo la difícil tarea de traducir la lógica del empresariado a la de los investigadores, y viceversa. Doctor en ingeniería por el Massachusetts Institute of Technology (MIT), especialista en modelado computacional para la industria, hoy tiene su propia consultora SIM&TEC, es profesor de ingeniería en la UBA y trabaja en la puesta en marcha del Centro de Simulación Computacional del Polo Científico Tecnológico del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Nación. En charla con TSS, Dvorkin reflexiona sobre los tópicos más arduos que hoy enfrentan los procesos de incorporación de tecnología local al sector productivo.

TSS – ¿En sus tiempos de director del CINI, cómo articulaba la lógica de las actividades de I+D con las lógicas empresarias?

La relación entre el grupo de investigación y la empresa es muy tensa. Es muy tensa por dos motivos: los científicos éramos siempre sospechosos para la industria. Sospechaban que estábamos siguiendo nuestra propia agenda, que estábamos interesados en nuestras propias publicaciones, en nuestro mundo y que estábamos usando la industria para satisfacer nuestra vanidad como científicos. Por otro lado, les dábamos resultados impresionantes en el sentido de que Tenaris pasó a producir aceros limpios como demandaba el mundo. Techint abrió el centro de investigación en un momento en que lo necesitaba vitalmente. Cuando yo volví al país, en 1985, Techint estaba empezando a exportar, es decir, estaba empezando a vender sus tubos en el mercado internacional. Gracias al CINI empezó, por ejemplo, a producir tubos resistentes a la corrosión sulfhídrica. Los japoneses los fabricaban 10 años antes, pero obviamente no te decían cómo lo hacían. Nosotros desarrollamos un proceso que yo llamo innovación local, porque si bien no fue una innovación para el mundo, fue una innovación para nuestro medio. Sin esa innovación Tenaris no podía participar del mercado. Y hoy Tenaris es la número uno en exportación de tubos resistentes a la corrosión sulfhídrica.

TSS – ¿Por qué se fue del CINI?

Por dos razones fundamentales. La primera es que se decide que una investigación iba a ser aprobada si lo que se llama el time-to-market, es decir el tiempo para llevarla al mercado, era de un año. No hay investigaciones con un año de time-to-market. La segunda razón por la que decidí irme fue porque en el CINI teníamos una relación con la corporación en la que había una frontera en la que de un lado fluían los fondos necesarios y del otro lado fluían los resultados, pero nosotros manejábamos el centro de investigación con toda la libertad. Dos años antes de que yo me fuera eso dejó de ser así y el centro de investigación pasó a ser parte de la corporación y ahí hicieron eclosión todos los problemas. Cuando fuimos parte de la corporación yo decidí que mi vida en Tenaris había terminado y me fui y se fue un grupo de gente conmigo. Algunos vinieron conmigo a esta empresa, otros se fueron al CONICET, a la Facultad de Ciencias Exactas, etc. Volvimos a lo que nosotros sabíamos y queríamos hacer.

«Techint abrió el centro de investigación en un momento en que lo necesitaba vitalmente… gracias al CINI empezó,
por ejemplo, a producir tubos resistentes a la corrosión sulfhídrica».

TSS – ¿Cómo evaluaría la experiencia actual en Tierra del Fuego?

Antes de opinar sobre el aporte de Tierra del Fuego al desarrollo tecnológico argentino, yo quisiera mostrar dos aportes para los cuales nosotros estamos involucrados como consultora, que son realmente ejemplos que tenemos que tomar. Uno es INVAP. Nosotros trabajamos fuertemente para INVAP, hacemos todo el modelado estructural de los satélites Arsat 1 y parte del Arsat 2 y el satélite Saocom. INVAP integra tecnologías con pymes como la nuestra en todo el país y este es un trabajo que amplía fuertemente lo que la Argentina puede hacer. Es decir que empresas como la nuestra y como muchas otras en el país son traccionadas por INVAP para que puedan participar en proyectos que normalmente excederían nuestras posibilidades por tamaño. Otro lugar para el que nosotros estamos trabajando fuertemente es YTEC. Cuando se nacionalizó YPF, en un reportaje yo hablé de la necesidad de hacer un INVAP  petrolero e YTEC es precisamente un INVAP petrolero. Nosotros estamos trabajando fuertemente para YTEC en el modelado del proyecto de fractura hidráulica y estamos trabajando asociados con un profesor del MIT que fue alumno mío. YTEC coordina esa investigación con otras que se están desarrollando en el país. Nuevamente hablamos de desarrollo de tecnología incorporando sectores, ya sean pymes o instituciones del sistema científico-tecnológico nacional, a ese desarrollo.

