Investigadores del CONICET y la Universidad Nacional de Salta trabajan en el desarrollo de una plataforma de diagnóstico para enfermedades desatendidas. El objetivo es que se pueda implementar en centros de salud pública alejados de las grandes ciudades, donde suele haber mayor necesidad de detección y menos recursos para su atención.
Agencia TSS – El Chagas y la leishmaniasis tienen varias cosas en común. En primer lugar, pertenecen al grupo de enfermedades desatendidas, que afecta principalmente a poblaciones que viven en condiciones de pobreza y en zonas de altas temperaturas. En la Argentina, la región más afectada es el norte del país, especialmente las provincias de Santiago del Estero, Formosa, Chaco y Salta.
En segundo lugar, ambas son transmitidas por parásitos que utilizan insectos como vectores. El causante de la enfermedad de Chagas es el Trypanosoma cruzi, que se transporta gracias a la vinchuca, mientras que los parásitos del género Leishmania se valen de la picadura de un mosquito flebótomo, el jején. En los dos casos, el diagnóstico temprano es fundamental para tratar los síntomas y mejorar la calidad de vida del paciente.
Un equipo de investigadores del Instituto de Patología Experimental, perteneciente a la Universidad Nacional de Salta y el CONICET (IPE–UNSa/CONICET), está desarrollando una plataforma portable para el diagnóstico molecular de Chagas y leishmaniasis. El objetivo es crear una herramienta de implementación rápida y sencilla en centros de salud alejados de las grandes ciudades, donde suele haber mayor prevalencia de estas enfermedades y menos recursos para su atención.
El método más eficiente para diagnosticar Chagas es la serología, que consiste en detectar la presencia de anticuerpos en la sangre. Sin embargo, esta técnica no sirve para casos congénitos en recién nacidos, ya que los anticuerpos de la madre pasan al bebé a través de la placenta y perduran en la sangre por varios meses. La única manera de dar un diagnóstico certero es observar la presencia del parásito en el microscopio, algo difícil de lograr con una pequeña muestra de sangre.
“No hay un método lo suficientemente sensible y práctico para diagnosticar casos de Chagas congénito. Se puede hacer mediante una muestra de ADN pero esto requiere de una infraestructura y de equipos que no son habituales en la mayoría de los centros de salud pública del norte”, le dijo a TSS el doctor en Ciencias Biológicas Patricio Diosque, director del IPE y del proyecto. En diciembre, el desarrollo fue premiado con 2,5 millones de pesos en un concurso de la Fundación Bunge y Born que busca fomentar la “investigación de enfermedades infecciosas en contextos sociales vulnerables”.
El desarrollo del grupo que lidera Diosque se basa en la inmunocromatografía en tiras de flujo lateral. La particularidad de este método es que se trata de una amplificación isotérmica: no requiere un equipo complejo que suba y baje la temperatura, como sucede habitualmente, sino que se realiza siempre a la misma temperatura (37°), lo que facilita la programación y utilización del dispositivo. “El resultado del procedimiento se observa en una tira de flujo lateral que permite una detección visual similar a las pruebas de embarazo. Estimamos que el proceso podría lleva unas dos horas”, dijo.
Para desarrollar este método, los investigadores pusieron el foco en determinadas secuencias de ADN que ya se utilizan para el diagnóstico y las estudiaron en mayor profundidad. Para recortar el fragmento que necesitan utilizan la tecnología CRISPR, también conocida como “tijeras génicas”. Una vez seleccionada la secuencia, realizan una amplificación, algo así como sacar muchas copias para detectar mejor la presencia del parásito.
En el caso de la leishmaniasis, se usa la misma técnica pero, en vez de una muestra de sangre, se usa una del tejido de la lesión. “Estamos finalizando la selección de las secuencias que van a ser utilizadas y nos enfocamos principalmente en hacer una distinción entre los linajes del T. cruzi y las especies de Leishmania. A la vez, estamos poniendo a punto la amplificación isotérmica sin la utilización de equipos complejos (termocicladores)”, precisa el biólogo.
Los investigadores estiman que, además de sencillo y rápido, el método no sería costoso a la hora de implementarlo. Sin embargo, Diosque considera que, para pasar a la etapa de aplicación, es importante el apoyo del Estado a este tipo de investigaciones ya que “al tratarse de enfermedades desatendidas, no resultan rentables para los grandes laboratorios farmacéuticos”.
Con respecto a la crisis que atraviesa el sector científico, el investigador le dijo a TSS que el IPE está teniendo “inmensas dificultades” para desarrollar su trabajo. “La situación del instituto es crítica. Estamos empezando a usar el dinero destinado a la compra de insumos para cubrir gastos básicos de funcionamiento. Yo llevo 20 años en el CONICET y nunca habíamos pasado por una situación similar. Esto es una decisión política porque, más allá de que el país tiene un endeudamiento muy grande, los fondos para ciencia representan un porcentaje ínfimo en el presupuesto general de la Nación. Evitar que el sistema científico-tecnológico se venga abajo es posible pero se necesita voluntad política”, finalizó.
21 feb 2019
Temas: Biología, Chagas, CONICET, CRISP, Diagnóstico, IPE, Leishmaniasis, Medicina, Salud, UNSA