Cayrol: “Es importante que las políticas de apoyo a la ciencia puedan continuar”

La biotecnóloga e investigadora del CONICET Florencia Cayrol fue reconocida con el Premio Internacional L’Oréal-UNESCO “Por las Mujeres en la Ciencia”. En diálogo con TSS, habló sobre su trabajo, la desigualdad de género en el sector científico y la importancia de la inversión sostenida en el área.

Por Nadia Luna  
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Agencia TSS – La elección de Florencia Cayrol por la investigación en temas de salud tiene sus raíces en la infancia. Creció escuchando a su papá, obstetra, y a su mamá, pediatra. Las anécdotas, frustraciones y logros que tenían en sus profesiones la marcaron. Con el tiempo se fue metiendo en el mundo de la biología, conoció la existencia de la genética y le interesó la posibilidad de buscar nuevos tratamientos para distintas enfermedades. Vivía en Mar del Plata pero aprovechó que tenía familiares en La Plata, Quilmes y Buenos Aires para recorrer diversas universidades. Finalmente, se enamoró de la carrera de Biotecnología de la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ).

“Hay muchas cosas que me gustan de mi trabajo. Aunque suele pasar bastante tiempo entre los análisis que hacemos y los resultados concretos, y muchas veces no sale lo que esperamos, cuando ves reflejado tu trabajo en un resultado es muy gratificante”, le dice a TSS esta biotecnóloga que se desempeña como investigadora del CONICET en el Instituto de Investigaciones Biomédicas en la Universidad Católica Argentina (BIOMED–CONICET/UCA). La científica fue recientemente distinguida con el Premio Internacional L’Oréal-UNESCO “Por las Mujeres en la Ciencia”, en la categoría Rising Talent. Además, ya había ganado la edición nacional del premio en 2019.

Cayrol se dedica a estudiar cómo las hormonas tiroideas contribuyen al comportamiento maligno de las células tumorales, en especial en un tipo de cáncer: el linfoma de células T. Uno de sus principales objetivos es que estos descubrimientos puedan aplicarse para mejorar las terapias oncológicas existentes.

¿Por qué decidió dedicarse a la investigación en oncología?

Siempre me interesó. En parte, por cuestiones personales, ya que tuve familiares que han padecido estas enfermedades, y reforcé mi interés a medida que iba conociendo más sobre el tema. En realidad, todo lo que tiene que ver con salud me interesa. En un momento, hice una pasantía en el servicio de endocrinología del Hospital Garrahan y descubrí que esa área también me gustaba mucho. Lo que estudio es un mix de los dos mundos: la oncología y la endocrinología.

¿En qué consiste la línea de investigación por la cual fue premiada?

Yo trabajo desde hace unos años en un modelo de linfoma de células T, que es un cáncer hematológico. Me interesa estudiarlo porque es una patología bastante agresiva y, salvo algunos subtipos de linfomas, no hay tratamientos específicos buenos. Lo que estudio es el impacto de las hormonas tiroideas en las células tumorales. Lo que describí en mi tesis doctorado es que las acciones de estas hormonas contribuyen al comportamiento maligno que tienen las células tumorales, que consiste en hacer que crezcan de forma descontrolada. Además de describir esas acciones, buscamos formas de inhibirlas. Inhibir las hormonas tiroideas no es una opción, porque son muy importantes para el funcionamiento de nuestro cuerpo. Sin embargo, encontramos que las acciones no deseadas se dan en un receptor que es distinto a la molécula que regula el funcionamiento de nuestro metabolismo. Se trata de una proteína llamada αVβ3, que está ubicada en la membrana de las células tumorales. Por eso, lo que hicimos fue inhibir ese receptor y encontramos que eso disminuyó el crecimiento tumoral sin afectar otras acciones de las hormonas tiroideas. Ahora, estoy profundizando este trabajo a nivel de mecanismos moleculares para entender mejor qué es lo que pasa, a ver si encontramos nuevos blancos terapéuticos.

Cayrol, junto con Alicia Dickenstein, fueron recibidas por el presidente Alberto Fernández y el ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación, Daniel Filmus.