El tema Tierra del Fuego, por lo que yo conozco, es diferente, es más encapsulado. Probablemente haya un ahorro de divisas netas para el país porque resultaría más caro importar los celulares o los televisores que hacerlos aquí. Pero no hay un proceso de expansión de la frontera tecnológica del país. No tienen la necesidad de desarrollar proveedores locales. Y creo que si nosotros, como país, vamos a mantener ese tema andando, un requisito indispensable va a ser la ampliación de la base de proveedores locales. Lo que es muy difícil para empresas que tengan formadas sus cadenas de valor a nivel internacional y no está en su lógica el ampliarlas en el país. Y te diría que lo mismo podríamos decir de otra industria que nos está causando los mismos problemas en cuanto a las cuentas externas, que es la industria automotriz. ¿Cómo se convence a las empresas automotrices, sin el Estado ocupando una posición central y ejerciendo presión y autoridad, de incorporar a empresas argentinas a su cadena de valor? Ellos ya tienen su cadena de valor. Incorporar proveedores argentinos es, por lo pronto, asumir riesgos innecesarios.

TSS – ¿Cómo podemos incentivar o “disciplinar” a las industrias para que demanden innovación local o inviertan en I+D?

Para guiar, obligar, o como sea, a las industrias a incorporar innovaciones localmente creo que tenemos que tener en cuenta lo siguiente: la lógica de la empresa privada, y es una lógica que no es objetable en cuanto a que es su lógica de funcionamiento, es aumentar las ganancias y minimizar los riesgos. Hoy estamos en una situación de crisis global en la que el mercado internacional está lleno de mercaderías baratas. Hay un exceso de producción, un menor consumo en los países centrales y hay muchas mercaderías a un menor precio del que podríamos producir localmente. Es decir que nosotros para lograr que la industria nacional incorpore innovaciones deberíamos marchar en contra de la lógica de las empresas privadas, y el único que lo puede hacer es el Estado. Yo creo que sin la centralidad del Estado en el desarrollo productivo  no es posible empujar ese tipo de innovaciones. De los casos de innovaciones reales que puedo nombrar en la Argentina, las primeras tres que se me ocurren son: primero INVAP; la segunda que ya nombre es YTEC; la tercera es VENG, que es una compañía formada por INVAP y CONAE, que está desarrollando el Tronador II y cuya primer experiencia fue tan maltratada por los diarios que demuestra que evidentemente no existe la noción de lo que es una experiencia en el camino a un desarrollo tecnológico. Claramente si el cohete hubiera podido subir, navegar y poner algo en órbita ya sería el Tronador II. Este es un camino de desarrollo tecnológico hecho con tanta transparencia que todo aquel que quisiera enterarse que se estaba haciendo una experiencia con el VEX1A lo podía hacer. En otros países estas experiencias son absolutamente secretas, se hacen en medio de un desierto y no se entera nadie. Y la podemos nombrar como una empresa que está desarrollando tecnología en el país.

La puesta en marcha de Atucha ll es otro ejemplo de desarrollo local, sostiene Dvorkin, «que está tomando dimensión
de epopeya».

Otro ejemplo que está tomando dimensión de epopeya es la puesta en marcha de Atucha II. Se hizo con una obra parada durante muchísimos años, en una época en que el diseñador principal, que era KWU, ya no existe como empresa, en una época en que cambiaron las normas de las centrales nucleares por Chernobyl, en una época en que los planos disponibles no eran, como es hoy normal, planos en formato electrónico, sino que eran copias heliográficas que se estaban deteriorando. Ese es otro ejemplo de desarrollo local. Y si bien señalo a las empresas que figuran como cabeza del desarrollo, ellas están arrastrando a una serie de empresas pequeñas, a una serie de institutos de investigación del sistema científico nacional.

TSS – Esas son innovaciones de primera línea, pero muchas veces lo que necesita la industria son innovaciones de menor riesgo, que quizás no sean tan importantes, pero que servirían, por ejemplo, para sustituir importaciones.

Las innovaciones de mediano riesgo que podría desarrollar la industria necesitan en general estar insertas en una cadena de valor. El que sean insertadas en una cadena de valor de productos de mayor envergadura, como pueden ser automóviles o equipamiento electrónico, etc., requiere, nuevamente, que el Estado fuerce esa situación. No podemos esperar que surja porque una empresa productora, por ejemplo de automóviles, decida que lo más conveniente para ellos hoy es fabricar ciertas partes en la Argentina. Eso involucra riesgos, desarrollos de productores, involucra calificación de nuevas partes, involucra incluso una negociación con sus casas matrices en el exterior, entonces no me parece que forme parte de la lógica con que naturalmente tienden a moverse.

TSS – ¿Cómo ve sectores como el ferroviario, donde se han perdido capacidades?

El tema de los trenes en la Argentina es complejo. Debe haber un equilibrio entre la urgencia y lo deseable. Yo entiendo que a esta altura del partido, con las urgencias que hay, nosotros no podemos empezar desde cero, no podemos decir “empecemos a desarrollar un diseño de trenes, después una fábrica de trenes”, etc. Entre ese extremo y comprar el 100% de los trenes en el exterior hay un camino muy grande. De mi experiencia industrial de empresas grandes, sé que cuando uno va a comprar un laminador o una colada continua, hablando de la siderurgia, tiene muy mal resultado el comprar una caja negra porque se dificulta el mantenimiento, se dificulta la provisión de partes, se dificultan las modificaciones. Yo creo que, si bien era una necesidad imperiosa el importar los trenes, se debe desarrollar una industria ferroviaria paralelamente, porque de lo contrario quedamos con muy pocos grados de libertad, demasiado atados para poder continuar adelante, aún para el caso tan trivial como el mantenimiento o la compra de repuestos. Quedamos absolutamente condicionados por el que nos vendió los trenes.

