En menos de una semana y tras la devaluación del peso, los medicamentos aumentaron entre un 4 y un 30%. En los últimos tres años, el incremento en estos productos ha oscilado entre un 200 y más de un 600%, lo que lleva a que haya cada vez más personas que deben abandonar o suspender sus tratamientos.
Agencia TSS – La devaluación del peso de la semana pasada, tras conocerse los resultados electorales de las PASO, se hizo sentir rápidamente en diversos rubros de la economía y el ámbito de la salud no fue la excepción. El martes posterior a las primarias, los medicamentos llegaban a las farmacias con subas que oscilaban entre un 4 y un 20%, según el producto, a partir de datos registrados por el Centro de Profesionales Farmacéuticos Argentinos (CEPROFAR). De ese modo, se profundiza una tendencia marcada por la disminución en la venta de medicamentos, lo que implica que son cada vez más las personas que se ven obligadas a abandonar o suspender tratamientos.
“Son productos muy populares, como anticonceptivos, ibuprofeno, omeprazol y paracetamol”, detalla Rubén Sajem, miembro de la comisión directiva de CEPROFAR, y agrega que hay una situación de “poca colaboración” por parte de las droguerías y distribuidoras que, habilitadas por la falta de regulación e intervención estatal sobre los precios, utilizan distintas estrategias para protegerse: «La que no sabe qué hacer, no vende y espera. Eso no debería ser así porque hablamos de medicamentos y salud, la gente no puede esperar una semana para comprar”.
El especialista explica que, a diferencia de lo que ocurre con otros productos, en el caso de los medicamentos el precio de venta al público no es definido por las farmacias: “Los porcentajes se incrementan de acuerdo con la estrategia comercial de cada laboratorio”, afirma Sajem y advierte que está desapareciendo lo que se conoce como elasticidad de la demanda, que era característica de este sector, según la cual lo esperable es que estos productos se sigan vendiendo a pesar de las variaciones en los precios. “Se dice que, si aumenta el precio, la gente se va a privar de otras cosas pero lo último que va a dejar de comprar es el medicamento. Sin embargo, está bajando la dispensa, la gente no puede pagar”.
Según un relevamiento de CEPROFAR, en el año 2018 hubo una caída de la dispensa de medicamentos en farmacias del 5,1%, que equivale a 38 millones de unidades de remedios que no se han vendido. Esta situación continúa este año y, hasta marzo pasado, se advierte una “preocupante” disminución en las ventas de medicamentos recetados, en muchos casos para enfermedades crónicas como diabetes, colesterol, hipertensión arterial, antiepilépticos, analgésicos, ansiolíticos, enfermedades de próstata, enfermedades de la sangre, dermatología y glaucoma. Las cifras de este relevamiento también muestran una disminución en la venta de antibióticos y de productos para prevención y diagnóstico de enfermedades.
Remedios en alza
“El año pasado se entregaron un millón menos de vacunas y la baja en la dispensa general de medicamentos fue notable”, se lamenta Sajem. Un relevamiento realizado por el Observatorio de CEPROFAR sobre el aumento de precios de medicamentos ha detectado incrementos que van de un 20% a un 33%, en el caso de medicamentos para enfermedades crónicas, durante los primeros meses del año (hasta mayo de 2019), pero que oscilan entre un 250% y un 671% si se considera la variación entre diciembre de 2015 y mayo de 2019. De manera similar, otros medicamentos de uso habitual registraron aumentos de entre un 6% y un 27% en los primeros meses de este año, que se traducen en incrementos de entre un 213% y 689% cuando se considera la variación entre diciembre de 2015 y mayo de 2019.
Un caso particular es el de los anticonceptivos: “Las marcas más conocidas los aumentaron un 400% en los tres últimos años. Durante el primer trimestre de este año, se registró una disminución en la dispensa del 7%, equivalente a casi 500.000 unidades. A pesar de eso, la semana pasada aplicaron otro incremento de hasta un 20% en los precios y hoy cuestan entre 600 y 700 pesos”, subraya Sajem.
Los medicamentos antihipertensivos, cardiovasculares, antidiabéticos y analgésicos también registraron aumentos de alrededor del 400% en los últimos tres años, y la semana pasada siguieron aumentando: un 7% los antihipertensivos, un 10% los antidiabéticos, hasta un 20% los analgésicos y un 7,5% los antisépticos. De la mano del alza en los precios, la disminución en la dispensa en farmacias fue de 7,5% en medicamentos para enfermedades metabólicas, 10% para sistema nervioso, 16% para sistema respiratorio, 16% para dermatología y 10% para antiparasitarios.
El aumento según cada medicamento
Otro de los sectores más perjudicados es el de las personas mayores. Al respecto, un informe del Centro de Economía Política de Argentina (CEPEMA) destaca que se modificaron las condiciones para que los afiliados puedan acceder a los medicamentos con subsidios del 100% (Resolución 005 de PAMI), lo que reduce la cantidad de beneficiarios, y advierte que la jubilación mínima se incrementó un 201% de mayo de 2015 a junio de 2019 pero la inflación de los medicamentos más utilizados por este grupo etario alcanzó un 314% a mayo del 2019. En el caso de ciertos medicamentos esenciales llegó a superar el 784%.
El mismo informe indica que, en los primeros meses de este año (hasta mayo de 2019), los precios de los 50 medicamentos más requeridos por los jubilados se incrementaron un 4,2% en promedio, mientras que los 10 medicamentos que más aumentaron en ese mismo período alcanzaron el 7,9% de incremento promedio, y hubo aumentos de hasta un 9,2%.
Sin salud y con menos trabajo
La baja en las ventas de medicamentos no solo se traduce en más personas que se ven obligadas a abandonar o suspender sus tratamientos. “También se perjudican las farmacias más pequeñas, que no pueden resistir a esta situación y son las primeras que sufren los problemas de financiamiento con las obras sociales y la baja en su facturación”, advierte Sajem, que también es titular del Colegio de Farmacéuticos y Bioquímicos de la Ciudad de Buenos Aires, y afirma que “las farmacias grandes tienen su propia droguería y el laboratorio nunca le corta la provisión, pero a las farmacias chicas no las protege nadie”.
Según datos que reciben en CEPROFAR, se estima que durante el último año han cerrado alrededor de 500 farmacias en todo el país y 40 en la Ciudad de Buenos Aires, aunque aclara que dichas cifras solo sirven como una referencia demostrativa pero no pueden ser tomadas como concluyentes, ya que la situación del sector varía en las distintas partes del país. Por ejemplo, hay provincias que protegen a las pequeñas farmacias, mientras que otras han liberalizado tanto la apertura que hasta pueden ser sociedades anónimas.
“Muchas veces, las farmacias pequeñas o medianas que están en dificultades son compradas o absorbidas por una cadena. Entonces, parece que sigue funcionando pero en realidad se ha perdido la libertad de criterio que puede tener un farmacéutico y pasa a ser parte de los criterios comerciales de una cadena”, agrega Sajem, y advierte que aunque parezca poco el porcentaje de farmacias cerradas –de entre un 3 y un 4%, considerando el total de 13.300 farmacias en todo el país y las 1.500 porteñas–, “ya nos pone en alerta, porque la farmacia normalmente no cierra, puesto que es muy difícil habilitarla. Hoy muchas están sobreviviendo, esperando que la situación cambie”.
22 ago 2019
Temas: Desigualdad, Economía, Inflación, Medicamentos, Política sanitaria, Remedios, Salud