Transformar el delta

En el Taller de Arquitectura y Urbanismo organizado por la UNSAM, investigadores, docentes y estudiantes reflexionaron sobre estrategias de desarrollo para la preservación del medioambiente en el bajo delta del río Paraná.

Por Nadia Luna  
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Agencia TSS La cuarta edición del Taller de Arquitectura y Urbanismo (TAU) tuvo una premisa central: conocer el territorio para transformarlo de manera sostenible. El encuentro, realizado en el Campus Miguelete, convocó a alumnos y docentes de la carrera de Arquitectura de la UNSAM y de otras universidades, y puso el foco en el delta del río Paraná desde una perspectiva integradora. Allí se habló sobre las características heterogéneas de ese territorio, de la gran biodiversidad que alberga, de la situación de vulnerabilidad de muchos productores y pescadores que trabajan en la zona, y de los riesgos a los que se enfrentan, como lasinundaciones, la presión inmobiliaria sobre las tierras y las distintas formas de contaminación.

Organizada por la Unidad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo (UA) y por el Instituto de Investigación e Ingeniería Ambiental (3iA), la actividad contó con una serie de charlas de especialistas de la UNSAM y de otras instituciones, e incluyótalleres en los que se aplicaronalgunas de las ideas expuestas en el transcurso del ciclo.

En la apertura, el decano de la UA, Fabián de la Fuente (arriba en la foto), explicó: “Proponemos el TAU como un ámbito de incentivo al conocimiento de este gran ecosistema que es el delta argentino con el objetivo de desarrollar ideas para su transformación. Se trata de un bien público importantísimo que hoy tenemos la responsabilidad de preservar”.

Patricia Kandus, doctora en Ciencias Biológicas y directora del Laboratorio de Ecología, Teledetección y Ecoinformática (LETyE) del 3iA, caracterizó al delta como un gran mosaico de humedales.

En ese marco, el coordinador del Laboratorio de Arquitectura y Urbanismo de la UNSAM, Diego Garay, realizó una introducción al área de trabajo y recurrió a los números para explicar la importancia del territorio. El bajo delta del río Paraná forma parte de la región metropolitana de Buenos Aires y es la porción terminal del delta, cuya totalidad se extiende entre la Argentina, Uruguay, Bolivia, Paraguay y Brasil. Toda esa región alberga unos 102 millones de habitantes y nada menos que el 30% del agua dulce del mundo. En la porción correspondiente al área metropolitana habitan 15 millones de personas, lo que representa un 35% de la población de la Argentina. Además, el 46% del producto bruto interno (PBI) se produce en esa zona, donde uno de los problemas centrales es la contaminación: el 45% de los hogares carece de red cloacal.

Patricia Kandus, doctora en Ciencias Biológicas y directora del Laboratorio de Ecología, Teledetección y Ecoinformática (LETyE) del 3iA, caracterizó al delta como un gran mosaico de humedales: “Se trata de sistemas con características muy diversas. Lo que define a los humedales es su funcionamiento, es decir, la gran cantidad de beneficios que brindan a la sociedad. Al no ser ni acuáticos ni terrestres, estos sistemas fueron tradicionalmente vistos como áreas inútiles, por lo que, desde el punto de vista de la producción, no se los consideraba (había que rellenarlos y transformarlos en terrestres o dragarlos y convertirlos en acuáticos). A partir de la década de los ochenta, algunos estudios empezaron a demostrar que los humedales aportan una gran variedad de servicios a la población”.

Kandus también llamó la atención sobre la construcción de barrios cerrados en la zona del delta, en la que el proceso de dragado y rellenado ha generado un impacto acumulativo: “Debido a la modificación del balance hídrico, zonas que antes eran secas ahora se inundan. Es necesario replantear los modos de continuidad de la construcción. Los costos de volver atrás serían muy grandes, pero se pueden aprender lecciones para el futuro”.Su colega del 3iA, Rubén Quintana, abordó las características de la biodiversidad del delta. “La gran heterogeneidad ambiental se traduce en una importante oferta de hábitats para la fauna silvestre. Se han descripto en la región 543 especies de animales y más de 700 de plantas. Sin embargo, muchas especies han visto interrumpida su migración a causa de la deforestación de bosques y la construcción de represas”, advirtió el investigador.

El ingeniero Carlos Rossi (también del 3iA) habló sobre las actividades productivas que se realizan en la región, entre las que se destaca el sistema silvopastoril, que combina la producción de madera y otros productos como carbón y forraje con cierto tipo de ganadería. “Son sistemas productivos que permiten conservar características naturales del ambiente y generar diversos productos”, afirmó.

Otro de los expositores fue Claudio Baigún, director del Laboratorio de Ecología Pesquera Aplicada del 3iA, quien habló sobre la situación de vulnerabilidad de los pescadores de la región. “La pesca artesanal es una de las actividades más tradicionales del delta, pero, al ser sistemas de producción de pequeña escala, poseen baja visibilidad socioeconómica y no tienen mucha presencia en las agendas gubernamentales. Hay un manejo verticalista, en el que el Estado toma decisiones con escasa participación de los pescadores. Existe una gran diferencia entre la cantidad de dinero que reciben ellos y la que entra por la exportación del producto, lo que contribuye a mantenerlos en un estado marginal”, explicó. Y agregó: “Si hoy les preguntan a los pescadores qué quieren, lo primero que dicen es no quieren que sus hijos sean pescadores”.

En cuanto a los desafíos que se plantean las instituciones que trabajan en el delta, el investigador del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) Adrián González propuso alternativas de mejora a la situación de los productores que desarrollan actividades sostenibles. “Habría que pensar en la aplicación de sellos y marcas que identifiquen el origen de los productos; el desarrollo de innovaciones técnicas que les permitan a los productores adaptarse a las condiciones ambientales de la zona; la mejora de los servicios de transporte para optimizar la circulación de los productos; y el impulso a la participación colectiva entre organizaciones territoriales, institutos de investigación y actores locales”, concluyó el especialista.

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