Investigadores del Centro Atómico Ezeiza desarrollan un tomógrafo por emisión de positrones de menor costo que los equipos importados, que superan el millón de dólares. Esperan que comience a funcionar antes de fin de año.
Agencia TSS – “Cuando arrancamos con el proyecto, en 2005, yo tenía experiencia en otros equipos de medicina nuclear pero solamente conocía la literatura sobre PET (tomógrafo por emisión de positrones). De ahí a construir un equipo… Arrancamos prácticamente desde cero y lo estamos logrando”, se enorgullece Claudio Verrastro, Jefe de la División Sistemas Digitales y Robótica del Centro Atómico Ezeiza, de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), en referencia al tomógrafo que están desarrollando, el primero de fabricación nacional y una opción de menor costo en comparación con los que existen en el mercado.
Un PET es un equipo que se utiliza para hacer diagnósticos por imagen que permite analizar el metabolismo celular por métodos no invasivos y de ese modo detectar enfermedades como el cáncer y problemas cardiológicos o neuropsiquiátricos, entre otros. El PET que está desarrollando el equipo coordinado por Verrastro en la CNEA, “con el aporte previo de la OIEA –Organismo Internacional de Energía Atómica- y a través de un convenio con la UTN –Universidad Tecnológica Nacional-, surgió inicialmente como un desarrollo de la parte mecánica y posteriormente se extendió a la electrónica”, explica el especialista, que además es director del Grupo de Inteligencia Artificial y Robótica en la UTN, y aclara que para avanzar en este proyecto han contado con fondos del BAPIN (banco de proyectos de inversión pública, del Ministerio de Economía) desde 2007, por alrededor de 2 millones de pesos.
Para este desarrollo, los investigadores trataron de importar sólo los componentes que consideraban imprescindibles, como los cristales centelladores, fotomultiplicadores y microchips electrónicos. De todas maneras, “el impacto de costo de los fotomultiplicadores y los cristales supera el 50 por ciento del equipo”, estima Verrastro y puntualiza que el precio de un equipo de características semejantes de fabricación extranjera supera el millón de dólares, a lo que deben sumarse los servicios de mantenimiento. Por el contrario, el especialista asegura que el desarrollo nacional tiene un valor estimado de 300.000 dólares, además de que la mecánica y la electrónica fueron diseñadas y patentadas de manera local.
“Lo que venden los fabricantes, que son tres o cuatro en el mundo, es lo que llaman know how. Hay muchos equipos que dejan de funcionar y se tornan obsoletos porque las fábricas deciden que un determinado equipo no reciba más soporte. En cinco años ocurren esas cosas, porque la obsolescencia de los equipos obedece a las empresas que los producen, porque necesitan vender nuevos desarrollos. Entonces, uno queda totalmente dependiente de esa política comercial”, explica Verrastro y destaca que este desarrollo nacional sería un modo de salir de esa dependencia, aunque resta saber qué política tomará la CNEA para la producción de estos equipos, si transferirá las patentes, a quién y de qué modo.
Entre las características distintivas del PET desarrollado por el equipo liderado por Verrastro, está la posibilidad de ser trasladado de un lugar a otro, su facilidad de instalación (no tiene cables y transmite la información de manera inalámbrica) y que funciona a 12 voltios, es decir, que puede utilizar baterías como las de los automóviles o ser conectado a una computadora. “Es totalmente modular y portable. Uno podría ponerlo sobre un camión y llevárselo a otro lado o incluso hacer un servicio móvil. En general es impensable un equipo móvil de estas características, porque se necesita un laboratorio y una instalación particular desde el punto de vista de la protección radiológica, pero podría ser un equipo que funcionase tres meses en una localidad, tres meses en otra y así”, explica Verrastro.
Otro rasgo distintivo es que puede funcionar solamente con dos de los seis cabezales que conforman el escáner (construidos con cristales centelladores rectangulares de 30 por 40 centímetros dispuestos en forma hexagonal, que permiten obtener un campo de visión amplio), que se pueden sacar, reparar y reponer sin que el escáner salga de servicio. Además, tiene un diseño mecánico que le permite girar 360 grados de manera helicoidal, lo que evita las zonas muertas y mejora la uniformidad y la resolución espacial de los resultados. Además, tiene una arquitectura digital con capacidad de procesamiento distribuido, lo que hace posible la aplicación de algoritmos avanzados sin introducción de tiempos muertos en el sistema. Para satisfacer los altos requerimientos computacionales, los investigadores implementaron procesadores gráficos (GPU) similares a los que se utilizan en dispositivos de videojuegos.
“Empezamos con un prototipo de cabezal, lo mejoramos e hicimos una segunda versión, y ahora estamos integrando la tercera, prácticamente sin cables adentro, ya que todo el cableado se hace a través de circuitos impresos multicapa”, explica Verrastro y continúa: “Ya tenemos un prototipo de las placas de interconexión, estamos por recibir la placa del procesador de cabezal y tenemos dos cabezales de la versión anterior en funcionamiento. Ahora estamos esperando recibir esos insumos para armar los otros cuatro”. De ese modo, se espera que, antes de fin de año, cuando los seis cabezales estén completos y funcionando, el equipo sea trasladado desde el Centro Atómico Ezeiza -adonde está actualmente y donde también la CNEA fabrica radiofármacos para su uso en equipos PET- hasta el Hospital de Clínicas José de San Martín, donde estará disponible para los pacientes que lo necesiten.
27 may 2014
Temas: Centro Atómico Ezeiza, CNEA, Física médica, Medicina nuclear, Sustitución de importaciones