El especialista en política industrial y de innovación Mariano Laplane habló con TSS sobre el papel de las universidades y de la conformación de Campinas como uno de los polos tecnológicos más importantes de Brasil.
Nacido en la Argentina, Mariano Laplane es sociólogo formado en la Universidad Hebraica de Jerusalem. Radicado en Brasil desde 1983, se doctoró en economía en la Universidad Estadual de Campinas, donde es docente en su Instituto de Economía desde 1985. Con una maestría en la Universidad de California (Berkeley) y estudios de posgrado en Oxford, especialista en competitividad industrial, política industrial y de innovación, integración económica e inversiones extranjeras directas, fue elegido en 2011 para asumir la presidencia del Centro de Gestión y Estudios Estratégicos (CGEE) en Brasilia, institución regional de referencia en la producción de estudios y evaluaciones sobre el sistema nacional de ciencia, tecnología e innovación de Brasil. Laplane habló con TSS sobre el papel de las universidades y la conformación de Campinas como uno de los polos tecnológicos más importantes de Brasil.
TSS – Pensando en términos territoriales, ¿cómo se construyen las condiciones favorables para el crecimiento de Campinas?
La historia tiene inicio con la creación de la Universidad de Campinas hacia el final de los años sesenta, pero hay antecedentes más remotos. La región hacia finales del siglo XIX era una región my rica en café, y ya en aquella época el gobierno del estado de San Pablo había instalado un centro de investigación, lo que hoy llamaríamos un centro de estudios de la producción de café. Esto sucedió porque era una ciudad con buenas escuelas, tenía una elite local muy culta y republicana. Entonces tenía un aire de ciudad que ya había logrado atraer la atención de esos esfuerzos de desarrollo de ciencia y tecnología. Pero la historia comienza con la creación de la universidad. Hay otras iniciativas del gobierno federal en Brasil, básicamente para la implantación de otras instituciones de investigación, aprovechando la presencia de la universidad y de investigadores y laboratorios en la ciudad de Campinas. Así se instala un centro muy importante de desarrollo tecnológico en el área de telecomunicaciones, vinculado a lo que en aquella época era una empresa estatal responsable del área de telecomunicaciones. Se instala después, por los años ochenta, un centro también de desarrollo en el área de informática, vinculada a la política federal de informática. Poco a poco, la llegada de esas inversiones del gobierno federal va creando una masa crítica de gente, de equipos, de laboratorios y un ambiente institucional y cultural muy favorable para la investigación y el desarrollo. La universidad va creciendo con una población estudiantil que es 50 por ciento pregrado y 50 por ciento posgrado, entonces se hace mucha investigación, los alumnos estudian y trabajan en investigación al mismo tiempo. Todo eso le va dando a Campinas una imagen hacia afuera de un gran polo de conocimiento, de un gran polo de desarrollo tecnológico.

TSS – ¿Cómo impactaron los años noventa en este proceso y cuál es su situación actual?
Cuando quince o veinte años más tarde, todo ese sistema que se había creado en Brasil entra en colapso, aún así, a pesar de las condiciones externas desfavorables, la ciudad de Campinas y el polo ya habían creado una masa crítica, un poder de atracción propio que permitió que ese proceso no se revirtiera. Durante los años noventa, las características del proceso de expansión crecieron y dejó de ser coordinado por las grandes inversiones estatales. El tercer momento es más contemporáneo. A partir del 2003, cuando la economía brasilera vuelve a crecer, se dan las condiciones para una expansión y un fortalecimiento de todo el polo, porque el presupuesto de la universidad para hacer inversiones y actualizar sus equipos vuelve a facilitar las cosas. Hay recursos del gobierno federal en la misma línea: crear, modernizar y ampliar laboratorios, vuelven algunas inversiones grandes de empresas públicas como las de Petrobras y otras privadas como las de Embraer, y también llegan centros de investigación y desarrollo de empresas nacionales y extranjeras de mayor escala. Entonces, es un conjunto de circunstancias que se dan a lo largo de tres o cuatro décadas. No es un proceso planificado en sus mínimos detalles. Es un proceso de construcción social, institucional, con muchas idas y venidas, no es un proceso lineal. Y, felizmente, es un proceso que, creo yo, no está acabado, que puede seguir.
TSS – En un contexto en el que la universidad atrae inversiones, ¿cuál fue el rol de las empresas en función de los procesos de transferencia tecnología y de las demanda hacia la propia universidad?
