La reactivación de una comunidad como legado olímpico

Los Juegos Olímpicos de 2012 fueron una oportunidad para transformar una zona marginal de Londres, en Inglaterra. TSS habló con Paul Brickell, director de la organización que llevó a cabo la regeneración física, social y económica de ese territorio.

Por Nadia Luna  
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Agencia TSS “Con la realización de los Juegos Olímpicos en esta parte de la ciudad, el patrimonio más duradero será la regeneración de toda una comunidad”. Ese fue el pronunciamiento con el que Londres ganó el privilegio de ser sede de los Juegos Olímpicos 2012. Una prerrogativa que también significó la oportunidad de transformar la zona este de esa ciudad, caracterizada por la marginalidad de sus barrios, en un nuevo centro metropolitano. Eso se tradujo en la construcción de 2500 hogares, un clúster de universidades y empresas tecnológicas, parques públicos einstalaciones deportivas, y la generación de 15.000 nuevos puestos de trabajo. Una vez finalizados los Juegos Olímpicos, la Corporación de Desarrollo del Legado de Londres (LLDC) se hizo cargo del ambicioso plan de transformación urbana.

En el marco del Taller de Arquitectura y Urbanismo (TAU) 2016, destinado a alumnos y docentes de arquitectura de todo el país, Paul Brickell, director ejecutivo de Alianzas de Regeneración y Comunitarias de la LLDC, brindó una conferencia en la UNSAM sobre el rol de los Juegos como catalizador de la regeneración física, social y económica de la zona este de Londres. En esa cuarta edición del TAU, los participantes se abocaron a reflexionar y desarrollar estrategias de intervención en el bajo delta del río Paraná.

En su conferencia, Brickell comparó las características de ambas regiones e indicó que la zona del delta estudiada por los alumnos e investigadores de la UNSAM es un área mucho más grande que la que ellos intervinieron y que, por lo tanto, implica un desafío mayor. No obstante, y más allá de las diferencias, el especialista identificó la coincidencia de preocupaciones similares vinculadas a la construcción sustentable, la preservación de la biodiversidad y la prevención de inundaciones, además de una búsqueda del beneficio de la población local a partir de las transformaciones urbanas.

Brickell recordó cómo, a lo largo de los últimos dos siglos, se desarrolló en el este londinense la ingeniería de ferrocarriles más importante de Europa. Sin embargo, a partir de 1970, los muelles que proliferaban a orillas del río Támesis comenzaron a cerrar, y en tan solo diez años las industrias desaparecieron, lo que tuvo un impacto social profundo y negativo. En los ochenta, las autoridades de Londres se plantearon tres nodos de desarrollo en los centros urbanos de Canary Wharf, Royal Docks y Stratford. Y, si bien lograron transformar al primero en un exitoso distrito de servicios financieros con la tasa de crecimiento de empleo más alta de Europa, al mismo tiempo, esa zona de Londres también llegó a registrar la mayor tasa de desempleo, dado que los nuevos puestos de trabajo no se adecuaban a las aptitudes de los habitantes locales y estaban destinados a profesionales de otras regiones del país.

“Lo interesante es que la idea no fue un invento del Gobierno, sino que fue concebida por las comunidades del lugar», dijo Brickell.

A partir de esa experiencia frustrada, para el siguiente nodo, en Stratford, decidieron planificar la transformación urbana en función de las necesidades de trabajo locales. Así, en 1999 ese centro urbano fue propuesto para la realización de los Juegos Olímpicos 2012. “Pensamos que sería la mejor manera de atraer la inversión del sector público y privado para luego hacer todo lo que teníamos proyectado”, dijo Brickell.“Lo interesante es que la idea no fue un invento del Gobierno, sino que fue concebida por las comunidades del lugar. A partir de allí, logramos convencer a las autoridades locales y a las del Reino Unido de que el proyecto valdría la pena”.

Londres se comprometió no solo a desarrollar todo lo necesario para albergar la competencia olímpica, sino también a reutilizar esas instalaciones tras la finalización de los Juegos en beneficio de la comunidad. Esa responsabilidad, indicó Brickell, logró sobrevivir a los cambios de Gobierno y sigue en pie, ya que involucra un plan a 20 años. Y destacó: “Hay que tener en cuenta que lo que se hizo no solo representa un beneficio para las comunidades, sino que también le ahorra 6.000 millones de libras por año al Gobierno británico, la suma de dinero que implicaba mantener a esa parte pobre de Londres”.

La LLDC fue la responsable de transformar el parque olímpico en un espacio público que pudiera ser disfrutado por toda la comunidad. Para eso, contrataron a trabajadores de la zona y les compraron los insumos a empresas nacionales. Además, pusieron énfasis en la sustentabilidad para preservar la biodiversidad y evitar inundaciones. Según Brickell, el último invierno llovió mucho y “los parques respondieron bien”, con el agregado de que las aguas residuales allí son tratadas y reutilizadas para riego. Del viejo parque olímpico se mantuvieron los espacios deportivos y el gran estadio multipropósito.

La villa olímpica hoy cuenta con 2.500 nuevos hogares, de un total de 10.000 que se proyectan construir de acá a diez años. “Un desafío importante fue diseñar construcciones económicamente accesibles, ya que en Londres el precio de los alquileres aumentó mucho. Nos ha ido bastante bien, pero podríamos mejorar”, reconoció Brickell. También, señaló que la realización de los Juegos Paraolímpicos estableció nuevos parámetros de accesibilidad, a partir de los cuales se buscó erigir una ciudad con edificios, parques y espacios públicos accesibles para personas con discapacidad y adultos mayores.

“Otra cosa que hicimos fue trabajar duro con los jóvenes y estimularlos a participar de la transformación de la ciudad”, amplió Brickell. “Logramos generar unos 15.000 puestos de trabajo y creemos que aumentarán a 40.000. Si no hubiéramos aprovechado los Juegos Olímpicos como catalizador, todo aquello hubiera sido sueño inimaginable”, concluyó.

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