La Universidad Nacional de Río Cuarto fue sede de una jornada de reflexión sobre qué tipo de ciencia y tecnología necesita la Argentina. Educación, energía, telecomunicaciones, agricultura familiar y producción pública de medicamentos fueron algunos de los ejes de un debate del que participaron trabajadores de los sectores científico y productivo.
Agencia TSS – Frente a los sucesivos recortes en el presupuesto para ciencia y tecnología realizados por el Gobierno liderado por Mauricio Macri, la comunidad científica argentina se organizó de diversas maneras para enfrentar y denunciar el ajuste en el sector. A dos meses de concretarse una alternancia si se mantienen los resultados de las PASO, el desafío principal para los trabajadores del sistema científico y universitario es definir qué tipo de desarrollo científico necesita el país en los próximos años y de qué manera se articulará con el sistema productivo, con el objetivo de volver a poner en marcha laboratorios desmantelados, pymes en quiebra y comercios cerrados.
Con ese eje, el sábado pasado la Universidad Nacional de Río Cuarto (UNRC) abrió sus puertas para una jornada de reflexión sobre el modelo científico-tecnológico argentino. Este encuentro fue el tercero de una serie de jornadas que comenzaron el 29 de junio en la Universidad Nacional de Hurlingham (Buenos Aires) y siguieron el 28 de septiembre en la Universidad Nacional del Comahue (Bariloche). En esta ocasión, la organización estuvo a cargo del Observatorio de Ciencia y Técnica de la UNRC, y contó con el apoyo de la Plataforma Pueblo y Ciencia, y del colectivo Trabajadores de Ciencia y Técnica UNRC.
“La jornada nos permitió discutir qué modelo científico-tecnológico tenemos actualmente y los desafíos de cara a los próximos años para lograr un sistema que acompañe a un modelo de país más inclusivo. Participaron no solo investigadores, sino también integrantes del sector productivo como cooperativas del sector industrial de Río Cuarto, colegios profesionales y asociaciones. En las próximas semanas, plasmaremos las conclusiones en un documento con la idea de que sea un aporte a las futuras políticas del sector”, le dijo a TSS el ingeniero Nicolás Malinovsky, integrante de Pueblo y Ciencia.
El encargado de dar inicio a la jornada fue el rector de la UNRC, Roberto Rovere. Posteriormente, se desarrolló un panel de apertura con especialistas de diversas áreas, del que TSS participó para reflexionar sobre el ejercicio de comunicar de la ciencia desde una perspectiva política. También se abordó la problemática de las economías de plataforma, como Uber y Rappi, que rompen el entramado productivo y disputan el terreno de las economías regionales. “Tampoco se puede negar la fragmentación social que produce la tecnología: hay que reflexionar sobre cómo encausarla para que mejore la calidad de vida y no sea excluyente”, señaló Malinovsky.
En ese sentido, el ingeniero Arístides Silvestris, miembro del Observatorio de CyT, destacó el trabajo de ARSAT a la hora de llevar tecnología a las poblaciones alejadas. “En aquellos lugares donde las empresas telefónicas no invierten porque no es redituable tiene que invertir el Estado, porque tener acceso a la información es achicar la brecha del conocimiento y acceder al conocimiento es poder”, sostuvo. Por su parte, el físico Diego Hurtado, investigador y profesor de la Universidad Nacional de San Martín, remarcó la necesidad de impulsar una agenda de ciencia y tecnología desde los municipios, para lograr una mejor articulación con pymes locales y pequeños productores.
“La agricultura familiar aporta el 65% de los alimentos en la Argentina pero el Gobierno desfinanció este sector. También hay que discutir la logística de distribución de los alimentos, que encarece toda la cadena productiva. Por lo tanto, el precio de la leche también tiene que ver con ciencia y tecnología. Hay que apostar a las economías regionales y sobre eso el INTA y las ciencias sociales tienen mucho conocimiento para aportar. El CONICET y las universidades tienen que ser la red neuronal que articule el sistema científico con el productivo”, dijo Hurtado. Además, señaló que una gran deuda a saldar es el impacto que genera el sistema extractivista: “Si no hay política de sustentabilidad ambiental, el costo lo pagan los pobres”.
La jornada siguió con un trabajo dividido en tres comisiones: agro, alimentos y biotecnología; modelo energético; y telecomunicaciones. Delfina Di Lorenzo, trabajadora del sector nuclear e integrante de Pueblo y Ciencia, participó de la comisión de energía y contó: “Se propuso pensar en qué tipos de energía necesitamos impulsar para lograr un desarrollo social y productivo que beneficie a las grandes mayorías. En ese sentido, se criticó el modelo energético impulsado por el macrismo, más vinculado a la financiarización, y se sugirió un modelo de renovables que incluya el desarrollo nacional de tecnología. También se habló del litio como otro recurso importante y la necesidad de articular un desarrollo regional con Bolivia y Chile”.
El panel de cierre de la jornada abordó los desafíos del vínculo entre ciencia y educación. El médico veterinario Julián Parada, investigador del CONICET y docente de la UNRC, contó que cuando comenzó su carrera profesional notó que se estaba haciendo docencia con manuales provenientes de otros países. “Es necesario generar nuestro propio conocimiento para transferir en la enseñanza. Pero ahí surge un problema: en la carrera de investigador, el CONICET otorga mayor puntaje a los trabajos publicados en revistas de alto impacto. Eso muchas veces lleva a que los investigadores se concentren en eso y no en la docencia de conocimientos locales, por lo que habría que revisar las políticas que regulan este tipo de cuestiones”, indicó.
El bioquímico Nicolas Chiarante, miembro de la Agrupación Rolando García, habló de la necesidad de incorporar la perspectiva de la producción pública de medicamentos (PPM) en la formación de los profesionales. “El desarrollo de la PPM es importante para garantizar el acceso a los medicamentos y controlar los aumentos desmedidos provenientes de la producción privada. Sin embargo, en la formación que brinda la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la UBA, por ejemplo, los estudiantes solo conocen la forma de producción del sector privado. Nosotros consideramos que es prioritario que esto se modifique en los próximos años para garantizar el derecho a la salud de la población”, sostuvo.