Miró Erdmann: “Visibilizar a las mujeres que hacen ciencia es una forma de que seamos más”

Este 11 de febrero, Día de la Mujer y la Niña en la Ciencia, el MINCYT distinguirá a 18 científicas jóvenes de diversas provincias por su labor para enfrentar la pandemia. TSS habló con Silvia Miró Erdmann, ingeniera química de San Luis y una de las premiadas, sobre su trabajo en investigación y docencia, y acerca de la importancia de reconocer a las mujeres que hacen ciencia en el país.

Por Nadia Luna  
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Agencia TSS – En la Argentina, solo el 22% de los puestos directivos en organismos de ciencia y tecnología son ocupados por mujeres. El dato proviene de un informe elaborado el año pasado por el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación (MINCYT) y ejemplifica bien el fenómeno conocido como “techo de cristal”: mientras que las mujeres en ciencia son mayoría en la base de la pirámide (un 59,5%), el número se reduce a medida que se asciende hacia puestos de mayor jerarquía. Esta es solo una de las tantas barreras que todavía enfrentan las mujeres y LGBTI+ para hacer ciencia en el país y en el mundo, pero hay varias más: mayor carga de tareas de cuidado, segregación por disciplina, estereotipos de género, micromachismos cotidianos y otros tipos de violencia laboral y de género.

Por eso, cada 11 de febrero se celebra el Día de la Mujer y la Niña en la Ciencia, con el objetivo de reconocer el trabajo que hacen y visibilizar las dificultades que enfrentan para desempeñarse en el ámbito científico. En este marco, el MINCYT entregará un “Reconocimiento a mujeres en la etapa inicial de las carreras de investigación por su labor científica sobre COVID-19”. El premio fue creado por el Programa Nacional para la Igualdad de Géneros del Ministerio y distinguirá a 18 investigadoras de todo el país en un acto que se realizará este viernes en el Centro Cultural de la Ciencia.

TSS habló con Silvia Miró Erdmann, una de las científicas premiadas, para conocer más sobre su trabajo y el reconocimiento obtenido. Erdmann es ingeniera química por la Universidad Nacional de San Luis (UNSL) y doctora en Ciencias de la Ingeniería por la Universidad Nacional de Río Cuarto (UNRC). “Desde chica supe que me gustaba la ingeniería porque mi papá era ingeniero químico y mi tío también. ¡Es casi una cuestión genética! Además, siempre tuve facilidad para las ciencias duras”, cuenta.

La carrera de Erdmann está fuertemente atravesada por la docencia y la gestión. En el año 2015, se incorporó a la Universidad Nacional de Villa Mercedes (UNViMe), creada en el año 2009. Actualmente, además de ejercer la docencia en estas universidades, se desempeña como directora del Departamento de Ciencias Aplicadas y Tecnología de la UNViME. “En general, siempre me sentí cómoda trabajando en el campo de las ingenierías y, aunque sea un ámbito donde suela haber mayoría de varones, no he tenido problemas. En el caso de la Ingeniería Química, de todos modos, hay bastantes mujeres si se compara con otras, como Ingeniería Mecánica”, señala.

¿En qué estaba trabajando cuando comenzó la pandemia?

Estaba enfocada sobre todo en roles de docencia y gestión. El cambio de tareas no fue fácil. Creo que todos tuvimos como un shock, una especie de parálisis que duró varios días, porque no sabíamos cómo afrontar la situación y qué podíamos hacer para ayudar. Afortunadamente, en abril de ese año, el Ministerio de Ciencia lanzó la convocatoria de proyectos de articulación federal, así que nos pusimos en contacto con los ministerios provinciales de Salud, y de Ciencia y Tecnología, para obtener el aval para presentar un proyecto. Pudimos canalizar por esa vía la necesidad de acción que teníamos para poder ayudar al medio, a la sociedad. Decidimos trabajar en productos sanitizantes que aportaran a la prevención del contagio del virus.

El premio fue creado por el Programa Nacional para la Igualdad de Géneros del Ministerio y distinguirá a 18 investigadoras de todo el país en un acto que se realizará este viernes en el Centro Cultural de la Ciencia.

