Candotti: “Hay un avance de fuerzas políticas que privilegian intereses particulares”

Ennio Candotti, ex presidente de la Sociedad Brasileña para el Progreso de la Ciencia, pionero en la creación de medios de divulgación científica como Ciencia Hoje y Ciencia Hoy, y actual director del Museo de la Amazonia, habló con TSS sobre la necesidad de que la producción de conocimiento sea considerada un bien público y sostuvo que en América Latina se están revirtiendo políticas que favorecían el desarrollo científico y tecnológico para el bien común.

Por Bruno Massare  
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Agencia TSS — Nacido en Italia pero brasileño por adopción, Ennio Candotti es una referencia ineludible de la política científica de Brasil, país al que llegó a principios de la década del setenta tras formarse como físico en Europa. Candotti fue docente en diversas universidades brasileñas y varias veces presidente de la Sociedad Brasileña para el Progreso de la Ciencia (SBPC), desde donde impulsó publicaciones pioneras de la divulgación científica latinoamericana como la revista Ciencia Hoje y el boletín Jornal da Ciencia. Durante los años ochenta pasó algunos años en la Argentina –que ayudaron a que mantuviera un excelente manejo del español– con el objetivo de crear la revista Ciencia Hoy, basado en la experiencia de su antecesora brasileña.

Ya jubilado como docente universitario, Candotti aceptó la oferta de dirigir el Museo de la Amazonia, en Manaos, y visitó recientemente la Argentina para participar de un homenaje a la socióloga e investigadora del CONICET Otilia Vainstok, fallecida en mayo pasado, quien fuera coordinadora del Comité Nacional de Ética en la Ciencia y Tecnología (CECTE) desde su creación en el año 2001.

Por entonces, se trató del único comité en su tipo en América Latina, ya que los que se habían creado hasta entonces se dedicaban a la bioética: “Este comité es un comité de ética pero en la investigación de la ciencia y la tecnología”, postulaban. Algunos años después se crearía el Programa Bilateral de Ética para la Ciencia y la Tecnología, acordado entre la Argentina y Brasil en noviembre de 2004 y que entró en vigencia en 2006. Los coordinadores eran Vainstok, por la Argentina, y Candotti, por Brasil.

En una entrevista con TSS en el Instituto Leloir, donde se realizó la jornada de homenaje a Vainstok de la que participó, entre otros, el ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, Lino Barañao, Candotti habló sobre la necesidad de defender el dominio público del conocimiento científico “para impedir que el secreto prevalezca sobre la necesidad de garantizar el bien común”, acerca del impacto que hoy tienen los intereses económicos en la investigación científica, el rol que cumplen los periodistas y divulgadores científicos, y sobre por qué es optimista con respecto al futuro de la ciencia y la tecnología en América Latina.

Cómo fue su involucramiento en el Programa Bilateral de Ética para la Ciencia y la Tecnología?

Yo viví en Buenos Aires entre 1987 y 1989, con el objetivo de crear la revista Ciencia Hoy, con el apoyo de diversas instituciones de Brasil y la Argentina, como el Ministerio de Ciencia y Técnica brasileño, el Instituto de Física de la Universidad de Río de Janeiro, el CONICET, la Secretaria de Ciencia y Técnica (SECYT) y la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA). La idea era replicar la experiencia de Ciencia Hoje en Brasil, de la que yo había participado en 1982 y que nació como un medio de divulgación científica de la SBPC. En esos años conocí a Otilia Vainstok y a otras personas que tiempo después integrarían el Comité de Ética. Entre los años 2005 y 2011 fui presidente de la SBPC y el Ministerio de Ciencia y Técnica de Brasil, que por entonces era dirigido por Sérgio Rezende, me nombró coordinador del Comité Bilateral. Esto posibilitó muchos encuentros y un programa de colaboración entre los dos países que finalmente se terminó en 2011, más que nada por discontinuidad del lado brasileño.

«Si perdemos la batalla del dominio público pierden todos y, sobre todo, pierde la ciencia», dice Candotti.

Usted ha destacado la necesidad de que la producción de conocimiento sea considerada un bien público para evitar los abuso de los derechos de propiedad y hace 10 años propuso junto con Otilia Vainstok la creación de un “Habeas Data Naturae”, como un instrumento jurídico para defender el dominio público del conocimiento científico. ¿Podría prosperar una iniciativa de este tipo frente a los múltiples intereses cruzados en el ámbito de la ciencia y la tecnología?

