Rescatar los cultivos no tradicionales

Los desarrollos científicos y tecnológicos ayudan al crecimiento de la industria alimenticia. Entre ellos, los de cultivos no tradicionales podrían acompañar a las demandas locales y fortalecer vínculos de investigación en América Latina.

Vanina Lombardi  
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Agencia TSS – Argentina es el décimo exportador de alimentos a nivel mundial. De ahí la importancia de contar con investigaciones y desarrollos científicos y tecnológicos que acompañen la evolución de esta industria, que hoy presenta oportunidades y necesidades concretas. Estos fueron los temas que abordaron especialistas y representantes del sector, locales y del extranjero, durante Bioeconomía 2014, un evento abierto y gratuito que desarrolló el Ministerio de Ciencia y Tecnología a principios de junio en la ciudad de Buenos Aires.

Allí, en medio de presentaciones sobre tendencias en biogenética y nanotecnología aplicada a la producción alimenticia, el rol que ocupa la Argentina como productor de alimentos y el rol de la soja como fuente proteica, entre otras, el especialista mexicano Octavio López Paredes, ingeniero en bioquímica con maestría en alimentación y doctorado en Ciencias de Plantas, convocó a los jóvenes estudiantes, investigadores y emprendedores que predominaban en el auditorio a buscar el conocimiento que se esconde detrás de los saberes ancestrales y que aún hoy son reiterados en las prácticas populares.

Dentro de los cultivos no tradicionales, la quinua presenta un gran potencial en la región.

Así, se refirió a las posibilidades científicas, tecnológicas y nutracéuticas que generan los denominados cultivos no tradicionales y a la importancia de estudiar, por ejemplo, las propiedades de los distintos tipos de maíz, la quinua, el amaranto o kiwicha, el alpiste, el yacón, la maca, las tunas o nopal y un hongo que suele atacar al maíz conocido como huitlacoche, que resulta agradable y nutritivo para el consumo humano.

“Tenemos que reorientar la formación de los jóvenes a campos que son fundamentales para la sociedad que tenemos alrededor, para que les seamos útiles; no tiene que ser necesariamente toda la Argentina, todo Brasil o todo México, pero hay segmentos regionales importantes de esa naturaleza para nuestras comunidades”, afirma Paredes López y destaca: “La vida útil de un científico es muy corta. La ciencia debe anotarle goles a la sociedad”.

En este sentido, Paredes López, que fue presidente de la Academia Mexicana de Ciencias y es el actual director del Centro de Estudios Mexicanos de la Universidad Autónoma de México, considera que si bien es necesario contar con investigaciones en las denominadas ciencias duras pese a que tal vez no generen resultados concretos, también es fundamental dedicarse a aquellas otras que en el corto plazo dan resultados, “para que –los ciudadanos- sigan siendo generosos y se sientan orgullosos de los científicos. Nuestras universidades tienen que estar más cerca de la sociedad, que es la que le da sustento. Y cada vez más la sociedad se resiste a eso, porque no siempre ve con claridad lo que le generamos”.

Octavio López Paredes, ingeniero especializado en alimentación y director del Centro de Estudios Mexicanos de la UNAM.

Junto a esto, el investigador también destaca la necesidad de potenciar el vínculo entre investigadores y científicos de los distintos países de América latina, para generar nuevos conocimientos que sean útiles y acordes a las necesidades regionales. “Eso no quiere decir que la Argentina no siga mirando hacia Europa y Brasil hacia África y Europa. Brasil fue muy inteligente en los años ‘70 y ‘80 del siglo pasado, al dar becas en América Latina, porque eso crea nexos para toda la vida… Mientras estuvo Pinochet, muchos chilenos decidieron irse a México, después regresaron y eso generó vínculos emocionales”, reflexiona Paredes López y concluye: “Creo que deberíamos tener una mejor interacción científico-educativa en la región y que sean nuestros expertos los que diseñen los programas”.