El CONICET en tiempos de “economía de guerra”

En un contexto de desindustrialización, desmantelamiento de proyectos tecnológicos y recorte al sector científico, el ministro de Ciencia y Tecnología y el presidente del CONICET dicen que quieren impulsar una “transformación cultural” hacia la tecnología.

Por Diego Hurtado  
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Agencia TSS – Frente a la gran confusión que vienen generando las declaraciones públicas aleatorias del ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva (MINCYT), Lino Barañao, parece imprescindible hacer un esfuerzo para retomar los ejes de un debate un poco más serio. Por esta razón, puede ser útil comentar dos ideas –que entendemos que se excluyen mutuamente–, que fueron expresadas por el presidente del CONICET, Alejandro Ceccatto, en la primera reunión del año del Directorio de la Agencia Nacional de Promoción Científico y Tecnológica (ANPCYT) del MINCYT, que tuvo lugar el 22 de febrero pasado.

Ceccatto explicó que el CONICET contaba a fines de 2015 con solo un 11% de su presupuesto para funcionamiento –el 89% restante se empleaba para pagar sueldos–, pero que desde 2016 esta proporción empeoró: los fondos para funcionamiento se redujeron a un 5%. La conclusión de Ceccatto fue que el CONICET está en situación de “economía de guerra”.

Sin embargo, a continuación sostuvo que su propósito es impulsar una “transformación cultural” que apunte a desplazar la producción de sus investigadores hacia la tecnología y la transferencia de conocimiento. Esta meta coincide con las últimas afirmaciones del ministro Barañao, cuando se quejó de que el 95% de los investigadores del CONICET se dedican a las “ciencias básicas”.

En noviembre, Barañao cumplirá 10 años al frente del MINCYT. Fue durante su gestión como ministro que se produjo la expansión del CONICET al cual él mismo critica hoy. Sin embargo, es innegable que durante su período kirchnerista, junto con el entonces presidente del CONICET, se impulsaron iniciativas como la creación de la empresa Y-TEC, para poner un ejemplo emblemático del esfuerzo puesto en hacer crecer el desarrollo tecnológico en el CONICET.

Lino Barañao (izq.), ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Nación, junto a Alejandro Ceccatto, presidente del CONICET.

De manera gradual, el CONICET del kirchnerismo estaba asimilando el factor tecnológico, que venía creciendo como nunca antes en el ámbito de incumbencia de otros ministerios. Y, lo más importante, la incorporación de líneas de desarrollo tecnológico al CONICET privilegió el cuidado de los investigadores y se impulsó en un contexto de inversión incremental. Lo que se esperaba no era achicar ni las ciencias básicas ni las ciencias sociales –que necesitan mayor inversión–, sino hacer crecer el componente tecnológico.

Ahora bien, volvamos a la lógica del ministro: ¿Por qué lo que, según él, no pudo lograr en un momento de expansión del CONICET, en un contexto de franco crecimiento del PBI y de una política económica que favorecía los vínculos entre conocimiento y sector productivo, espera lograrlo ahora con un CONICET en “economía de guerra” –Ceccatto dixit–, en un país donde se toma menos leche, se reducen las prestaciones en salud, se clausuraron más de 4000 pymes en 14 meses, y la actividad industrial cayó en más de 5%? Pesada herencia de usted mismo, ministro, sus propias metas reclaman su renuncia.

Por otro lado, parece claro que al país no le sobran ni ciencias básicas ni ciencias sociales, sino que le falta tecnología. Es decir, se necesita agregar, no recortar. Porque, además, para hacer las cosas más difíciles, hacer tecnología es más caro que hacer ciencia. Y para que haya tecnología se necesita industria e inversión pública en áreas estratégicas. Permítanos, ministro, que le imploremos que, por favor, lea a Jorge Sabato, a quien usted mismo editó y prologó; y si Sabato es sospechado de kirchnerista, entonces lea a Mariana Mazzucato, a quien usted invitó y con quien compartió un panel. No podemos seguir debatiendo sus intuiciones, trate de comprender el ABC de las políticas de CyT para países en desarrollo durante la segunda mitad del siglo XX, un área crucial de las ciencias sociales que la Argentina necesita.

Conclusión, difícilmente en “economía de guerra” el CONICET pueda acompañar a su presidente en la transformación cultural que se propone. Y todavía no llegamos a discutir qué tipo de tecnología debería producirse en la Argentina para acompañar el proyecto de desarrollo del presidente Mauricio Macri, que no conocemos. Lo que sabemos es que la tecnología que Macri no quiere que desarrollemos es, casualmente, la que veníamos desarrollando: satélites geoestacionarios, radares, principios activos para medicamentos, aerogeneradores y vagones, entre otras.

Primero nos dimos cuenta que el ministro no entendía qué cosa eran las ciencias sociales, a las que comparó con la teología. Luego hubo que explicarle por qué un país produce medievalistas. Finalmente, empezamos a enterarnos que el ministro parece no tener muy claro qué cosa es la tecnología y, menos todavía, sus vínculos con un proyecto de país.

1 comentarios en “El CONICET en tiempos de “economía de guerra”

  • Rodrigo Quiroga

    (13/03/2017 - 14:54)

    Clarísimo, Diego. Felicitaciones por la nota. Creo que das directamente en el clavo, porqué implementar este giro DRASTICO y avasallante hacia la tecnología JUSTO en un contexto de tremendo ajuste en CONICET y MinCyT? La combinación de ambas cosas lleva a lo siguiente:
    En 2017 tendremos aprox. 200 jubilaciones en CONICET, y los ingresos (si contabilizamos 450+200 jubilaciones=650 en total) para zonas geográficas no vacantes y en temas no estratégicos será de aprox. 227 (70% del 50% de 650). Teniendo en cuenta que prácticamente la totalidad de las jubilaciones será en zonas no vacantes y en temas no estratégicos, podemos decir que hay un virtual congelamiento de planta del CONICET en temas no estratégicos y zonas no vacantes…. preocupante, no?

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