Un dispositivo electrónico puede monitorear el corazón y transmitir la información a un teléfono móvil. Diseñado en la Argentina, es más económico que los electrocardiógrafos estándar y es ideal para centros de salud aislados.
Agencia TSS – Las enfermedades cardiovasculares y los infartos son la principal causa de muerte en el mundo. En la Argentina, se estima que mueren alrededor de 100.000 personas por año por esta causa. No es de extrañar, entonces, que este grupo de enfermedades sea una de las principales preocupaciones de salud pública, que originan continuamente diversos programas y acciones de prevención y control, como la reciente sanción de la Ley de Regulación del Consumo de Sodio, que espera “disminuir el impacto de las enfermedades cardiovasculares y la hipertensión, reduciendo el contenido de sodio en los alimentos procesados y eliminando saleros de los locales de venta de comida”.
Junto a estas acciones de prevención, también son constantes las investigaciones que buscan ofrecer nuevos datos para controlar y revertir esta situación, no solo desde el punto de vista médico ni exclusivamente desde el mundo de la cardiología, sino desde distintas disciplinas. Y hasta la tecnología se ha puesto al servicio de la salud del corazón: un grupo interdisciplinario de tecnólogos, ingenieros y especialistas de las universidades Nacional del Sur (UNS) y Tecnológica Nacional-Regional Bahía Blanca, desarrolló un dispositivo capaz de monitorear el estado del corazón y transmitirlo de manera inalámbrica a un teléfono celular inteligente. Por su bajo costo y facilidad de operación es ideal para usar en lugares aislados o de difícil acceso, ya sean salas médicas, escuelas, instituciones deportivas o para el monitoreo permanente de pacientes ambulatorios.
Tras casi dos años de trabajo en los tiempos libres del laboratorio -el proyecto no es parte de una investigación universitaria-, los investigadores lograron desarrollar un electrocardiógrafo portátil que bautizaron con el nombre de ElectroSmartECG. El dispositivo cuenta con 12 sensores cutáneos (se colocan en tobillos, muñecas y costillas) que se conectan a un pequeño transmisor, que deriva la información a un teléfono celular inteligente a través de una conexión inalámbrica vía Bluetooth 2.1. El teléfono que recibe la información debe tener instalada una aplicación que se encarga del análisis y la representación de los datos, que también pueden ser compartidos con otras personas a través de Internet.
En caso de no contar con un teléfono inteligente, la información recolectada por el ElectroSmart puede ser descargada en una computadora de escritorio, simplemente conectando el dispositivo al equipo mediante un puerto USB. Entonces, el dispositivo se mostrará como cualquier otro de almacenamiento masivo y conservará cada medición en un archivo diferente. Para funcionar, el equipo usa un controlador de baterías LiPo y un sistema avanzado de administración de energía, que le permite mantener la señal de transmisión por más de 10 horas.
“Desde el primer prototipo, contamos con el asesoramiento y colaboración de Nadia Budassi, que es médica cardióloga y nos orientó en varios aspectos desde el punto de vista de los usuarios, y comparamos los resultados de nuestro equipo con los obtenidos por dispositivos cardiológicos de primera marca, lo que nos sirvió para verificar funcionalmente el comportamiento del prototipo”, recuerda Claudio Delrieux, ingeniero electrónico, doctor en Ciencias de la Computación y docente de la UNS, quien destaca que “siempre tuvimos en claro que encarar seriamente un proyecto de este tipo involucra competencias que no tenemos, por eso siempre fuimos a consultar a los especialistas en cada uno de los temas”.

Esto se manifiesta en las distintas etapas del desarrollo de ElectroSmart. A fines de 2011, Delrieux comenzó a trabajar con tres graduados de la licenciatura en Ciencias de la Computación (Guillermina Cledou, Jonathan Vainstein y José Francisco Manera), y cuando el análisis de requerimientos y el diseño estuvieron listos, convocaron a Marcos Chaparro, ingeniero electrónico especializado en la integración de sistemas embebidos y microelectrónica, para armar un prototipo del hardware. Una vez que lograron un prototipo funcional, a finales de 2012, sumaron al licenciado en Economía Pablo Obreque para elaborar un plan de negocios y una estrategia comercial.
“Como se trata de instrumental médico, no puede venderse al público sin cumplir con una serie de pasos que incluyen la homologación por parte de la ANMAT -Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica- y otros procedimientos”, explica Delrieux y aclara que, en lo que va de 2013, iniciaron la optimización del hardware y del software y están trabajando en las pruebas clínicas y homologación de producto junto con “una empresa líder en equipos cardiológicos en Argentina” -cuyo nombre, al igual que el posible costo del dispositivo, prefieren mantener en reserva- para poder llevar adelante su fabricación y venta masiva.
Para poder mostrar el equipo a profesionales y posibles empresas interesadas, se envió el diseño del prototipo a una empresa china para que desarrollaran y les enviaran una veintena de dispositivos, debido a que por el momento los ingenieros no tienen la capacidad de fabricarlo de manera industrial. Sin embargo, si se concreta el proyecto de comercialización, todo está pensado para que el proceso de fabricación sea local.
“Nuestro objetivo era demostrar, con un prototipo, que el concepto era posible y valioso. El mensaje más importante que materializa este emprendimiento es que en la Argentina es posible desarrollar y llevar adelante proyectos tecnológicos de primer nivel. Tanto los procesos de especificación y diseño como los pasos para un start up están bastante profesionalizados; la clave es la creatividad y la paciencia para sostener el proceso. Además, hay muchos incentivos, como premios, créditos y fondos fiduciarios que apoyan este tipo de emprendimientos”, destaca Delrieux.
20 nov 2013
Temas: Electrónica, Salud, Software, Sustitución de importaciones, Transferencia tecnológica, Universidades