¿En qué fase está la investigación?

Está en fase preclínica. Trabajamos con modelos in vitro (cultivo de células) y modelos animales. Usamos células derivadas de pacientes, en ratones que están inmunosuprimidos. El proyecto tiene dos partes. Una es un estudio bien básico de mecanismos moleculares que las hormonas tiroideas tienen sobre las células tumorales. La otra parte es más traslacional y tiene que ver con cómo las hormonas tiroideas afectan las actividades de las terapias oncológicas que se usan actualmente en distintos tipos de cáncer.

Es decir, que una de las líneas tiene que ver con mejorar la acción de medicamentos que ya existen. Eso tiene una ventaja con respecto a diseñar un nuevo medicamento de cero, ¿no?

Exactamente. De hecho, esta semana me aceptaron un trabajo sobre linformas T cutáneos, un cáncer que se origina en la piel y que suele tratarse con bexaroteno, un medicamento que ya está aprobado. Sin embargo, a veces no funciona. Lo que encontramos es que, si combinamos el bexaroteno con un inhibidor del receptor de membrana αVβ3, los resultados son mucho mejores. Por lo tanto, estaríamos mejorando una terapia existente.

¿Qué características tienen los linfomas de células T?

En el cuerpo tenemos un sistema inmune, que se compone de células que cumplen distintas funciones, ya sea para protegernos de patógenos (virus, bacterias) o para responder ante una amenaza interna, como una célula tumoral. Dentro de esas células están los linfocitos, que forman parte de los leucocitos o glóbulos blancos. Todo tipo de cáncer se origina de un tejido. En el caso de los linfomas, se originan en el sistema inmune y los linfocitos T. Entonces, suelen estar diseminados en la sangre, en los ganglios o en la piel. Es una patología muy heterogénea. No es de alta incidencia pero, al no estar tan estudiada, no hay tratamientos específicos. Además, salvo que uno se haga estudios de forma rutinaria, suele diagnosticarse en etapas avanzadas y por eso son agresivos. Los tratamientos existentes funcionan hasta cierto punto y luego de algunos años puede haber recaída. Esto pasa con muchos tipos de cáncer. Por eso, quiero estudiar por qué pasa eso y cómo mejorarlo.

¿Cuáles son las terapias existentes?

En general, se trata con quimioterapia común, que es algo muy inespecífico. Los tipos de cáncer varían mucho entre sí. Por ejemplo, cuando se diagnostica cáncer de mama, se hace una biopsia para diagnosticar qué tipo de cáncer de mama es. En base a eso, se decide el tratamiento. Ahora lo que se trata en medicina es de ir hacia terapias dirigidas, personalizadas. Si se estudia la patología en profundidad y conocés lo que sucede a nivel molecular, podés saber mejor por dónde ir para hacer un tratamiento más específico. También se suele hacer combinación de terapias. La quimioterapia sirve cuando las células crecen de forma muy rápida. Pero por ahí en el tumor hay otras células, que se han diferenciado. Entonces, si combinás diversas terapias, probablemente sea más efectivo.

«Si se estudia la patología en profundidad y conocés lo que sucede a nivel molecular, podés saber mejor por dónde ir para hacer un tratamiento más específico», dice Cayrol.

¿Cuáles son los próximos pasos en su investigación?

En principio, poder evaluar lo que venimos viendo en muestras de pacientes. Ya tuvimos reuniones con gente del Hospital Británico y tenemos proyectos con el Roffo y el Argerich. La idea es ver cómo podemos trasladar los resultados a los pacientes. No es que ya se va a aplicar como terapia, sino que la idea es hacer un estudio preliminar en muestras de pacientes. También tengo trabajos en colaboración con otros grupos que me permiten, a través de otras tecnologías, estudiar otras cuestiones como el metabolismo de las células tumorales, siempre con el objetivo de encontrar posibles nuevos blancos para atacar a las células tumorales.

Este premio apunta a reconocer el trabajo de las científicas, teniendo en cuenta que todavía persisten las desigualdades de género en el área. En su caso, ¿ha padecido discriminaciones por ser mujer?