TSS – ¿Algo parecido podría decirse de YPF, donde juega la urgencia contra la posibilidad de impulsar una industria local?

Bueno, pero en este caso YPF se está desarrollando bien, porque por un lado van a existir los acuerdos con empresas petroleras internacionales, pero por otro lado YPF, tanto a nivel de desarrollo investigativo por YTEC como a nivel de YPF mismo, tienen sus equipos técnicos formados. YPF es el ejemplo positivo, porque muestra que no tiene sentido encerrarse y decir “todo lo voy a hacer yo solo”, porque los tiempos se alargan enormemente, pero tampoco el decir “todo lo voy a importar”. Yo creo que YPF está buscando y encontrando un punto de equilibrio muy interesante.

Su consultora SIM&TEC trabaja con INVAP, haciendo el modelado estructural de los satélites Arsat 1, parte del Arsat 2
y el satélite Saocom.

TSS – ¿Hay manera de desligar estos desarrollos tecnológicos del gobierno actual? ¿Cómo podríamos asegurarnos de que estos proyectos de largo plazo sobrevivan a los cambios de gobierno?

Eso marca la necesidad de que, en Argentina, determinados emprendimientos o determinadas políticas sean realmente políticas de Estado. Hay un libro de una profesora de Essex, en Inglaterra, que se llama Mariana Mazzucato, en donde ella habla del Estado empresario, del Estado emprendedor. Ella remarca cosas que muchos de nosotros ignoramos, por ejemplo que el algoritmo de Google se desarrolla con fondos de la National Science Foundation, es decir, yo no veo otra forma de desarrollar lanzadores satelitales argentinos que no sea porque una empresa estatal lo haga. No veo la forma en que eso hoy pueda desarrollarlo una empresa privada.

Por otro lado, reconozco el riesgo de que, si no son asumidos estos temas como política de Estado, todo pueda quedar pendiente de una elección. Es parte del drama argentino el que determinados temas no son asumidos como políticas de Estado. A mí me cuesta ponerme en el razonamiento de un político que hoy está en la oposición que pueda estar pensando que si mañana es gobierno cancela el programa espacial argentino. No por el resultado en sí mismo, sino por todas las externalidades que tiene el programa espacial argentino, por todas las empresas que son desarrolladas, etc. Los grandes programas estatales, no solo acá, sino en todo el mundo, son los que desarrollan la industria.

TSS – ¿Cómo ve que se desarrolla la formación de ingenieros en el país?

Nosotros durante los últimos 10 años hemos tenido un país que ha crecido a tasas importantes y nuestra capacidad para formar nuevos ingenieros no ha estado a la altura. Esto no es un problema solamente argentino, la cantidad de gente que estudia ingeniería o ciencias duras en el mundo está bajando. Yo creo que tenemos que motivar la formación de más ingenieros y eso pasaría por cambiar fuertemente la estructura de nuestras escuelas más grandes de ingeniería. No estoy hablando de la escuela de ingeniería de la Universidad Nacional de San Martín, porque esa es una escuela de ingeniería como yo quisiera que fueran las escuelas de ingeniería en el país. La estructura de escuelas de ingeniería más tradicional, de escuelas viejas como la UBA u otras se caracterizan por profesores part-time y estudiantes part-time. Si uno recorre el mundo, las escuelas de ingeniería están formadas por profesores full-time. La mayoría de ellos son profesores e investigadores. Y estudiantes full-time, que no necesariamente significa exclusión social, porque la escuela los admite y después se miran sus posibilidades económicas y aquellos que no puedan afrontar los gastos recibirán becas, etc. Pero me parece que nosotros tenemos que hacer evolucionar nuestras escuelas de ingeniería. Me parece que ese es un punto para seguir creciendo.

TSS – El diagnóstico se vuelve más complejo cuando se piensa en los doctores en ingeniería, que son los actores cruciales en los procesos de innovación.

Bueno, cuando yo hice mi doctorado, lo hice afuera. Mis primeros alumnos, cuando volví, lo hacían afuera. Hoy, si bien el doctorado se está desarrollando, tiene pocos alumnos. Y es lógico porque la investigación que se desarrolla en las universidades es fundamentalmente investigación en ciencias básicas. Entonces un ingeniero con vocación para hacer una investigación que llegue hasta la tecnología no se siente atraído para hacer un doctorado. Es parte del cambio necesario en las facultades y escuelas de ingeniería de nuestro país, que ese desarrollo de profesores full-time y estudiantes full-time dediquen parte de su tiempo a la enseñanza, pero la mayor parte de su tiempo a la investigación. Eso va a crear el ambiente propicio para que los doctorandos puedan crecer.


02 abr 2014

Temas: CINI, Dvorkin, INVAP, Techint, Tenaris, Veng, YTEC