Ciencia abierta e innovación horizontal para el desarrollo

La búsqueda de nuevas formas de conocimiento y de mayor participación ciudadana pueden habilitar nuevos caminos para el desarrollo. Diversos especialistas trazan líneas de acción que respondan a problemáticas comunes en América Latina.

Vanina Lombardi  
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Agencia TSS – “La región está atrapada en formas muy particulares de explotación de recursos naturales que están caracterizadas por ciertas tecnologías, productos, mercados y formas organizacionales”, afirmó la investigadora del CONICET Anabel Marín, miembro del Centro STEPS América Latina y del Centro de Investigaciones para la Transformación (CENIT), y destacó que todos esos factores pueden ser polemizados y transformados. Para eso, “se puede trabajar desde la sociedad civil para cuestionar esas formas de explotación, pero además es muy importante identificar cuáles son las alternativas que ya se están implementando, que tienen el potencial de ofrecer resultados diferentes, más sustentables y jugar un rol muy importante en la transición a sistemas más sostenibles dentro de estas y otras actividades de la economía”.

De ese modo podría sintetizarse el foco central del debate que se desarrolló a principios de noviembre, durante las jornadas de lanzamiento del Centro STEPS América Latina, una iniciativa que forma parte de una red global de investigadores y centros interesados en sustentabilidad y desarrollo inclusivo. El encuentro contó con la participación de investigadores locales y de otros países que reflexionaron sobre problemáticas comunes al desarrollo como la producción de conocimiento y el acceso a él; las relaciones de poder que se manifiestan detrás esa producción; la mercantilización de la información y los recursos; el rol de las instituciones y los marcos regulatorios; y quiénes son los actores involucrados en los procesos de producción, difusión y apropiación del conocimiento.

En este marco se presentaron experiencias puestas en práctica en distintos países del mundo, como la iniciativa de código abierto en semillas Open Source Seed Initiative, que surgió en Estados Unidos frente al avance del patentamiento y la concentración de la oferta de semillas; el proyecto #science4africa, que busca promover el desarrollo científico en ese continente; y el establecimiento del primer protocolo comunitario establecido en Brasil, en la comunidad amazónica de Bailique, que entre otros aspectos busca proteger los saberes de esos pobladores frente a los intereses comerciales que puedan tener sobre ellos las grandes empresas multinacionales.

Se presentaron experiencias puestas en práctica en distintos países, como la iniciativa de código abierto en semillas
Open Source Seed Initiative, el proyecto #science4africa y la Computadora Industrial Abierta Argentina (arriba), entre otros.

También se presentaron iniciativas que se están llevando a cabo en la Argentina, como la Computadora Industrial Abierta Argentina (CIIA), que busca “impulsar el desarrollo tecnológico nacional a partir de una iniciativa libre, tanto de hardware como de software, y darle un pie a las empresas nacionales para que puedan modernizar sus productos con herramientas que componen el estado del arte del diseño de sistemas electrónicos, todo desde una iniciativa libre”, tal como lo relató el ingeniero electrónico Pablo Ridolfi, responsable de hardware de CIAA desde que se inició el proyecto en el año 2013, quien destacó que, desde entonces, se han invertido alrededor de 15 millones de pesos en horas hombre en este desarrollo que hoy está disponible para la industria local.

“El objetivo es generar cambios estructurales en la forma en que se producen y utilizan los conocimientos, que no solo tiene que ver con el valor agregado que generamos sino con cómo lo generamos, con qué herramientas y procedimientos”, sostuvo Ridolfi.

Otros proyectos presentados fueron los impulsados por investigadores de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) para la construcción de viviendas sustentables y para el desarrollo forestal local en zonas del Litoral y la Patagonia, con la participación, el intercambio y la coproducción de conocimientos con los pobladores locales destinatarios de esas tecnologías. “El modelo de desarrollo actual excluye y por eso se piensa en innovación para incluirlos, porque los que quedaron afuera nunca tomaron decisiones”, dijo Paula Peyloubet, arquitecta e investigadora del CONICET y de la UNC, que dirige el programa de “Co-construcción del conocimiento”.

Tecnologías inclusivas y democratización del conocimiento

La búsqueda de nuevas formas de conocimiento diferentes al académico, como el tácito que surge en las empresas o el pragmático que se esconde detrás de los oficios, junto a una mayor participación ciudadana, pueden ser conceptos clave para lograr modelos productivos más sustentables, inclusivos y democráticos, que respeten la diversidad cultural y la voluntad de los actores involucrados en cada territorio.

“El conocimiento, en principio, es científico. Es el conocimiento que está legitimado, el que se tiene por verdadero. En nuestra experiencia, conocimiento también es aquel otro saber que se anida en las personas que no necesariamente son universitarios ni académicos, mucho menos investigadores, pero que transitan por su vida con un montón de elementos que tienen y que aplican a cada instante para resolver problemas”, dijo Peyloubet y consideró que “tenemos que poder integrar ese otro conocimiento al académico”.

