La asamblea anual ordinaria de la Asociación Física Argentina (AFA) emitió una resolución en la que exige la renuncia del ex ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, Lino Barañao, y del titular del CONICET, Alejandro Ceccatto. Gustavo Monti, presidente de la AFA, habló con TSS sobre las razones de este pronunciamiento y acerca de los daños que está sufriendo la investigación científica en la Argentina.
Agencia TSS – En la toma de posición más dura que la Asociación Física Argentina (AFA) realizó durante los últimos años ante el creciente deterioro de las condiciones para hacer investigación y desarrollo en el país, la mayor organización de investigadores y docentes universitarios de Física de la Argentina hizo pública una resolución en la que reclama la renuncia del ex ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva (MINCYT) y actual secretario, Lino Barañao; y del presidente del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), Alejandro Ceccatto.
La AFA posee cerca de 1000 miembros y cuenta con ocho filiales (Buenos Aires, Bariloche, Córdoba, La Plata, San Luis, Santa Fe, Tucumán y Sur). Todos los años, la AFA realiza su asamblea anual ordinaria, en la que participan sus socios activos y honorarios. La Asamblea 2018 se llevó a cabo en la Ciudad de Buenos Aires el 19 de septiembre y de su seno surgió esta toma de posición cuya dureza no proviene solo del contenido del documento, sino también por haber sido hecha en formato de resolución, lo que obliga a sus asociados a expresarse en consonancia con ella.
Durante el encuentro, Gustavo Monti fue ratificado por un nuevo período de dos años como presidente de la AFA. Monti, vicedecano de la Facultad de Matemática, Astronomía, Física y Computación (FAMAF) de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), doctor en Física e investigador independiente de CONICET, habló con TSS sobre cómo se gestó esta resolución, el deterioro de las condiciones de investigación en la Argentina y la necesidad de una política nacional que impulse la ciencia y la tecnología.
En la última asamblea de la AFA hubo una resolución pidiendo la renuncia del ex ministro Lino Barañao y de Alejandro Ceccato, el presidente de CONICET. ¿Por qué una toma de posición tan fuerte por parte de la AFA?
Sí, fue una toma de posición muy fuerte, aprobada casi por unanimidad y por pedido de un buen número de socios presentes en la asamblea anual. También se incluyó un listado de acciones concretas a realizar en vista de la situación de la ciencia y la tecnología en el país. La gente exige acciones que vayan más allá de las meras declaraciones. La AFA ha hecho muchísimas declaraciones, algunas propias, otras en conjunto con el Encuentro Permanente de Asociaciones Científicas, que funciona en el marco de la Asociación Argentina para el Progreso de la Ciencia (AAPC), pero durante la asamblea nos pedían algo más y entonces se decidió aprobar varios puntos de acción. Uno de los puntos fue la resolución sobre Barañao y Ceccatto; otro, fue la firma y la solicitud a los miembros de la asociación para que adhieran a una nota que han realizado científicos argentinos y extranjeros denunciando la situación de la ciencia y la tecnología en el país. Otra de las acciones es solicitarle a la Unión Internacional de Física Pura y Aplicada (IUPAP), que es la mayor organización de físicos del mundo, que su presidente emita una nota denunciando la grave situación de la ciencia en Argentina. El año pasado se hizo la asamblea de la IUPAP en Brasil y en esa oportunidad se aprobó elevar una nota del presidente de la IUPAP al presidente Temer, para hacerle ver el perjuicio que tiene para cualquier país recortar los fondos para el sistema de ciencia y tecnología. Eso lleva a una degradación del nivel de vida y del bienestar de los ciudadanos.
¿El pedido de renuncia de la AFA a Barañao y Ceccatto estuvo motivado por la degradación que hace el Gobierno nacional del MINCYT?
Por varias cosas. Una es la degradación, pero también por la falta de todo tipo de acción por parte del ex ministro, que simplemente tomó como algo aparentemente natural la degradación de ministerio a secretaría y, por otra parte, la paralización del CONICET. Este organismo hoy solo está pagando sueldos y no se ve ninguna postura firme de su presidente para revertir la actual política de ciencia y tecnología y la disminución de recursos. En los últimos años hubo una serie de acciones que, si bien algunas no afectaron directamente al ex ministerio o al CONICET, sí afectaron al desarrollo en general de la ciencia y la tecnología en el país. El primer caso fue la paralización de la producción de satélites y, posteriormente, la privatización de la comercialización de sus señales. La paralización de la construcción de las nuevas centrales nucleares, que están paradas y hubo infinidad de despidos. La situación en el INTI (Instituto Nacional de Tecnología Industrial). Los ataques a científicos por parte de los medios que son afines al Gobierno, como en el caso de [Adriana] Serquís, quien realizó un análisis científico de unas muestras para detectar residuos de pólvora en el caso de la muerte de Rafael Nahuel e inmediatamente fue atacada tildándola de kirchnerista y opositora. Por parte de las autoridades nacionales en el área de ciencia no se percibió una respuesta adecuada a esos ataques. También está el caso de Ricardo Villalba, por el relevamiento de las áreas críticas de los glaciares, donde intervino la Justicia pero tampoco desde el CONICET se le ofreció el suficiente apoyo. Esta persona se tuvo que arreglar sola porque está imputada de una manera absolutamente ridícula, por desconocimiento del juez sobre cómo se aplican la ciencia y la técnica en el relevamiento de glaciares. Como figura en la resolución de la asamblea, creemos que hay un agotamiento de la gestión de Barañao y Ceccatto.
