El municipio de Chascomús, junto con el programa ProHuerta del INTA, instalará una huerta agroecológica en un centro al que asisten personas con problemas de salud mental y adicciones. Además de los fines terapéuticos e inclusivos, el proyecto destinará plantines para los productores agroecológicos de la zona.
Agencia TSS – Chascomús es uno de los 40 municipios registrados en la Red Nacional de Municipios y Comunidades que Fomentan la Agroecología (RENAMA), adonde desde mayo de 2019 rige la ordenanza 5329/19, que limita el uso de agroquímicos en esa localidad de Buenos Aires. Para promover esa actividad productiva, el municipio está desarrollando distintas actividades de visibilización y capacitación para vecinos y productores. Una de ellas es la denominada «Plantinera y Huerta agroecológica como instrumento terapéutico y ocupacional para la inclusión social y laboral», que no solo beneficiará a las 30 personas que asisten al centro de día municipal de esa localidad (de acompañamiento para quienes tienen problemas de salud mental o de adicciones), sino también a sus familiares y a la comunidad.
“La jardinería es una actividad terapéutica que en otros países se utiliza mucho y aquí todavía no está tan desarrollada. Por eso, para mí, el mayor logro sería que esta actividad les ayude a salir del centro del día y realizarse como personas, ya que una de las situaciones que se reiteran en el Centro es que las personas no quieren egresar, es decir, no quieren dejar de ir”, comenta Paula Campestre, Subdirectora de Ambiente y Desarrollo Sustentable del Municipio, que impulsó esta iniciativa.
El proyecto incluye capacitaciones para quienes trabajarán en la huerta y la construcción de las instalaciones necesarias para desarrollarla, que incluyen por ejemplo un invernadero, plantineras en altura y caminos de cemento, que sean cómodos y accesibles para sillas de rueda. El objetivo es que los plantines hortícolas producidos se destinen al abastecimiento, no solo para la comunidad, sino también para otras huertas agroecológicas que ya están funcionando en Chascomús. Una de ellas está instalada en el campo experimental del Instituto Tecnológico de Chascomús, del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas y la Universidad Nacional de San Martín (INTECH/CONICET-UNSAM), es sostenida con el trabajo de una cooperativa social conformada por el Movimiento Evita y abastece a una decena de comedores municipales.
Para llevar a cabo estas tareas, la Dirección de Ambiente y Desarrollo Sustentable del Municipio, junto a profesionales y técnicos del Porgrama ProHuerta, del Instituto Nacional de Tecnología Agraria (INTA), recibieron un financiamiento de 1.400.000 pesos del Ministerio de Ciencia y Tecnología a través del programa PROCODAS, que busca promover desarrollos tecnológicos para la inclusión social.
“Hay otros proyectos de huerta que están por fuera de las actividades municipales, que son productores independientes que preparan bolsones de verduras, que no se promocionan mucho porque se los quitan de las manos. La gente está buscando alimentos sanos, y ni bien se enteran que hay producción agroecológica, enseguida la eligen”, agrega Campestre, y destaca que la idea de producir los plantines desde el centro de día es facilitar el trabajo de quienes quieran comenzar a producir de esta manera, ya que es más sencillo empezar una huerta desde un plantín que desde una semilla.
Municipio agreocológico
Tras dos años de discusión y en gran parte gracias al trabajo y el empuje ciudadano de la Asamblea Paren de Fumigarnos de Chascomús, desde mayo de 2019 está vigente la ordenanza 5329/19, que regula el uso de agroquímicos en todo el distrito. Esta reglamentación prohíbe la apicación de agroquímicos en áreas urbanas, establece 200 metros de zona de exclusión y luego otros mil metros más de zona de amortiguamiento, en la que se pueden usar productos clasificados como de banda verde o azul, entre los cuales se encuentran el glifosato, la atrazina y el 2,4-D, entre otros de uso común en esta zona, que es principalmente ganadera.
La ordenanza también protege los espejos de agua característicos de la zona de Chascomús, con una zona de exclusión de 50 metros en torno a ellos, seguidos de mil metros más de amortiguamiento; y a la veintena de escuelas rurales del municipio, que también están protegidas con distancia, ya sea en horario escolar y fuera de él. Además, obliga a los productores a presentar la receta agronómica de los productos y dosis que aplican. Para ello, el municipio ofreció capacitaciones en el uso de un sistema online que desarrolló, denominado Tomasa, que luego fue tomado como modelo por el Ministerio de Desarrollo Agrario, ya que ha permitido incrementar el número de recetas agronómicas que los ingenieros agrónomos registran. Por ejemplo, ahora ya lo está implementando el municipio de Rafaela, en Santa Fe, y lo está por incorporar el de Mercedes, en la provincia de Buenos Aires.
Una de las funciones principales que tuvo Campestre para promover la agroecología cuando ingresó a la gestión pública, en abril de 2019, fue poner a punto el sistema Tomasa. “Era trabajar todo el día con productores, con aplicadores y con las agroquímicas, explicando cómo era la ordenanza, en qué consistía que era lo que tenían que respetar y qué tenían que registrar”, recuerda la especialista, y destaca que desde el principio se puso a plena disposición de los casi 200 productores que están registrados, ya que una de las preocupaciones principales que tenían era el temor de no ser atendidos ni recibir la asistencia necesaria cuando tuvieran dudas en cuanto a cómo realizar las aplicaciones, los registros e incluso la transición de sus producciones.
“Hoy sabemos que al menos un 60% de los productores registran sus recetas”, dice Campestre, que es ingeniera agrónoma y doctora en Biotecnología y Biología Molecular por la UNSAM, y comenta que durante el primer año de vigencia de lo ordenanza aprovecharon los registros que los productores presentaban a través del sistema para hacer un estudio estadístico que les permitiera detectar en qué cosas debían trabajar más.
Además, aprovechando los datos que obtuvieron en ese primer informe del sistema Tomasa, junto con investigadores de INTECH/CONICET-UNSAM presentaron un proyecto IMPACTAR, también del Ministerio de Ciencia y Tecnología, que resultó seleccionado y mediante el cual pretenden generar índices que permitan conocer el impacto ambiental de la actividad agropecuaria en el municipio.
Otras actividades que buscan promover la agroecología en esta localidad incluyen el desarrollo de una red de radiofrecuencia, junto con una empresa privada, a partir de la cual buscan instalar sensores ambientales para medir qué está pasando en el agua, el aire y el suelo. También hay otros proyectos de ganadería regenerativa, que están llevando a cabo junto con el programa Cambio Rural, del INTA, y están trabajando para desplegar una feria de productores agroecológicos en la ciudad.
“La agroecología no es aplicar una receta, sino que es necesario generar experiencias locales, adaptadas a cada situación, suelo y clima”, explica Campestre, y advierte que por eso hay que trabajar junto con los productores y empezar a visibilizar otras propuestas, para que empiecen a conocer qué pueden hacer y de qué manera. Y agregó: “Más allá de la ordenanza, no podemos decirle al productor que se dedique a otra cosa y que, de un día para el otro, que no aplique más. Todas las zonas de exclusión podrían convertirse en nodos hortícolas, que a futuro incrementen la producción de alimentos locales”.
05 may 2022
Temas: agricultura, Agroecología, Chascomús, Inclusión, INTA, INTECH, MINCyT, ProHuerta, UNSAM