El estallido social del 18 de octubre cambió la vida del país y los científicos también se sintieron interpelados. TSS estuvo presente en un cabildo realizado en Valparaíso, en el que se discutió sobre el rol de la ciencia en la coyuntura nacional, la precarización laboral en el sector, la necesidad de cuestionar las agendas de investigación y el modelo de país a futuro.
Agencia TSS – La jornada del 18 de octubre de 2019 pasó a la historia como el día en que “Chile despertó” y revolucionó todas las áreas de la vida social, política y económica del país. El aumento de las tarifas en el transporte público destapó una olla a presión que por dentro arrastraba problemas como la privatización de la salud y la educación, la precarización laboral, un sistema de pensiones en crisis y el “mérito” de ser el séptimo país más desigual del mundo. De inmediato, la comunidad científica sintió la necesidad de organizarse para dar respuesta a un interrogante: ¿Cuál es el rol que los científicos y las científicas deben ocupar en la crítica coyuntura nacional?
Para responder a esa pregunta, comenzaron a armar redes en distintos puntos del país y a reunirse en asambleas a las que llamaron cabildos científicos. TSS estuvo presente en uno de ellos, que se realizó en el Liceo N°4 Barón de la ciudad de Valparaíso, el pasado 30 de noviembre.
Allí, los científicos se encontraron con que casi no se conocían entre sí como producto del aislamiento en sus laboratorios, sin saber en qué trabajaba su colega de al lado. Así nació la Comunidad de Ciencias Naturales y Exactas de la V Región (CCNEVR), al mismo tiempo que se conformaron otras comunidades a nivel nacional, con el objetivo de discutir las problemáticas que afectan al sistema científico y al resto de la sociedad.
“El estallido social hizo que nosotros también despertemos. Por mucho tiempo, hemos estado un poco separados de la sociedad civil. Nos quedamos en el laboratorio y no somos proactivos en salir a contarle a la comunidad cuál es la importancia que tiene la ciencia para el desarrollo del país. Si bien en los últimos años tuvimos un buen acercamiento con los colegios, aún tenemos una deuda con la población adulta y no logramos llegar a ellos de forma directa”, dijo a TSS la bioquímica Ximena Báez, integrante de la CCNEVR (grupo organizador del cabildo) y de la Red de Investigadoras (RedI).
Hasta el momento, la CCNEVR organizó tres cabildos científicos (16 y 30 de noviembre, y 14 de diciembre). La dinámica consiste en hacer una introducción donde se presentan datos sobre el estado del sistema científico y se plantean las preguntas que luego se debatirán en grupos de alrededor de diez personas. Al final, se exponen las conclusiones y se elabora un informe que servirá de punto de partida para el próximo cabildo. El objetivo es sistematizar los informes de los cabildos de todo el país para elaborar un documento nacional. Otros colectivos de científicos que forman parte de la iniciativa son la RedI, la Asociación Nacional de Investigadores en Posgrado (ANIP), la Red de Investigadores en Educación Chilena (RIECH), Redes Chilenas de Investigación (ReCh) y la Asociación de Investigadores en Artes y Humanidades (AyH).
Algunos de los temas planteados en los cabildos de Valparaíso fueron: cómo aportar a la discusión nacional desde las ciencias, cómo abordar la desigualdad en investigación y la precarización laboral, y para qué debe financiarse la ciencia en el país. “El aporte que hace el Estado al desarrollo de la investigación es bajo. Como Chile tenía pocos doctores, se generaron muchos programas de doctorado. Sin embargo, la plata que se entrega es muy poca y el nivel de precarización es alto”, explica Báez, doctoranda de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso (PUCV).
Según una encuesta realizada por el grupo Ciencia Con Contrato, que reúne a científicos que trabajan en condiciones precarizadas en universidades e institutos del CONICYT (principal organismo chileno de ciencia y tecnología), el 84% de los afectados no posee seguro de accidentes laborales, el 67% no aporta al sistema previsional y un tercio no está afiliado a ningún sistema de salud. La precarización es mayor en mujeres: el 80% de las afectadas que fue madre no tuvo licencia pre ni post natal. “Para poder postular a proyectos FONDECYT (Fondo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico) es necesario el patrocinamiento de una universidad, pero si no estás contratado no hay patrocinio. Entonces, no se tiene un lugar para trabajar, ni se pueden ganar proyectos, no eres atractivo para la universidad. Por lo tanto, no te contrata. Es un círculo vicioso”, sentencia Báez.
