Todavía no existe a nivel mundial una terapia específica para esta enfermedad, que afecta a niños y niñas y es endémica de la Argentina. Por eso, investigadores de la empresa biotecnológica Inmunova trabajan en el desarrollo de un fármaco que evite el avance de esta patología. Ya obtuvieron buenos resultados en la primera fase de las pruebas clínicas y están comenzando la segunda etapa.
Agencia TSS – El síndrome urémico hemolítico (SUH) es una enfermedad grave que afecta principalmente a niños y niñas menores de cinco años. Se trata de una patología endémica de la Argentina: hay nuevos casos todos los años y especialmente en épocas de calor. La causante es la bacteria Escherichia coli, productora de la toxina Shiga, que habita el intestino de las vacas y otros animales de granja.
Esta bacteria puede ingresar al organismo a través de los alimentos y el agua, sobre todo por carnes mal cocidas, verduras crudas o leche sin pasteurizar. Se estima que en el país se producen unas 5000 infecciones por año y un 10% de esos casos derivan en SUH. Esta enfermedad ataca sobre todo a los riñones, puede dejar secuelas permanentes y es mortal en el 3 o 4% de los casos. Además, otro problema se suma a la lista: todavía no existe en el mundo un tratamiento específico para prevenir o curar esta enfermedad.
Con la idea de atender esta necesidad, investigadores de la empresa biotecnológica Inmunova trabajan desde hace años en el desarrollo de un tratamiento contra el SUH. Ya obtuvieron buenos resultados en la fase 1 de los ensayos clínicos (en humanos) y hoy están comenzando la fase 2. En esta etapa, probarán el medicamento en unos 70 a 100 pacientes pediátricos hospitalizados con esta patología. El objetivo es bloquear a la toxina Shiga e impedir el avance de la enfermedad.
“Lo que se usa actualmente son tratamientos de sostén, es decir, se tratan los síntomas pero no hay nada que actúe sobre lo que produce el problema, que es la toxina. Si un niño está más de diez días en diálisis, es probable que tenga secuelas por años. Por eso, si logramos detener el avance de la enfermedad en los primeros días, esto evitaría que la toxina destruya suficientes células como para que el riñón deje de funcionar”, explica a TSS el biólogo Linus Spatz, socio cofundador y director general de Inmunova.
Debido a la importancia del desarrollo, los investigadores consensuaron el protocolo para el ensayo clínico con tres agencias regulatorias: la ANMAT (de Argentina), la FDA (de Estados Unidos) y la EMA (de Europa). “Los resultados se presentarán a las tres agencias ya que sería el primer tratamiento del mundo específico para frenar el SUH”, remarca el bioquímico Fernando Goldbaum, socio cofundador de Inmunova e investigador del CONICET en la UNSAM.
Explotar el globo sin desinflarlo
La idea de desarrollar un tratamiento contra el SUH surgió en el 2006, en el equipo de investigación dirigido por Goldbaum en el Instituto Leloir y en colaboración con investigadores del Instituto de Medicina Experimental, perteneciente a la Academia Nacional de Medicina y el CONICET. Comenzó como una tesis doctoral y al poco tiempo se convirtió en una empresa de base tecnológica con una misión: desarrollar un fármaco que logre producir anticuerpos neutralizantes capaces de bloquear a la toxina Shiga.
Así nació Inmunova que, desde el año 2016, funciona en los laboratorios de la Fundación Argentina de Nanotecnología (FAN), en el campus de la UNSAM. “Con la universidad tenemos convenios para tomar estudiantes y graduados y a veces hacemos proyectos en conjunto”, señala Spatz. El equipo de dirección se completa con Dan Kaplan, socio cofundador y presidente; Vanesa Zylberman, directora técnica; y Santiago Sanguineti, director del proyecto.
“En el año 2015 pudimos desarrollar el primer fármaco, que es un concentrado de fragmentos de anticuerpos policlonales con una muy alta capacidad de neutralizar a la toxina. El proceso biotecnológico para producir estos anticuerpos se realizó mediante ingeniería de proteínas”, cuenta Goldbaum.
El tratamiento consiste en un suero hiperinmune que se coloca por vía endovenosa y contiene una gran cantidad de anticuerpos. “La toxina tiene como una llavecita que abre la cerradura de las células y, al entrar, las daña. Por eso, buscamos que los anticuerpos vayan dirigidos específicamente contra esa parte de la célula, como si bloqueáramos la cerradura: al no poder entrar, la toxina termina siendo eliminada por el organismo”, grafica Spatz.
Pero, ¿por qué es tan complicado llegar a un tratamiento contra el SUH? El mayor desafío biológico, dice Spatz, está en la estructura de la toxina. “Es como si fueran dos globitos unidos a la mitad por un puente. Una de esas subunidades es la encargada de ‘abrir’ la célula y la otra es la que la destruye. El problema era que si inoculábamos al animal con la toxina entera, lo matábamos, y si desinflábamos esos globitos, no nos servía. Al final, pudimos buscarle la vuelta a través de la ingeniería de proteínas y esa fue la piedra fundamental de este desarrollo”, explica el biólogo. La patente fue tramitada en varios países y es compartida con el CONICET.
En 2018, los investigadores comenzaron la fase 1 de la etapa clínica, cuyo foco estuvo puesto en evaluar la seguridad del fármaco. Esta fase se realizó en el Hospital Italiano de Buenos Aires, en voluntarios adultos sanos. Obtuvieron buenos resultados y, a fines del 2019, comenzaron con la fase 2, que a los pocos meses fue interrumpida por la pandemia de COVID-19.
El mes pasado, los investigadores retomaron la fase II de los ensayos clínicos del tratamiento contra el SUH. En esta etapa, se continúa analizando la seguridad y comienza a evaluarse la eficacia. Todos los participantes (pacientes pediátricos diagnosticados con SUH) recibirán el medicamento desarrollado por Inmunova, a través de dos infusiones endovenosas separadas por 24 horas.
“Para evaluar la eficacia, lo que miramos es si mejora algún parámetro de la enfermedad. Por ejemplo, si se logran reducir los días de diálisis”, señala Spatz. Toda la investigación clínica está financiada por el Grupo Insud. “La etapa clínica de este tipo de proyectos siempre requiere mucho dinero y es de alto riesgo empresarial, por lo que resulta fundamental que se hagan inversiones privadas”, explica el investigador.
Los científicos esperan tener los primeros resultados de la Fase 2 para mediados del 2023. Ese informe se presentará a las tres agencias regulatorias junto con el diseño de la fase III, que se realizará en un grupo más grande de voluntarios para obtener datos con significancia estadística. En esa última fase, se hará un estudio doble ciego aleatorizado, donde a la mitad se administrará el medicamento y a la otra mitad un placebo, con el objetivo de demostrar que la mejora de los síntomas se da por la aplicación del tratamiento.
Hoy ya hay seis hospitales realizando el estudio, entre ellos, el Hospital General de Niños Pedro de Elizalde (Buenos Aires), el Sanatorio de Niños de Rosario (Santa Fe) y el Sanatorio Allende (Córdoba). La idea es llegar a 16 centros de salud en las próximas semanas. “Vamos a tratar de completar entre 70 y 100 pacientes a lo largo del verano. Como es una enfermedad estacional, el 80% de los casos se da entre octubre y abril. En cuanto a la fase 3, estimamos que nos puede llevar dos veranos más”, finalizó Spatz.
16 nov 2022
Temas: Biología molecular, Biotecnología, CONICET, Inmunova, Salud, SUH, UNSAM