En un encuentro en el Congreso referentes del sector nuclear analizaron las consecuencias de la discontinuidad en las políticas para el sector y el impacto de la suspensión de las centrales de potencia acordadas con China. Un grupo de legisladores elevó un pedido de informes al Ejecutivo y se alertó sobre el impacto de la decisión en empresas y trabajadores.
Agencia TSS – “El Congreso es un ámbito de resonancia y demuestra el alineamiento de muchas fuerzas políticas en defensa del plan nuclear”, le dijo a TSS el diputado Roberto Salvarezza (Unidad Ciudadana), tras el encuentro del jueves pasado en el tercer piso del Anexo del Congreso Nacional convocado para debatir sobre las consecuencias de la discontinuidad en las políticas de desarrollo nuclear en la Argentina.
La noticia más reciente que disparó la convocatoria es la suspensión del acuerdo con China para la construcción de las dos centrales de potencia planificadas, que impacta de lleno en el funcionamiento de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), en múltiples empresas del sector nuclear y en el futuro de los trabajadores que participarían en la construcción de las centrales.
Durante la reunión, Julio González, delegado de UOCRA en Zárate, recordó que “en la construcción de Atucha II trabajaron 9500 personas, que son una mano de obra altamente calificada y que tras la decisión de suspender la construcción de las centrales se dejará a esos trabajadores sin la dignidad de poder llevar comida a su mesa familiar”.
Salvarezza, junto con legisladores de su bloque, presentó un pedido de informes para que el Ejecutivo, a través del Ministerio de Energía y Minería, responda sobre distintos temas referidos al desarrollo nuclear y sobre el futuro de trabajadores y empresas del sector, entre los que se destacan la cancelación de las centrales, el futuro de la Planta Industrial de Agua Pesada (PIAP) y de la empresa Dioxitek.
La cancelación de las centrales no fue anunciada formalmente pero sí se lo hizo a diferentes mandos medios de la CNEA. “Esto forma parte de la reprimarización de la economía: en una reunión que tuvimos con el ministro Aranguren se nos informó que el (reactor de investigación) RA-10 no se va a realizar y que el CAREM se hará con socios privados”, dijo Osvaldo Niebas, Jefe de Laboratorio y Control de Calidad de la Empresa Neuquina de Servicios de Ingeniería (ENSI), que gestiona la PIAP. La empresa, que debía comenzar a producir agua pesada para abastecer a Atucha III, se encuentra en una situación dramática ya que sus trabajadores sufren suspensiones y retrasos en el pago de sueldos.
“El acuerdo con China no implicaba una erogación importante para el Estado en términos de divisas, garantizaba la construcción de las dos centrales y la continuidad del plan nuclear, porque para poder mantener el plan hay que construir centrales. Por eso no tiene mucha lógica que se apele a una medida de ahorro y creo que acá hay otros intereses en juego”, dijo Salvarezza. Y agregó: “Siempre que la Argentina ha vuelto a la esfera de los grandes créditos internacionales eso ha implicado sacrificar desarrollos tecnológicos nacionales”.
Si bien desde el Gobierno todavía no hubo precisiones, la primera de las centrales (Atucha III) estaría descartada y se analiza la posibilidad de que la segunda se postergue para el año 2022, con localización en Sierra Grande (Río Negro) –lo que colisiona con una ley provincial que impide la instalación de centrales nucleares en esa provincia– que utilizaría tecnología china de uranio enriquecido, lo que no permitiría integrar componentes nacionales. Atucha III, en cambio, estaba previsto que utilizara una tecnología de tipo CANDU (agua pesada y uranio natural), con larga tradición en la Argentina en la CNEA y en empresas como INVAP, lo que permitiría aprovechar las capacidades acumuladas y poder recurrir a personal altamente capacitado en el ámbito nuclear, como el que actualmente está trabajando en la obra de rejuvenecimiento de la central nuclear de Embalse.
Agustín Arbor González, de la Asociación de Profesionales de la CNEA y la Actividad Nuclear (APCNEAN), dijo durante la reunión que la suspensión de las centrales “implica desactivar el capital intelectual en el área nuclear, que es clave para el desarrollo del país”.
Para Salvarezza, “el sector nuclear está entre los activos más potentes que tiene la Argentina para poder exportar y ganar licitaciones internacionales. La decisión del Gobierno de quitarle apoyo tiene que ver con su visión del país como productor agroexportador que no debe competir con los centros de poder que le prestan dinero”.
La cancelación de la construcción de las centrales también va a contramano de los planes para aumentar la generación de energía. “Los proyectos de las centrales iban a aportar una cantidad importante al sistema interconectado –Atucha III agregaría casi de 800 megawatts (MW) a la red eléctrica y la cuarta central unos 1200 MW–, por lo que es incomprensible la decisión a la luz de la necesidad energética argentina, al igual que lo que pasa con la usina de Río Turbio”, afirmó el legislador.
Durante la audiencia también expusieron egresados de los centros de formación de la CNEA –los institutos Balseiro (UNCUYO), y Sabato y Dan Beninson (UNSAM), que suman alrededor de 100 egresados al año–, quienes hablaron sobre la reducción en las becas que otorga el organismo para que los graduados se incorporen a la institución. “Hasta ahora siempre se habían dado todas las becas solicitadas, pero este año se pidieron 40 y se entregaron 20. Hay líneas de investigación que quedarán truncas por falta de profesionales”, le dijo a TSS Martín Iofrida, becario de la CNEA.
Distribución del personal de la CNEA por rango de edad a 2016 y proyección a 2018
“El personal que ingresó cuando se hizo la central nuclear de Embalse hoy se está retirando y, en los próximos años, se van a jubilar de 500 a 600 personas. Si no se busca un reemplazo de esta gente, que además no tiene suficientes candidatos internos a ocupar su lugar por el ajuste ocurrido en los años 90, vamos hacia un achicamiento de la CNEA. Se van de a cientos y entran de a decenas”, afirmó Juan Carricondo, también becario del organismo y quien junto con Iofrida elaboró el Informe de situación actual de ingresos a la Comisión Nacional de Energía Atómica. Y agregó: “En el año 2001 había una edad promedio de 52 años tras la caída en la cantidad de personal que hubo en los 90 y ahora el promedio de edad es de 45 años. Esto lleva a no tener personal en el rango de los 40 años y por lo tanto falta gente para cubrir los mandos medios. Además, una gran cantidad de personal que se jubiló en estos años quedó sin poder formar a los sucesores de la camada siguiente”.
“Estamos acá para defender el desarrollo nuclear porque lo vemos en peligro”, dijo Andrés Kreiner, a cargo de la Subgerencia de Tecnología y Aplicaciones de Aceleradores de la CNEA y uno de los organizadores del encuentro. Visiblemente emocionado, Rubén Quintana, ex director de Nucleoeléctrica Argentina (NA-SA), recordó: “Fue muy importante todo lo que hicimos para reflotar Atucha II y fue un esfuerzo 100 por ciento argentino. Voy a estar apoyando el proyecto nuclear en todos los ámbitos porque es parte de mi vida y voy a pelear para que no se dilapide”.
14 jun 2018
Temas: Atucha III, CNEA, Desarrollo industrial, Industria, Industria Nuclear, Soberanía tecnológica