Si bien la región tiene una proporción importante de mujeres en el área de ciencia y tecnología, las desigualdades proliferan dentro del sistema científico y se profundizan en el marco de la pandemia. Un informe realizado por ONU Mujeres y la UNESCO analiza la situación y evalúa los desafíos para lograr una mayor equidad de género.
Agencia TSS – A pesar de los avances logrados en las últimas décadas, la proporción de mujeres en las ciencias continúa siendo reducida en todo el mundo: solo el 29,3%, según datos de la UNESCO. A nivel regional, los números son un poco más alentadores. En América Latina y el Caribe, se estima que 45% del total de quienes investigan son mujeres. Sin embargo, dentro del sistema científico-tecnológico, se puede observar una importante segregación horizontal (por disciplinas) y vertical (para llegar a roles directivos y cargos jerárquicos).
El informe “Las mujeres en Ciencias, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas (STEM) en América Latina y El Caribe”, realizado por ONU Mujeres y la UNESCO, se centra en esta problemática. Este trabajo, que fue presentado el martes 15 de septiembre a través de un conversatorio virtual, es un documento analítico y comparativo sobre las principales experiencias e iniciativas implementadas en la región para fomentar la participación de mujeres y niñas en el ámbito científico.
“El impacto del COVID ha acelerado el proceso de incorporación de inteligencia artificial y de la automatización de tareas, algo que vemos con preocupación por su efecto sobre las mujeres. Necesitamos avanzar en toda la región hacia una transformación digital que incorpore a las mujeres en el sector STEM y eleve sus competencias porque, de lo contrario, van a quedar rezagadas”, afirmó la directora regional de ONU Mujeres para las Américas y el Caribe, María Noel Vaeza.
La directora de la Oficina Regional de Ciencias de América Latina y el Caribe de la UNESCO, Lidia Brito, se refirió a tres factores que resulta necesario atender para disminuir la desigualdad de género en ciencia. “El primer factor es el acceso a la educación científica de calidad. El segundo tiene que ver con que se hace difícil avanzar en la carrera debido a que los sesgos aumentan a medida que se progresa. El tercero tiene que ver con el derecho a las ciencias en general: si queremos una mejor ciencia, precisamos también de la mirada de las mujeres”, señaló. De la presentación también participaron la vicepresidenta de Uruguay, Beatriz Argimon (primera mujer elegida para ese cargo), y la ministra de Ciencia, Tecnología y Telecomunicaciones de Costa Rica, Paola Vega Castillo.
Según el informe, a nivel global, si bien ha aumentado la cantidad de mujeres que se inscriben en carreras universitarias, muchas continúan abandonando los estudios en los niveles educativos más altos. Solo un 27% de los países lograron alcanzar la paridad de género, entendida como una proporción en la que las mujeres representan entre el 45% y el 55% del total de quienes hacen ciencia. América Latina (45,1%) y Asia Central (48,2%) son las dos regiones que alcanzaron la paridad, mientras que las que menos mujeres en ciencias tienen son Asia oriental y el Pacífico (23,9%), y Asia meridional y occidental (18,5%). Sin embargo, esa paridad no se refleja del mismo modo en todo el sistema científico.
Una vez que vencen la barrera del acceso, las investigadoras deben enfrentarse a mecanismos de segregación vertical, “techos de cristal” que representan barreras para ascender de escalafón en la carrera y obtener puestos de mayor jerarquía. A su vez, experimentan una segregación horizontal, con disciplinas más masculinizadas que otras. Según el informe, del total de quienes investigan en ingeniería y tecnología, solo el 36% son mujeres en Uruguay; el 26%, en Colombia; el 24%, en Costa Rica; y el 19% en Bolivia y Perú. Además, en la mayoría de los países tienden a estar sobrerrepresentadas en las ciencias médicas y las ciencias sociales.
La pandemia también profundiza las desigualdades existentes. “Con la llegada del COVID, el problema se agranda porque el cuidado de los niños y los trabajos domésticos están a cargo, en su mayor parte, de las mujeres, lo cual les impide dedicar el tiempo necesario a la investigación y otros trabajos”, señaló Alessandro Bello, consultor de ONU Mujeres y autor del estudio.
En los campos relacionados con la ingeniería todavía se mantiene por debajo del 20% la proporción de mujeres. Según la Organización Mundial de Propiedad Intelectual (OMPI), solo el 27,8% de las patentes desarrolladas en la región incluyen al menos una mujer inventora. Barbados (35%) y la Argentina (32%) son dos de los países que mejor porcentaje tienen (pero lejos aún de la paridad).
En el sector privado, la desigualdad es mayor. Según datos del Instituto de Estadística de la UNESCO, en el sector empresarial solo alrededor del 6% de los países alcanzó la paridad. Incluso, en países como la Argentina y Uruguay, que han alcanzado la paridad de género en el sector público, los hombres se encuentran sobrerrepresentados en el sector privado, donde los salarios suelen ser más elevados.
“Que haya más mujeres en ciencia es importante porque las STEM son los trabajos del futuro. Se estima que, para 2050, la mitad de los puestos de trabajo existentes desaparecerán y el 75% de los puestos estarán relacionados con STEM. Sin embargo, en el área de inteligencia artificial, hoy solo el 22% de las investigadoras son mujeres, y en tareas vinculadas con el aprendizaje automatizado, son solo el 12%”, contó Bello.