El debate tuvo lugar a principios de noviembre, durante las jornadas de lanzamiento del Centro STEPS América Latina, una
iniciativa que forma parte de una red global de investigadores y centros interesados en sustentabilidad y desarrollo inclusivo.

En este sentido, algunos investigadores consideran que una forma de comenzar es facilitando el acceso al conocimiento, por ejemplo a través de las denominadas iniciativas de ciencia abierta, que para Mariano Fressoli y Valeria Arza, investigadores del Centro STEPS América Latina y del CENIT, se basan en la colaboración abierta y la posibilidad de incorporar actores de diferentes disciplinas y lugares a la creación de conocimientos. Ambos desarrollaron un estudio mediante el cual enviaron encuestas a más de 19.000 científicos de diferentes instituciones de toda la Argentina, con una tasa de respuesta menor al 10 por ciento. “Lo interesante es que, de las 1453 respuestas que recibimos, 362 investigadores mencionan que están haciendo prácticas de apertura, tanto en el diseño de la investigación como en la recolección y discusión de la información”, destaca Fressoli e invita a seguir reflexionando sobre el modo en que estas prácticas “pueden ayudarnos a alcanzar los objetivos de desarrollo sustentable y a ver cómo podemos aprender de esto para empezar a construir otras formas de conocimiento que sean más eficientes y al mismo tiempo más creativas, al ser más diversas”.

Arza se refirió al rol que puede ocupar el Estado como articulador de nuevos saberes y consideró que eso “no solo implica poner a disposición una estructura que favorezca la colaboración y compartir lo que uno tiene, sino también modificar alguna forma del esquema de incentivos, para que esto tenga sentido para quienes hacemos investigación en el sector púbico de ciencia y tecnología. Para eso se requiere un cambio institucional y cultural, porque no es solamente un cambio en las exigencias del sistema de evaluación, sino también en cómo nos ven nuestros pares”, afirmó.

El dilema de los recursos naturales

Acorde a las ideas de desarrollo sostenible y las alternativas para lograrlo, no faltó la reflexión sobre el uso y la explotación de los recursos naturales, en la cual se basan muchas de las economías de la región. En este sentido, una de las preguntas que se expuso fue si es posible seguir pensando esas políticas públicas con el formato actual o si en este caso también es necesario buscar un cambio de paradigma o una interpelación al paradigma dominante.

Otro de los proyectos presentados fue el impulsado por investigadores de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC),
para la construcción de viviendas sustentables.

“De alguna manera hemos transitado un nuevo modelo de crecimiento basado en recursos naturales, pero gran parte de las ideas sobre el cierre de la brecha relativa con el mundo desarrollado y que el crecimiento ocurriera en términos de equidad social y de sustentabilidad ambiental todavía no se ha conseguido”, considera el economista argentino Jorge Katz, que se ha desempeñado como director de la División de Desarrollo Productivo y Empresarial de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) y ha publicado diversos trabajos relacionados con tecnología y reestructuración industrial en América Latina. Para Katz, crecer con recursos naturales involucra “un modelo de interdependencias dinámicas entre tres ámbitos distintos del funcionamiento de la sociedad: el ámbito de la producción, el de la regulación y el del impacto sobre la comunidad local”. En este sentido, propuso potenciar la articulación entre esos ámbitos, así como la relación entre las políticas macro y microeconómicas, teniendo en cuenta las diferencias locales y regionales.

“Las prácticas productivas y la manera en que se organiza la actividad de recursos naturales en América Latina tiene asociados múltiples problemas ambientales y sociales, de pérdida de biodiversidad, degradación de suelos, deficiente gestión de productos químicos, desempleo rural y exclusión. Esto nos dice claramente que cualquier modelo de desarrollo que estemos discutiendo, que no aborde estos desafíos, va a estar ignorando el problema central a nivel regional”, agregó Marín. Y dijo que, ante esta situación, en general hay tres posturas: una que tiende a negar el problema y pensar que en última instancia esas externalidades se solucionarán con más mejoras tecnológicas; otra que reconoce los problemas asociados a los recursos naturales pero se centra en utilizar la renta que estos generan para financiar otros actividades productivas que se consideran menos problemáticas; y una tercera postura, más combativa, que propone abandonar o frenar la expansión de las actividades basadas en recursos naturales.

“Hay más trayectorias y alternativas que las que generalmente se reconocen y las barreras de expansión a menudo son más políticas y sociales que económicas y tecnológicas. Entonces, lo más importante a la hora de pensar el desarrollo sustentable son los procesos: cómo se toman las decisiones, con qué instituciones y cómo se involucra a la sociedad en su conjunto en esa toma de decisiones”, sostuvo Marín.