Las comunidades científicas argentina y brasileña comparten la lucha contra el recorte presupuestario en ciencia y tecnología. En Brasil se acaba de aprobar una enmienda constitucional que congelará la inversión pública en el área para los próximos 20 años.
Agencia TSS – Desmantelamiento del sistema, fuga de cerebros, nuevo impulso desde las políticas públicas, inversión sostenida en el área, cambio de gobierno, recorte de presupuesto y científicos en lucha. Esta secuencia resume, a grandes rasgos, los estados por los que transitó el desarrollo científico en los países de la Argentina y Brasil desde la década de los noventa hasta la actualidad.
Mientras en la Argentina buena parte de la comunidad científica se levantó contra el ajuste en el presupuesto y el recorte en los ingresos de investigadores al CONICET, en Brasil se acaba de aprobar una enmienda constitucional que congela el gasto público para los próximos 20 años, lo que impacta, entre otras áreas, en la inversión pública en ciencia y tecnología. Con esta medida, el país que tuvo el récord regional en 2013 por invertir el 1,2% del producto bruto interno (PBI) en investigación y desarrollo (I+D), tendrá, a partir de 2017, como límite máximo de inversión el mismo presupuesto del año anterior corregido por inflación. Esto será así aun cuando la crisis actual sea superada y los ingresos fiscales se incrementen.
Ante este panorama, los editores latinoamericanos de las revistas Journal of Vegetation Science y Applied Vegetation Science, pertenecientes a la Asociación Internacional de Ciencias de la Vegetación (IAVS, por sus siglas en inglés), publicaron un artículo en el que analizan los recortes en ambos países y el contraste con el desarrollo científico propiciado por los gobiernos anteriores. Allí, señalan que Sudamérica (principalmente la Argentina y Brasil) duplicó su participación en publicaciones mundiales entre el año 2000 (2%) y 2014 (4%). Asimismo, advierten que “una reducción en el presupuesto para I+D no solo impactará en la cantidad de papers publicados, sino también en los recursos humanos, lo que puede generar un éxodo de científicos jóvenes”, como sucedió en los noventa.
En diálogo con TSS, el ingeniero agrónomo José Paruelo, investigador de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires (FAUBA) y uno de los tres autores del artículo, considera: “No es casual que los gobiernos que tomaron el poder en la Argentina y Brasil pongan a la ciencia en el foco de sus ataques porque tiene que ver con la capacidad de desarrollarnos de manera autónoma, de pensar por nosotros mismos y eso no es compatible con un proyecto neoliberal que requiere disciplinamiento social y pérdida de soberanía”.
El científico brasileño Valério De Patta Pillar, investigador de la Universidad Federal de Rio Grande del Sur (UFRGS) y otro de los autores de la nota, habló con TSS sobre la situación en su país ante la aprobación de la enmienda el pasado 13 de diciembre. “Con la crisis económica, agravada por la incertidumbre provocada por el proceso golpista, la pérdida de ingresos fiscales fue brutal a partir de 2015, sobre todo en 2016, que es justamente la referencia que será usada durante 20 años. No hay perspectivas de que en 2017 pueda ser mejor”, afirma.
La tercera autora del artículo es Alicia Acosta, del departamento de Ciencias de la Universidad de Roma 3. La investigadora argentina, radicada en Italia, tuvo que emigrar durante la década de los noventa y, a principios de diciembre, por esas paradojas del destino, Acosta recibió el premio Raíces –una distinción que se enmarca dentro del programa de mismo nombre que lleva repatriados más de mil científicos– de manos del hoy cuestionado ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, Lino Barañao.
Golpe a la ciencia
Los problemas de financiamiento para la ciencia en Brasil se iniciaron en 2014 y se profundizaron en mayo de este año, cuando Michel Temer asumió como presidente interino y fusionó el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación (MCTI) con el de Comunicaciones. Esto ocasionó importantes reclamos en la comunidad científica, ya que instituciones como el Consejo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico (CNPQ, por sus siglas en portugués), organismo equivalente al CONICET argentino, pasó a compartir presupuesto con actividades tan disímiles como los servicios postales y de radiodifusión.
De todos modos, Pillar sostiene: “Frente a la andanada de medidas tomadas por este gobierno golpista en tan poco tiempo, como la enmienda que congela el presupuesto federal y otras cuestiones que eliminan derechos sociales y laborales, mi impresión es que la fusión de los ministerios pasó a ser un problema secundario en la agenda”.
El presupuesto para el desarrollo científico en Brasil se ejecuta a través del CNPQ, vinculado al MCTIC, y de la Coordinación de Perfeccionamiento del Personal de Nivel Superior (CAPES), perteneciente al Ministerio de Educación, que se encarga, entre otras cosas, del otorgamiento de becas a investigadores y estudiantes. Para ambos organismos, el presupuesto ejecutado en 2016 representa solo un 73% de la partida ejecutada en 2015.
