TSS estuvo en las jornadas organizadas por el Encuentro Argentino por la Innovación, la Ciencia y la Tecnología. Allí, diversos especialistas debatieron propuestas para contrarrestar el retroceso en el área y sobre cómo incorporar la discusión sobre el desarrollo científico-tecnológico en la agenda política y en la sociedad en general.
Agencia TSS — Los científicos y científicas saben que la lucha debe darse en todos los campos. En la calle, como cuando el 27 de octubre pasado colmaron la avenida Rivadavia frente al Congreso Nacional para rechazar el recorte presupuestario. O como cuando tomaron el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva (MINCYT), para reclamar por los recortes que dejaban fuera de carrera en el CONICET a unos 500 investigadores que habían aprobado todas las evaluaciones exigidas. Pero no alcanza con resistir las medidas de ajuste si no hay propuestas.
Bajo esta última idea se organizaron las Jornadas del Encuentro Argentino por la Innovación, la Ciencia y la Tecnología (ENARxICYT), el 5 y 6 de mayo pasados, en la Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo (UMET). Allí, durante el primer día hubo paneles conformados por especialistas que debatieron sobre las estrategias para contrarrestar el ajuste en el sector científico-tecnológico y para completar el desarrollo de lo que consideran es un proyecto inconcluso. La segunda jornada estuvo dividida en ocho conversatorios simultáneos, en los que un puñado de investigadores abrió el diálogo sobre temas clave, como los instrumentos para la innovación en pymes, las representaciones sociales del investigador y cuáles son los proyectos necesarios para una soberanía tecnológica.
Una de las exponentes del primer día fue la doctora en Ciencias Sociales Gabriela Seghezzo, integrante del colectivo Científicos y Universitarios Autoconvocados (CYUA), quien habló sobre el rol activo que cumplieron las ciencias sociales en la elaboración de políticas públicas entre 2003 y 2015, y sobre por qué ahora no sucede lo mismo. Seghezzo recordó que este campo de estudio fue relegado por el MINCYT a la hora de definir áreas prioritarias en el contexto de ajuste y propuso que, ya que en 2018 se cumplen cien años de la reforma universitaria, sería una buena oportunidad para pensar una reforma científica. “Si bien creo que las formas de la resistencia ante este escenario neoliberal nos tienen que encontrar en la calle, la táctica defensiva no alcanza. Hay que dar un paso más allá: pensar la ciencia como un derecho”, sostuvo.
Por su parte, la investigadora superior del CONICET, Ana Franchi, integrante de la agrupación Ciencia y Técnica Argentina (CYTA), se refirió a la mesa de negociaciones que surgió tras la toma del MINCYT, a la que calificó como “bastante frustrante”. Y agregó: “Nadie discute que tiene que haber prioridades de investigación, pero esas prioridades tienen que estar relacionadas con un proyecto de de país. ¿Cuál es el proyecto de país en el que cada día se cierran pymes, se levantan aranceles a las importaciones, se destruye a la industria y se cancelan programas de salud, educación y ciencia?”, preguntó.
Diego Hurtado, integrante del directorio de la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica del MINCYT, miembro de CYTA y director de TSS, señaló las contradicciones en las que incurrió el presidente del CONICET, Alejandro Ceccatto, quien aseguró que buscaban hacer una transformación cultural del organismo hacia la tecnología pero, al mismo tiempo, justificó el recorte presupuestario bajo el argumento de estar atravesando una “economía de guerra”. “Es como decir ‘vamos por el cambio hacia la tecnología pero sin presupuesto’”, remarcó Hurtado. Además, sostuvo que “lo que está pasando en la Argentina ni siquiera es neoliberalismo, porque hasta en los países de economía neoliberal sus élites no resignan el desarrollo de las áreas estratégicas, que acá están siendo desguazadas”.
Desde la Agrupación Rolando García, el meteorólogo Daniel Anaya fue contundente: “El liberalismo en la ciencia nos dice que no importa quién nos financie o dónde trabajemos, que el beneficio de nuestro trabajo va a llegar igual a la humanidad. Eso es lo que Barañao está diciendo cuando afirma ‘queremos que se vayan afuera’. Pero no es lo mismo si nos vamos o nos quedamos. Tenemos que tener una agenda propia que tenga más que ver con las necesidades de nuestro pueblo que con las expectativas de las multinacionales. Por eso, queremos abrir el debate sobre cuáles son las prioridades en nuestra agenda científica. Tenemos que realizar una revisión crítica de lo hecho y plantear propuestas superadoras”.
La directora del Instituto de Investigaciones Gino Germani, Carolina Mera, se expresó en el mismo sentido. “Tuvimos una política de desendeudamiento que permitió una política de industrialización, inversión en ciencia y tecnología, creación de universidades y repatriación de científicos. Esas son las bases de las que tenemos que partir para que nuestros jóvenes no se vuelvan a ir”, aseguró. “Lo que está en juego en la expulsión de jóvenes es la democracia, porque este modelo no se sostiene si no es con represión”, agregó.
También, hubo una mesa de diálogo en la que los periodistas Nora Bär (La Nación), Claudio Martínez (Científicos Industria Argentina y La Liga de la Ciencia) y Pablo Esteban (Página 12) reflexionaron sobre el lugar que tiene la ciencia en la agenda de los argentinos. Coincidieron en que tanto el fuerte impulso a la ciencia a partir de 2003 como el conflicto por el que está atravesando la comunidad científica contribuyeron a poner en la agenda mediática el trabajo de los investigadores. Sin embargo, consideraron que continúa siendo difícil disputarle el espacio a noticias como “el mejor escote de la temporada” o las nuevas aplicaciones del último modelo de iPhone.
Hacia el final del primer día, el rector de la UMET, Nicolás Trotta, agradeció a los organizadores por elegir a la universidad como sede de las jornadas, y el investigador y docente de la Universidad Nacional de Quilmes, Fernando Peirano —quien fue parte del gabinete de Lino Barañao hasta que decidió renunciar tras el cambio de Gobierno— destacó el compromiso político de quienes participaron y sostuvo: “Habíamos avanzado en un proceso que sabíamos que tenía deudas, que era inconcluso, pero ahora tenemos que pensar nuevas bases para redefinirlo”.
El cierre estuvo a cargo del ex ministro de Educación, Ciencia y Tecnología, Daniel Filmus, quien llamó a “resistir para evitar que nos quiten los derechos conseguidos». Y concluyó: «No podemos dejar de discutir acerca de los límites que tuvo el modelo implementado a partir de 2003, en el que no logramos terminar de integrar la ciencia y la tecnología a los procesos productivos. Debemos preparar una plataforma que plantee cuál es el papel estratégico que queremos que tenga la ciencia en la Argentina”.
10 may 2017
Temas: Ciencias Sociales, Desarrollo industrial, MINCyT, Política científica y tecnológica, Presupuesto 2017, UMET