Brechas y políticas
Según el informe, la brecha de género en STEM puede advertirse desde los primeros niveles educativos y va incrementándose en los niveles subsiguientes. Las primeras se encuentran en la infancia. Según un estudio de la Cátedra Regional UNESCO Mujer Ciencia y Tecnología en América Latina, 9 de cada 10 niñas de entre 6 y 8 años de edad asocia la ingeniería con habilidades masculinas. Otras brechas tienen que ver con la conciliación entre trabajo y familia, especialmente la maternidad y el cuidado de los hijos; el predominio masculino en la estructura de poder de la ciencia, que impulsa una construcción androcéntrica del conocimiento; y la permanencia de estereotipos de género arraigados en la comunidad científica.
El estudio también analizó las políticas públicas aplicadas en la región vinculadas con ciencia y género. En ese sentido, señala que, en América Latina, la mayoría de los países ha comenzado a implementar medidas para reducir la brecha de género en STEM, especialmente en la última década. Además, se observó que los países que más gastan en I+D con relación al PIB (por encima del 0,3%), presentan menores niveles de desigualdad de género que otros países de la región.
Las políticas analizadas son diversas y van desde estrategias destinadas a aumentar la inversión en ciencias en general hasta políticas específicas sobre igualdad de género en este sector. Según el informe, la Argentina fue el primer país en incorporar la temática en sus políticas y también en tener una red nacional de mujeres investigadoras (la RAGCyT, creada en 1994). México fue el primer país en incluir referencias explícitas a la promoción de la inclusión de la perspectiva de género en su ley nacional de ciencia, tecnología e innovación (CTI); y Uruguay es el único país de la región que ha incorporado la cuestión de la igualdad de género en ciencia en su legislación nacional sobre igualdad de género.
También aumentó el número de actividades e instrumentos centrados en reducir la brecha de género en STEM en la región. “Hicimos un listado de más de cien iniciativas y vimos que, mientras que antes las acciones se orientaban a apoyar la educación de mujeres universitarias en STEM, ahora se están viendo también avances de otro tipo, como la incorporación de la licencia por paternidad en las becas. Esto es muy importante porque ayuda a combatir el estereotipo según el cual el cuidado de los hijos recae solo en las mujeres”, señaló Bello.
Avances y desafíos
Entre los avances que hubo en los últimos años para reducir las brechas de género en ciencia y tecnología, se cuentan la proliferación de instrumentos y políticas a nivel nacional y regional, y también en el ámbito de las universidades y los institutos de investigación, donde se observan medidas relacionadas con licencias por maternidad, subsidios específicos y la incorporación de guarderías y jardines de infantes en sus instalaciones.
Sin embargo, a pesar de estos avances, todavía son numerosos los desafíos y las brechas existentes a trabajar en todos los países de la región y en todos los niveles educativos. Uno de los principales desafíos es mejorar y aumentar la coordinación entre instituciones y ministerios, pero también entre el mundo académico y el sector privado. La falta de coordinación intersectorial genera que muchas actividades implementadas sean esporádicas, de duración limitada y con presupuestos acotados. Además, el informe indica que la mayoría de las actividades se centran en “las mujeres en ciencia”, en lugar de basarse en un enfoque de “igualdad de género”. También son escasos los esfuerzos realizados para afrontar las barreras que enfrentan las niñas y las mujeres de zonas rurales.
“Faltan estrategias y políticas nacionales más específicas, especialmente orientadas al largo plazo. Hay que aplicar un enfoque holístico, donde los distintos actores de la sociedad, gobiernos, universidades, escuelas, organizaciones, empresas, trabajen juntos para reducir las brechas que tenemos en todos los niveles para atraer a más niñas y mujeres a las ciencias”, resumió Bello.
Durante la presentación del informe se realizó una mesa donde investigadoras latinoamericanas de distintos países contaron sus experiencias. La científica uruguaya Pilar Moreno, del Laboratorio de Virología Molecular de la Universidad de la República (Udelar) y el Instituto Pasteur, contó cómo llevaron adelante en su equipo el desarrollo de un kit nacional para la detección de SARS-COV-2 y llamó la atención sobre las dificultades que tienen las mujeres para investigar en contexto de pandemia.
“Las publicaciones son fundamentales para poder crecer en nuestras carreras. Si bien de 1994 a 2014 ha habido un aumento de mujeres en las primeras autorías de las publicaciones, el contexto de COVID-19 hace peligrar esta tendencia, ya que se está viendo un descenso en las publicaciones realizadas por mujeres. Algunas publicaciones hablan de una reducción de hasta un 35%”, señaló Moreno.
En tanto, la investigadora panameña Sandra López-Verges, del Instituto Conmemorativo Gorgas de Estudios de la Salud, habló de la situación en su país. “Somos muchas mujeres en ciencia cuando comenzamos la universidad y vamos disminuyendo cuando subimos a puestos directivos y toma de decisiones. Estas inequidades son mayores para las mujeres que vienen de alguna etnia específica y tienen que combatir la inequidad de género junto con el racismo, así como también para personas que vienen de un medio socioeconómico con menos apoyo”, contó.
21 sep 2020
Temas: América Latina, Brecha de género, Ciencias Sociales, Género, Mujeres en ciencia, ONU Mujeres, STEM, Techo de cristal, UNESCO