Necesitamos un instrumento de este tipo para cuando se necesitan conocer datos de interés público, para impedir que el secreto prevalezca sobre la necesidad de garantizar el bien común en base a principios fundamentales. Si bien la propuesta no prosperó, sigue siendo un objetivo en el que voy a seguir insistiendo, aunque ahora no haya un terreno favorable, ni en Brasil ni en la Argentina, para una iniciativa de este tipo. Si perdemos la batalla del dominio público pierden todos y, sobre todo, pierde la ciencia.

Durante su exposición sostuvo que estamos viviendo tiempos de profunda crisis en el ámbito ético de la producción de conocimiento. ¿A qué se refería específicamente?

El rol hegemónico de las fuerzas del mercado, de los intereses económicos, está erosionando las raíces de la fertilidad de la ciencia de los últimos dos o tres siglos. En América Latina se están revirtiendo políticas que favorecían la democratización del conocimiento en distintos niveles. En Brasil, por ejemplo, desde hace unos 15 años el Gobierno venía impulsando el uso de sistemas abiertos en la administración pública. Sin embargo, el nuevo Gobierno brasileño, con toda su discutible legalidad resultante de un golpe parlamentario, decidió revocar el uso de software libre. Esto es solo un ejemplo de la profunda crisis que vivimos actualmente y que en América Latina se refleja en el avance de fuerzas políticas que privilegian intereses particulares.

La SBPC hizo pública la Carta de Pernambuco, en la que se hace referencia a la “destrucción en curso del sistema Sistema Nacional de Ciencia y Tecnología” de Brasil. ¿Cómo enfrenta esta situación la comunidad científica?

La declaración de Pernambuco es el resultado de diversas mesas de reflexión organizadas por la SBPC a partir del retroceso que puede advertirse en Brasil en el ámbito de la ciencia y la tecnología. Lo que estamos experimentando es la sustitución de un sistema preocupado por el bien común por otro que favorece los intereses privados, suponiendo que esos intereses son un motor más poderoso para la economía del país que el interés público. Esta política es profundamente cuestionable y sus resultados hasta ahora son desastrosos. Todos hablan de la fusión del Ministerio de Ciencia y Tecnología con el de Comunicaciones, pero eso al final quedó como un detalle operacional. Los que sufren profundamente las políticas del Gobierno no son solo los científicos, sino también los movimientos sociales, la salud, la educación, la agricultura familiar… Y los que ganan son el agronegocio, los intereses financieros y las multinacionales de petróleo. Todo pasa a ser dominado por fuerzas que no tienen ningún compromiso con la sociedad, sino con las tasas de ganancia, y dicen que eso después se va a distribuir, pero no recuerdo que eso haya ocurrido durante otras experiencias de este tipo en Brasil. Eso fue lo que motivó la declaración de la SBPC pero también las hay de otras instituciones. Derechos como el acceso a la salud y a los medicamentos, a la educación y a la información hoy no son considerados elementos fundamentales de las políticas públicas en Brasil.

«Todo pasa a ser dominado por fuerzas que no tienen ningún compromiso con la sociedad, sino con las tasas de ganancia, y dicen que eso después se va a distribuir, pero no recuerdo que eso haya ocurrido durante otras experiencias de este tipo en Brasil», dice el expresidente de la SBPC.

En la Argentina, los recortes presupuestarios en ciencia y tecnología generaron una reacción de la comunidad de investigadores pero no hubo una respuesta acorde de las instituciones científicas, salvo casos aislados. ¿Por qué la Argentina no logró constituir una asociación como la SBPC?

Imagino que todavía hay tiempo para eso. Las sociedades científicas, en la medida en que la crisis se profundice, seguramente van a tener formas de expresión más dinámicas. Hasta los más conservadores tienen sus inquietudes y momentos de toma de conciencia sobre sus responsabilidades. Por eso no creo que una agresión continua sobre las universidades y el sistema de ciencia y tecnología pase desapercibida y sin respuesta. Por lo que sé de mis colegas argentinos, están todos observando lo que pasa y si en el próximo presupuesto hay un recorte desproporcionado habrá una reacción.