¿En qué consistió el proyecto y en qué etapa está actualmente?

Lo que hicimos fue desarrollar una formulación para elaborar sanitizantes. El Ministerio de Salud de la provincia nos transmitió la necesidad de contar con ese producto, tanto para manos como para superficies. Lo pensaban no solo para mesas y muebles de uso común sino para equipamiento médico. En este caso, el desafío era lograr un producto que no generase corrosión en los equipos. Así que empezamos a formular las soluciones a partir de compuestos aprobados por la ANMAT. En este momento, las formulaciones están en una etapa de revisión para estudiar su vida útil y estabilidad. Es un proyecto interinstitucional porque también nos apoyó mucho Laboratorios Puntanos, de la provincia de San Luis, y el Laboratorio de Tecnología Farmacéutica de la UNSL. Como es una necesidad del sistema de salud pública, una vez que las formulaciones estén aprobadas, se van a poner a disposición del Ministerio de Salud de la Provincia para su producción.

¿Cuáles son las ventajas de este producto con respecto a otros similares?

Una ventaja tiene que ver con que se hicieron estudios específicos para comprobar que el sanitizante no produzca daños a los materiales que componen los equipos médicos. En cuanto a los sanitizantes de uso frecuente, hicimos foco en su efectividad y su poder residual. Además, en ambos casos se trata de productos amigables con el medio ambiente, es decir que no producen desechos tóxicos.

Muchas veces sucede que se desarrollan muy buenos productos en las universidades pero falla la transferencia a la sociedad por no haber una buena articulación con el poder político. ¿Cómo ha sido su experiencia de articulación entre la universidad y las autoridades de turno? 

Efectivamente, suele haber dificultades a la hora de articular entre las universidades, las organizaciones gubernamentales y el medio. Creo que este proyecto, al necesitar el aval del Ministerio de Ciencia y Tecnología de la provincia, favoreció mucho esa articulación porque hubo más interacción. La verdad es que hubo muy buena predisposición desde el gobierno provincial, así que tuvimos una buena experiencia en ese sentido. Creo que la pandemia promovió un poco más esa articulación porque han salido varios programas que implican la necesidad de que la universidad se involucre con el medio para solucionar problemas regionales. Y para eso, necesitás tener relación con el municipio, con el gobierno provincial, con organismos no gubernamentales, entre otros.

¿Cómo es la vinculación entre universidad y sociedad, para conocer sus necesidades y atender sus demandas?

Uno de los mecanismos que tenemos en la universidad es el COES (Consejo Económico Social), al que están asociados muchos organismos de la región. Ahí tenemos un contacto directo y fluido con todos ellos para que nos transmitan sus necesidades. Esa es la herramienta que más utilizamos y, en general, encontramos una alta participación de parte de los organismos.

Además de los sanitizantes, ¿trabaja en otros proyectos vinculados a la pandemia?

Sí, estoy en otro proyecto, de voluntariado, que presentamos en conjunto con otra línea de trabajo. En la que yo me desempeño como coordinadora, nos estamos ocupando de elementos de protección facial para la prevención del contagio y lo estamos ejecutando con éxito. Primero, tuvimos una etapa de capacitación y ahora vamos a comenzar con la producción.

¿Han tenido dificultades para poder avanzar con estos proyectos?

Si bien hubo siempre mucha predisposición de todos los participantes, no poder tener encuentros presenciales ha sido una complicación importante. Por suerte, nos fuimos adecuando gracias a las tecnologías disponibles para poder resolver todo de forma virtual pero la verdad es que el contacto presencial cambia las cosas. Sobre todo, fue difícil en los primeros meses de aislamiento. Tuvimos que apelar al ingenio para resolver muchas cuestiones pero pudimos salir adelante con todos los trabajos que hemos encarado.

Cada 11 de febrero se celebra el Día de la Mujer y la Niña en la Ciencia, con el objetivo de reconocer el trabajo que hacen y visibilizar las dificultades que enfrentan para desempeñarse en el ámbito científico.