La complejidad de la relación con las empresas en general, y en particular con las extranjeras, varía mucho. A veces lo que las empresas quieren es un servicio de poca complejidad tecnológica, quieren aprovechar los laboratorios, los equipamientos, para testear materiales, para probar algunas soluciones. Otras veces, son problemas más complejos, y ahí sí se puede pensar en proyectos más ambiciosos, de más largo plazo. A veces no son las empresas las que buscan a la universidad, sino la universidad la que busca a las empresas. Lo importantes es que el entorno empresarial e institucional, en un polo tan diversificado, tenga la clara noción de que lo que se hace en la universidad es de excelente calidad. Los recursos humanos y los equipos que la universidad tiene son su gran capital. Hay cosas que la universidad tiene dificultad de hacer en la velocidad y en la forma jurídica que a las empresas les gustaría. Pero cuando la empresa sabe que encuentra gente y equipos actualizados, modernos, competentes y creativos, entonces recurre a la universidad. Hay un problema de fondo que uno no puede dejar de considerar en un país en crecimiento. La actividad de desarrollo tecnológico es arriesgada, es cara y lleva tiempo. Y el mundo de los negocios es un mundo que le escapa al riesgo, le escapa al gasto y le escapa al tiempo. A pesar de eso, hay innumerables oportunidades de cooperación entre universidades y empresas. Nuestra peculiaridad es que, en un país en desarrollo donde las empresas, en muchos casos, son extranjeras, hay que reconocer que tienen otras fuentes posibles de solución para sus problemas tecnológicos. A veces más ágiles, más baratas y menos arriesgadas. Entonces, lo que la universidad tiene que ofrecer tiene que ser tan bueno, a punto de compensar el riesgo, el tiempo y el costo. Se exige mucho de la universidad. La situación que viven nuestros países coloca a la universidad frente desafíos mucho mayores que en cualquier otro lugar.
TSS – ¿Qué papel jugó el Estado en el proceso de consolidación de Campinas como un polo de desarrollo?
Jugó un papel fundamental en la decisión del gobierno nacional y del gobierno estadual de concentrar recursos materiales y humanos en esa región, bajo diferentes modalidades institucionales. Una universidad de porte medio, una universidad de investigación, y no apenas de formación de recursos humanos, fue el catalizador indispensable de ese proceso. Campinas no es un caso de generación espontánea, ni de spin-off de inversiones privadas. Las inversiones privadas tuvieron su papel muy importante, pero el gatillo, el catalizador, fue la decisión pública. La ciudad de Campinas jamás hubiera hecho las inversiones para esto. La ciudad tenía el sueño de una facultad de medicina, pero nunca pensó en tener una facultad de ingeniería. Campinas no era una ciudad de industrias, pasó a serlo después de este proceso. Las empresas privadas vinieron después y surgen ahora, a partir de la universidad. La ciudad cambió su cara, cambió su organización logística. No fueron apenas inversiones en ciencia y tecnología. El gobierno nacional construyó un aeropuerto y el gobierno provincial las rutas. Si bien hay un enorme polo petroquímico y también una inversión importante de Petrobras, el polo de ciencia y tecnología en Campinas es el producto de estas inversiones públicas, nacionales y provinciales, en educación, investigación y desarrollo.

Biotecnológicas de la UNSAM.
TSS – ¿Podemos hablar de las estrategias de articulación de la universidad con sector privado?
La universidad tiene su propia Agencia de Innovación, que es el canal a través del cual transfiere tecnología, directa o indirectamente, para el sector productivo, público o privado. La Universidad de Campinas es la mayor detentora de patentes de Brasil, más que Petrobras. Lo que no quiere decir que todas esas patentes hayan tenido resultados económicos. Esta experiencia de la universidad se reproduce también en algunos de los otros institutos. Por ejemplo, el Instituto Federal de Tecnología de Telecomunicaciones, después de la privatización del sistema de telecomunicaciones, se enfrentó a dificultades muy serias. Pero los equipos y la calidad del material humano que ahí estaban trabajando continuaron permitiendo que surjan soluciones, tecnologías, propuestas de equipos y proyectos que alimentan la vida de empresas instaladas en la región. Lo mismo sucede con el Centro de Tecnología de Informática, que también sufrió mucho en los años noventa, cuando Brasil abandonó la política de sustitución de importaciones y de desarrollo tecnológico en informática, y encontró su camino a partir de la acumulación de recursos humanos y materiales que había producido. Hoy en día presta servicios al propio gobierno. Es responsable, por ejemplo, por todo el aspecto de seguridad cibernética del proceso electoral en Brasil, que es un proceso con urnas electrónicas. Tiene un centro, por ejemplo, de desarrollo de tecnología para asistir a personas con deficiencias y atrae a su entorno a empresas que trabajan en desarrollos tecnológicos vinculados a esa área. Entonces, lo que empezó como un proceso de arriba para abajo, o de grandes inversiones de iniciativa pública, empieza a rendir también en la otra dirección: de abajo hacia arriba, con el surgimiento de empresas y negocios en esas varias áreas donde la universidad trabaja.