A partir de su experiencia en la creación de Ciencia Hoje y también en el Jornal da Ciencia, ¿cómo ve la evolución de la comunicación de la ciencia? En la creación de esos medios el que comunicaba era el científico y con el paso del tiempo ese campo también fue ocupado por los periodistas especializados en ciencia. ¿Cómo ve esa convivencia entre esas dos formas de comunicar?

Cuando empezamos no había una disputa en ese campo porque había menos gente dispuesta a dedicarse a eso que la que se necesitaba. La revolución que ocurrió en estos 30 años fue fabulosa y las noticias sobre ciencia hoy tienen un interés creciente. La velocidad y los canales de comunicación se han multiplicado, no puedo dejar de recordar que cuando hacíamos Ciencia Hoy en los años ochenta yo usaba el télex para comunicarme desde Buenos Aires con Brasil. El periodismo científico ha crecido muchísimo en las últimas décadas y es una especialización necesaria para tener una mirada crítica sobre la ciencia, pero creo que no tenemos que descartar opciones para comunicar, sino preservar y multiplicar los canales. Hay que lograr que se debata sobre ciencia y que llegue a las escuelas ese debate. Me parece un momento muy rico para reflexionar sobre el impacto de la ciencia y la tecnología en la sociedad, en el que los científicos también deben que dar cuenta de lo que hacen.

Sin embargo, en los medios argentinos los espacios para la ciencia y la tecnología se han reducido…

Pero se abren otros. En Brasil pasa lo mismo, los medios tradicionales están en crisis y se han transformado en medios de manipulación, de restricción de la comunicación y de reinterpretación de las noticias. Hay que buscar espacios alternativos, que están teniendo un rol cada vez más activo en los debates públicos y que son un problema para la prensa oficial, que en Brasil está perdiendo mucha influencia. Por ejemplo, a pesar de una masiva campaña de los medios, Lula es cada vez más popular en Brasil.

Las políticas que desfinancian al sistema científico también tiene impacto en los proyectos de desarrollo tecnológico, que en la Argentina se refleja en un congelamiento de sectores como el nuclear y el satelital. ¿Cuál es la situación en Brasil?

Hoy en Brasil gana el agronegocio, la explotación del petróleo y otras industrias relacionadas con los recursos naturales, pero la capacidad de desarrollo tecnológico nacional sin dudas ha dejado de ser prioridad. La pregunta es: ¿Pueden estas políticas destruir la capacidad instalada de desarrollo tecnológico? Sí, es posible. Pero que ya lo hayan logrado, bueno, eso no creo que sea así, porque las estructuras montadas no son tan fáciles de desarmar, no va a ser tan inmediato. Por ejemplo, en la Argentina, las capacidades para fabricar centrales nucleares están arraigadas y son estructuras que van a resistir, aunque puede ser que hibernen un poco, como durante el tiempo de Menem, o como pasó en Brasil con Collor de Melo, donde se atravesaron tiempos difíciles pero que que no alcanzaron para destruir las capacidades. Por otro lado, en ambos países ya hemos pasado por esto. Hay una capacidad de resistencia que debe ponerse en práctica, con lucha y con denuncia.

¿Entonces es optimista con respecto al futuro de la ciencia y la tecnología en América Latina?

Soy optimista porque no todo es controlado por los intereses del mercado. Sin dudas hay también un poco de deseo en mis palabras, pero ser optimista no es una opción, es una necesidad. Además, la historia muestra que siempre surgen formas de burlar las restricciones que se imponen porque son construcciones humanas que tienen sus fallas. En esto, los diversos canales de comunicación que hoy tenemos disponibles juegan un rol fundamental, porque, hasta hace poco tiempo, para lograr que una noticia tuviera circulación internacional hacía falta un esfuerzo inmenso. Hoy, si es algo relevante, en minutos puede difundirse en todo el mundo. En contraposición, también son necesarios modos más lentos de comunicación y de reflexión sobre la ciencia, hay que afinar la capacidad para descartar lo que es falso, que hoy abunda con gran facilidad de dispersión. Y vuelvo a lo que creo que es la madre de todas las batallas: el dominio público. No debemos perder de vista que en esta tensión, que no es nueva, los intereses particulares hoy están avanzando sobre el bien común, como pasa, por ejemplo, con los derechos de propiedad sobre las pruebas clínicas, que en muchos impiden fabricar medicamentos accesibles para todos y no solo para quienes pueden pagarlos.


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