¿Hubo alguna respuesta al pronunciamiento de la AFA por parte del Gobierno, de Barañao o de Ceccatto?
Todavía no recibimos nada. Quizás porque no ha sido muy difundido, aunque está en las redes y en algunos sitios de Facebook.
Hay algunos sectores dentro de las ciencias que tienen posiciones ideológicas más conservadoras pero que en algunos pronunciamientos previos fueron críticos de las políticas del Gobierno nacional. ¿Estas personas o sectores hicieron sentir su voz en esta asamblea de la AFA?
Dentro de la asamblea hubo casi un acuerdo total. No hubo nadie que estuviera en desacuerdo con la solicitud de renuncia.
¿Cómo ve la perspectiva de la Física hoy en la Argentina? Usted enumeró una serie de situaciones negativas que se están viviendo. ¿Dónde cree que se podrían producir los daños más grandes, las consecuencias más difíciles de revertir?
Hay varios daños graves. Uno es en la incorporación de recursos humanos, donde se está produciendo un daño muy difícil de revertir. Quienes no consiguen incorporarse al sistema de ciencia y tecnología nacional, particularmente en Física, buscan una salida en el exterior y es muy difícil que después regresen. Por otro lado, con la situación actual, a las personas que quieren regresar al país, que es lo que se estaba dando, uno tiene muy poco para ofrecerles. El otro aspecto importante en el área de Física es el deterioro en cuanto a equipamiento experimental. No sólo en la renovación de ese equipamiento, sino también en su mantenimiento. Este aumento terrible del dólar hace casi inviable, a veces, mantener equipos que están funcionando. Otro problema serio es que, al no tener un país que apoye fuertemente el desarrollo tecnológico e incentive a las empresas a trabajar en eso, la salida que le queda al científico, y en particular al físico, es la investigación en el ámbito público, sea en universidades o en institutos del CONICET. Está claro que si uno quiere que el país siga creciendo en ciencia y tecnología no puede depender del Estado como un empleador de científicos, sino que tiene que haber algunas salidas alternativas al trabajo puro de investigación. Pero mientras no haya una política nacional, que incluso vaya más allá de la política científica, va a ser muy difícil porque, obviamente, en algún momento el sistema llega a un agotamiento.
La falta de recursos no sólo obtura la posibilidad de generar nuevos espacios, sino que al interior de los organismos públicos reedita un viejo debate en la ciencia argentina entre lo teórico y lo aplicado. Cuando no hay plata es más fácil refugiarse en actividades teóricas que no requieren tanta inversión en equipamiento. ¿Cómo ve este fenómeno?
En la reunión de la AFA estuvo Fernando Stefani –investigador Principal del CONICET, profesor de Física Experimental de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires y vicedirector del Centro de Investigaciones en Bionanociencias (CIBION)– quien brindó una conferencia sobre la situación de la ciencia y la tecnología en el país. Stefani presentó ejemplos europeos y estadounidensese sobre un tipo de instituciones intermedias que vinculan la investigación básica con un resultado final de aplicación tecnológica. Esas instituciones público-privadas tienen un vínculo firme con la academia y con la empresa que finalmente desarrolla el producto y lo pone en el mercado. Stefani mostró que, históricamente, también se dio en Estados Unidos y Europa esa separación entre la ciencia básica y lo aplicado, y que la solución que encontraron fue generar estos consorcios que se encargan de determinar cuáles son las posibles aplicaciones de la investigación básica, analizarla, llevarla a un estado intermedio y luego, finalmente, a las más viables ponerlas en el mercado.
¿Qué instituciones o entidades podrían cumplir un rol similar en la Argentina?
INVAP podría ser una. Quizás también se pueda ver cómo adaptar a esa función a los institutos públicos de tecnología, como el INTI y el INTA (Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria), que tienen científicos que provienen del CONICET y las universidades, además de poseer un vínculo muy fuerte con la industria privada. El INTA tiene grandes desarrollo de productos y el INTI, aparte de los desarrollos tecnológicos, aporta todo su conocimiento de certificación a las empresas nacionales. La Argentina es un país muy curioso, tenemos al INTA y sin embargo le pagamos regalías a empresas extranjeras para comprar las semillas que se siembran en nuestros campos. ¿Cómo no tenemos nuestras propias patentes y empresas nacionales que produzcan las semillas mejoradas que necesitamos sin tener que depender de un Monsanto? Esas son deudas que ha tenido la Argentina. Eso ni siquiera cierra con la decisión de que el país sea un productor de materias primas, ya que al menos la tecnología de esos productos primarios debería ser potestad del país y es algo que no hemos logrado. Para mí eso es difícil de entender.