TSS – ¿Se puede decir que se construyó una cultura innovadora característica de ese lugar?
Se construyó una cultura de buscar conocimiento. De traer conocimiento a la vida de la gente, de las empresas, de la familias. Cultura innovadora es una cosa un poco más precisa, tiene un sentido más empresarial. Entonces, gran parte de esa cultura innovadora no dialogaba muy bien con esa cultura que busca valorizar el conocimiento. Lo que caracteriza a Campinas es que, en alguna medida, ha conseguido cazar esas dos culturas. La cultura del innovador en la economía con la cultura más académica de valorizar y concentrar esfuerzos en la búsqueda de conocimiento. Esto no es una cosa fácil de conseguir, porque el mundo de los negocios es un mundo de muchas restricciones y presiones. Lo que hace falta es que las empresas se vean en la situación de que el mejor negocio que ellas pueden hacer es usar conocimiento nuevo, poner sus energías para encontrar ese conocimiento, asociarse a quien lo tiene o lo puede tener y crear negocios nuevos.
No hay nada de natural en esto. Estas cosas no ocurren naturalmente. Aquí hay una voluntad y una paciencia muy grande, y no hay que tener miedo de experimentar. También hay que tener una estructura flexible que permita mucho diálogo y mucho aprendizaje a lo largo del proceso. No amarrarse a esquemas muy rígidos y únicos. Permitir que varias cosas ocurran al mismo tiempo, que varios modelos convivan al mismo tiempo. Uno nunca puede hacer todo, porque faltan recursos, pero uno no debe usar un único modelo. Por último, es fundamental contar con liderazgos, gente que agarre y no largue. Lo ideal sería alinear al gobierno nacional, provincial, municipal, los ministerios, las cámaras. Si uno los llama a todos y charla y discute, probablemente no pase nada. Es mucho más creativo y menos burocrático de lo que uno puede pensar.
TSS – ¿Cuál es el rol de la universidad con respecto al desarrollo científico-técnico en Brasil?
En el caso de Brasil, la universidad es el actor más dinámico de este proceso. Por motivos históricos y la condición de país en desarrollo, en Brasil todavía hoy la actividad de investigación recae sobre los hombros de la universidad. No es por eso que las universidades tienen tantas patentes, sino que las empresas tienen pocas. El sector privado busca soluciones baratas, rápidas y poco arriesgadas, mientras que la universidad, principalmente la universidad pública, es la que asume la tarea de la búsqueda de nuevos conocimientos. Gran parte de la investigación universitaria en Brasil la hacen equipos liderados por profesores y alumnos del posgrado. Gran parte de las publicaciones científicas que Brasil realiza son de investigadores universitarios. No es que no haya investigadores en instituciones de otro tipo, instituto nacionales y en empresas, pero la gran mayoría de los trabajos publicados son de investigadores universitarios. Ese es un mérito que nadie le puede sacar a la universidad en Brasil y que yo creo que la universidad viene desarrollando con mucha competencia. No es la única cosa que la universidad tiene que hacer. Las universidades en nuestros países tienen que atender demandas múltiples, urgentes y difíciles. A 50 años de haber empezado su proceso de industrialización, Brasil comienza a proponerse como objetivo desarrollar un sistema de enseñanza superior que tenga un alcance, no digo universal, pero un poco más adecuado al tamaño de la población. Brasil está aproximadamente con 8 millones de alumnos universitarios, es un record histórico. En el examen de ingreso nacional que se aplica en Brasil, este año hubo 9 millones de candidatos. Una parte de ellos van a universidades públicas, los que no consiguen vacante van a las universidades privadas con beca del gobierno, y otros que no consiguen beca tienen acceso a préstamos subsidiados para completar sus estudios. Es una inversión muy grande y tiene que crecer todavía más.
28 ago 2014
Temas: Brasil, Mariano Laplane, política de innovación, política industrial, Universidad Estadual de Campinas