Si bien ninguna me impidió seguir trabajando, tuve algunas situaciones. Hubo una muy clara en la universidad, en una pasantía que hice. Era muy clara la diferencia de trato entre mi compañero y yo, y el maltrato tenía que ver con una cuestión de género. Por suerte, en los últimos años, no tuve problemas en ese sentido. En general, en el sistema científico argentino, creo que hubo avances. En los niveles iniciales de la carrera científica está bastante equitativo, de hecho hay más mujeres que varones. A medida que se avanza hacia las posiciones más altas eso se revierte. En la reunión que tuve con el ministro Filmus estuvimos hablando sobre esto. Ellos son optimistas de que es una cuestión de tiempo para que el cambio llegue a esos puestos. También dijeron que van a impulsar que en las comisiones de cada área haya dos personas a cargo, de manera que pueda haber una mujer y un hombre. En los cargos jerárquicos institucionales sigue habiendo más varones que mujeres, pero también se van viendo avances. Por ejemplo, la directora de mi laboratorio ahora es directora del instituto y la presidenta del CONICET también es mujer.

«Si no hay continuidad en las políticas públicas que apoyan a la ciencia y la tecnología nunca vamos a poder avanzar de verdad», considera Cayrol.

Además del techo de cristal, otro de los grandes problemas que suelen mencionar las científicas es la desigual distribución de las tareas de cuidado, que les quita tiempo para dedicarse a su trabajo remunerado.

Sí, ese es un problema muy importante. Yo soy mamá de un bebé de ocho meses. Cuando una decide ser madre, si decide eso, coincide con un momento de la carrera que suele ser muy productivo. Yo creo que ahí hay una falencia todavía. Hay institutos que tienen guardería pero no son todos. Yo tengo la suerte de que mi pareja trabaja de tarde, entonces a la mañana él cuida al nene y luego cambiamos, pero muchas veces no es así y hay cosas que recaen más en las mujeres, sobre todo en los primeros meses de crianza. Estaría bueno que haya algún tipo de mejora en el sistema para hacer las cosas un poquito más fácil. Ahora tengo que viajar a recibir el premio y me costó que entiendan que no podía viajar sola con el bebé y que necesitaba ir acompañada de alguien.

Teniendo en cuenta que en la Argentina a veces cambian mucho las políticas de un gobierno a otro, ¿por qué es importante que el país siga invirtiendo en ciencia y tecnología?

Es que si no hay continuidad en las políticas públicas que apoyan a la ciencia y la tecnología nunca vamos a poder avanzar de verdad. Cuando empecé la carrera, en el año 2003, sabía que mi formación como biotecnóloga iba a ser de excelencia, pero no tenía la perspectiva de que iba a poder dedicarme a la investigación acá porque los ingresos al CONICET estaban prácticamente cerrados. Por suerte, en cinco años, por las políticas de incentivo que hubo en el gobierno de Néstor Kirchner, pude recibirme y conseguir becas. Con el gobierno de Cristina Kirchner, el apoyo se profundizó. Con sus límites, errores y cuestiones que había que mejorar, pero claramente eran gobiernos que apoyaron a los científicos. En 2015, no solo se cortó el apoyo financiero y se degradó el Ministerio, sino que también hubo un maltrato público a los científicos del CONICET, diciendo que éramos todos ñoquis. Y no es fácil llegar, es un camino muy largo, donde también hay precarización y cosas a mejorar. Es importante que las políticas de apoyo a la ciencia puedan continuar independientemente de los cambios. Ahora hay leyes de incremento de presupuesto, lo que pasa es que si viene un gobierno que no lo quiere cumplir, no lo cumple. Por eso está bueno aprovechar estos premios, que nos dan tanta difusión, para remarcar esto, porque la ciencia está bien ponderada por la sociedad pero después eso no siempre se tiene en cuenta a la hora de elegir un gobierno. Tenemos responsabilidad como científicos de comunicar la importancia de que haya continuidad en las políticas.

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