¿Por qué le parece importante que se reconozca a las mujeres que hacen ciencia en nuestro país?

Creo que, en primer lugar, esto aporta a la difusión de la ciencia en general. Todavía hay mucho trabajo por hacer para que la difusión de la ciencia esté más al alcance de la sociedad en general. En el caso de un premio para las mujeres, me parece muy importante porque todavía hoy sucede que hay quienes tienen miedo de encarar algunas disciplinas que tradicionalmente fueron ocupadas en su mayoría por varones. Creo que visibilizar a las mujeres que hacen ciencia es una forma de alentar a que seamos más porque es decirles a las jóvenes que, si bien a veces no es fácil, es posible hacerlo y tiene sus frutos, como lo demuestra este tipo de reconocimientos. Además, todo lo que hagan serán aportes al desarrollo de la ciencia de nuestro país.

Desde el rol de docente, ¿le parece que es necesario trabajar más en derribar los estereotipos de género para incentivar a niñas y jóvenes a estudiar este tipo de carreras?

Sí, absolutamente. Desde la docencia es importante alentar a las alumnas y hacer hincapié en que, sin importar el género, tenemos las mismas capacidades intelectuales. De todos modos, es cierto que en la vida se presentan diversas situaciones, en las que muchas veces son las mujeres las que se tienen que hacer más cargo del cuidado de hijos y otros familiares. Eso marca una diferencia y sería bueno que sea una carga más compartida.

¿Cuáles le parece que son las principales barreras que tienen hoy las mujeres y disidencias para hacer ciencia?

Yo creo que hoy hay algunos campos en los que hay mayoría de varones donde las barreras son más fuertes. La mujer tiene que confiar más en sí misma y esa es una de las cuestiones que hay que alentar, sobre todo, en esas disciplinas. Hay políticas públicas que trabajan estos aspectos pero también hay cambios que dependen más de la parte cultural. Creo que, para poder avanzar en la carrera científica, el apoyo de otras mujeres es imprescindible. En mi caso, estoy muy agradecida con todas las mujeres que me apoyaron durante estos años. Creo que ese apoyo a veces está implícito y no se ve pero hoy miro para atrás y lo aprecio mucho. Si bien ha habido hombres que siempre han estado, como mi marido y mis tres hijos varones, destaco especialmente el aliento que he recibido siempre de las mujeres con las que trabajé.

¿Cuáles son sus principales metas para los próximos años?

Principalmente, seguir trabajando en la investigación y en la transferencia de conocimientos, como lo hice durante toda mi carrera. En este momento, estoy en una etapa inicial de investigación, así que me gustaría continuar avanzando en esto para después poder transferir a la sociedad el conocimiento que logre generar.

 

Las científicas premiadas

Cada una de las 18 científicas que serán premiadas este viernes en el Centro Cultural de la Ciencia recibirá 200.000 pesos para ser utilizados en actividades vinculadas con sus proyectos sobre COVID-19 o a las líneas de investigación llevadas a cabo por las investigadoras. El evento de premiación podrá verse por el canal de Youtube del MINCYT.

Las científicas galardonadas son:

Región Centro

Natalia Fernández – Córdoba

Verónica Pugliese Solivellas – Córdoba

Emiliana Orcellet – Entre Ríos

Región Cuyo

María Noelia Salatino – Mendoza

Silvia Miró Erdmann – San Luis

Natalia López Celani – San Juan

Metropolitana

Johanna Maldovan Bonelli – Buenos Aires

Magdalena Lemus – Buenos Aires

NEA

María del Carmen Maurel – Chaco

Daiana Ibáñez Alegre – Misiones

Julieta Rozenhauz – Chaco

NOA

Constanza Urdampilleta – Santiago del Estero

Ana Garay – Santiago del Estero

Paula Llomparte Frenzel – Tucumán

Patagonia

María Verónica Vila – Chubut

Lorena Álvarez Manríquez – Chubut

María Valeria Albardonedo – Neuquén

María Dulce Henríquez Acosta – Río Negro

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