Cuestionar el modelo
El Liceo N°4, donde se realizó el segundo cabildo científico de Valparaíso, está en el Cerro Barón, a unas cuadras hacia arriba de la Avenida España, que bordea la costanera. Todo Valparaíso es un museo a cielo abierto con sus murales coloridos de temáticas diversas. Pero desde el 18 de octubre el protagonismo de las obras de arte está siendo disputado por las pintadas populares con frases como: “No estamos en guerra”, “El Neoliberalismo nace y muere en Chile” y el clásico “Chile despertó”. También los locales tienen mensajes para los transeúntes, como una tetería que afirma: “Prohibida la entrada a carabineros de Chile. Nunca podría hablar con un abusador”; o un hogar que asegura: “Apoyamos las demandas. Por favor no quemen, vivimos familias detrás de la tienda”.
En contraste con la nube de humo naranja que impregnó la ciudad dos días atrás, la mañana del sábado 30 de noviembre en el Cerro Barón es pura tranquilidad. El movimiento recién se observa al entrar al liceo, donde los científicos comienzan a dividirse en grupos para debatir sobre los interrogantes del día. Provienen de diversas disciplinas, como Biología, Informática, Ingeniería y Matemática, pero casi no hay investigadores de las ciencias sociales y los presentes comentan que aún es necesario mejorar el vínculo entre las sociales y las “exactas”. Uno de los primeros temas de debate tiene que ver con el estado del sistema científico chileno y la caracterización de los investigadores como una “élite”.
“El sistema de indicadores e incentivos que existe hoy en CONICYT lleva a la ‘paperitis’: los científicos se encierran a postular sus ideas porque necesitan publicar para obtener financiamiento. Es como una élite científica donde hablan entre ellos pero no aportan a que la ciudadanía se empodere o a que los niños tengan un pensamiento más crítico. Necesitamos buscar otros indicadores que generen más calidad que cantidad”, diagnostica uno de los investigadores presentes y varios asienten. Otro introduce el tema de la precarización: “Sabemos que todo es precario, que no hay plata, que trabajamos sin leyes sociales, pero, pesar de los problemas, los científicos seguimos trabajando. Sería bueno hacer una normativa que dé más estabilidad a la gente que estudia ciencia”.
Inversión en I+D como % del PBI
También se habló de proponer mecanismos más directos y menos burocráticos de evaluación, y de la necesidad de pedir más recursos para investigación. En Chile, el presupuesto para ciencia y tecnología se mantuvo en un 0,38% del PIB en los últimos cinco años. Los científicos se movilizaron reiteradas veces para pedir mayor presupuesto, así como también para reclamar por la creación del Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación, algo que finalmente ocurrió en 2018 y recién está finalizando el período de consolidación. Sobre el vínculo entre ciencia y política, una investigadora señaló: “Necesitamos tener representantes científicos tanto en la Asamblea Constituyente como en el Congreso, porque las decisiones políticas se toman sin basarse en la ciencia”.
Los investigadores coincidieron en que es fundamental cuestionar el modelo científico y el marco neoliberal en el que está inserto el primero. “La ciencia copia el modelo actual en todos los sentidos, de ahí viene la precarización. El problema no es solo obtener más recursos, sino qué hacemos con ellos. ¿Queremos seguir mandando el cobre a China? ¿Queremos seguir importando medicamentos en vez de producirlos acá? ¿Queremos hacer un paper que quede en una base de datos o hacer un desarrollo que contribuya a cambiar el sistema extractivista?”, plantearon. En ese sentido, propusieron aumentar la articulación con el sector productivo para agregar valor a los productos. Un científico apuntó: “Tenemos que innovar con las pymes porque por ese camino también vamos a democratizar la riqueza”.
Otro de los tópicos en los cabildos fue cómo mejorar la vinculación entre ciencia y sociedad. Una de las propuestas fue crear un observatorio social que regularice los vicios de la producción científica y que sea independiente del poder económico. Al respecto, Báez sostuvo: “Creo que todos tenemos claro que hay que salir del laboratorio y esto va de la mano con la necesidad de llegar más a las políticas públicas, para que la gente vea los beneficios que tiene la ciencia. Por ejemplo, en la región tenemos serios problemas de contaminación y hay investigadores que estudian procesos de biorremediación pero luego no se aplican. En eso hay un poco de responsabilidad nuestra. Necesitamos hacernos más visibles y molestar al gobierno hasta que realmente nos escuche”.
Más allá de aportar las conclusiones de los tres cabildos a la elaboración de un documento nacional, desde la CCNEVR decidieron confeccionar un informe propio para presentárselo al ministro de Ciencia, Andrés Couve. “No hay una comunicación fluida con el ministro por parte de la comunidad científica, excepto con los investigadores más destacados, los premios nacionales y los que publican en grandes revistas. Hay una lejanía con el resto de la comunidad, como los estudiantes de posgrado y asistentes de investigación. Entonces, no tenemos información sobre cuáles son los lineamientos a los que apunta el Ministerio y si tras el estallido social el financiamiento va a variar en algo. Esperamos que el diálogo mejore y se escuchen nuestras propuestas”, finaliza Báez.
02 ene 2020
Temas: América Latina, Chile, CONICYT, Política científica y tecnológica, Soberanía tecnológica