Al igual que viene sucediendo en la Argentina, los científicos brasileños se movilizaron a través de audiencias públicas, cartas abiertas al Gobierno, campañas en redes sociales y manifestaciones en institutos, universidades y en las calles. Sin embargo, Pillar reconoce que “la comunidad científica brasileña no ha demostrado el mismo nivel de movilización que su par argentina”.
Cambio de rumbo
En el artículo, los investigadores ejemplifican el crecimiento de la ciencia de ambos países en las últimas décadas con el caso de lo que sucede en el área de investigación que comparten: las ciencias de la vegetación, la ecología y conservación. Así, entre 1996 y 2015, el número de artículos indexados publicados por la Web de Ciencias en Ecología y Conservación se incrementó a una tasa del 15,9% anual en Brasil y del 11% en la Argentina. “Eso es lo que celebramos y, también, lo que hoy nos preocupa perder”, dice Paruelo.
“Las problemáticas vinculadas a estas disciplinas tienen una base local innegable. Los bosques del Chaco o de la Patagonia tienen particularidades que no podemos analizar a partir de estudios en bosques de Alemania o de Estados Unidos. Tenemos que plantear las soluciones de manera autónoma y local. Esto pasa también en otros campos, como el de la salud, en el que la dependencia de tecnologías importadas es una fantasía irrealizable y extremadamente peligrosa, ya que puede generar consecuencias no deseadas en un contexto para el que no fueron desarrolladas”, plantea el ingeniero.
Sobre la posibilidad de una nueva fuga de cerebros, Paruelo, que forma parte del Grupo Ciencia y Técnica Argentina (CyTA), uno de los colectivos que fue parte de la lucha contra el recorte presupuestario en la Argentina, remarca: “Uno de los problemas centrales que vemos con el ajuste en ambos países es la expulsión directa de los investigadores jóvenes y el desaliento a estudiar carreras científicas para los que recién se inician. Lamentablemente, ya pasamos por ese proceso y la experiencia nos dice que recuperarse lleva mucho tiempo, porque la gente que se fue no solamente no produjo ciencia en el país, sino que tampoco contribuyó a que se formaran nuevos investigadores”.
Su colega brasileño explica que, hasta hace algunos años, gracias al impulso estatal, las universidades brasileñas ofrecían vacantes abundantes para cargos permanentes en docencia, lo que atraía, incluso, a investigadores extranjeros. Ahora, en cambio, las pocas vacantes disponibles están siendo disputadas por muchos candidatos. “Si este proceso continúa por varios años será inevitable que los investigadores brasileños doctorados busquen trabajo fuera del país”, opina Pillar. Además, señala que los gobiernos estaduales de Brasil también están adoptando políticas austeras, como es el caso de Rio Grande do Sul, donde se está debatiendo el cierre de la Fundación Zoobotánica, una importante institución de investigación en el área de biodiversidad.
Paruelo dice que el conflicto en el ámbito científico argentino repercutió en el ámbito laboral cotidiano. “Este año fue muy distinto, cambiaron las perspectivas. Pasamos de una situación en la cual podíamos proyectarnos hacia el futuro a tener que vivir la angustia de nuestros colegas por no saber si iban a ingresar a la carrera de investigador. También percibí un cambio en la manera en que hacemos docencia. Antes, podíamos abrir interrogantes en las clases e incentivar a los estudiantes a que buscaran respuestas porque tenían los instrumentos para encarar ese proceso y una mayor certeza de que iban a tener becas si hacían un trabajo sólido de investigación. Hoy no podemos generar esas expectativas en los estudiantes porque no estamos seguros de que vayan a lograrlo”, concluye.
26 dic 2016
Temas: América Latina, Brasil, CNPQ, CONICET, Inversión en ciencia y tecnología, MINCyT, Programa RAICES
1 comentarios en “Inversión en ciencia: la alegría tampoco es brasileña”-
Nicanor
(28/12/2016 - 19:53)Vayan a laburar, el problema es que es necesario achicar el gasto publico si o si, no da para mas (no solo C y T. Hay que sacar oficinas de todo tipo que no hacen mas que entorpecer toda actividad privada que se intente llevar adelante).
El desastre que dejó la administración anterior no fue, lamentablemente, explicado con claridad por el actual gobierno que sostuvo hasta ahora muchos de los grandes males que quedaron del anterior gobierno (ojala con las nuevas autoridades en hacienda y finanzas esto se pueda ir dando).
Como dijo alguna vez un monumental presidente americano (el mejor del siglo, lejos). «el estado no esta para financiar la curiosidad de un científico»
Si verdaderamente es tan genial lo que hace va a encontrar quien le financie su investigación (así sea en el exterior de ser necesario), de lo contrario que trabaje de lo que pueda para vivir como hace el 99.7 % de la población adulta económicamente activa.