Biotecnología para mejorar el pasto

Una empresa de base tecnológica logró modificar genéticamente una pastura para favorecer el engorde del ganado y hacerla más resistente al frío y la sequía. Planean licenciar el desarrollo, que todavía está en etapa de prueba.

Matías Alonso  
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Mientras los campos más fértiles se usan para sembrar soja, la cría de ganado se desplaza a zonas más cálidas de la Argentina, donde no pueden crecer pasturas tan nutritivas como las de las zonas más templadas, como es el caso de la alfalfa. Esto hace que el rendimiento de las inversiones sea menor y también producen un mayor costo ambiental. Con este problema en mente, dos biotecnólogas de la Universidad de Buenos Aires llevan adelante un emprendimiento de base tecnológica mediante el cual modificaron genéticamente pasturas para mejorar el engorde del ganado. Actualmente, tienen dos líneas de trabajo mediante mejoramiento genético: por un lado, para actuar sobre la pared celular de la planta para reducirla y así mejorar su digestibilidad por parte del ganado. Por otro, para introducir una enzima productora de azúcares que hace que esta pastura sea más nutritiva, pero además tenga mayor tolerancia al frío y a la sequía.

Esta pastura modificada puede llegar a generar que el ganado aumente de peso hasta un 20 por ciento más por día que comiendo otras pasturas. Además, ayuda a reducir hasta un 50 por ciento la producción de metano, un gas que produce efecto invernadero, lo que también ayuda a reducir el impacto ambiental.

La pastura Grama Rhodes modificada puede llegar a generar que el ganado aumente de peso hasta un 20 por ciento más
por día que comiendo otras pasturas.

La Grama Rhodes, la pastura sobre la que trabajan, es una especie originaria de Kenia y cultivada comercialmente en Australia, pero que está naturalizada en la Argentina. La bióloga Camila Petignat lidera este emprendimiento bautizado Neogram y explica que “la gente que está en el sector académico pertenece al viejo sistema; entonces no conciben a esto (por los emprendimientos comerciales basados en desarrollo científico-tecnológico) como una posibilidad”, dice Petignat. También remarca la importancia del grupo de trabajo para poder llevar a cabo un emprendimiento de este tipo. “El rol de un gestor tecnológico es clave para un grupo de investigación que quiere tener una pata académica y una pata aplicada”, argumenta Petignat, que este año fue premiada por la revista Technology Review, del Massachusetts Institute of Technology (MIT), como una de los diez innovadoras menores de 35 años en su edición para la Argentina y Uruguay.

“El Estado avanzó muchísimo para beneficiar el desarrollo de emprendimientos de base tecnológica, pero todavía falta en la articulación de los grupos de investigación con el sector privado. Sigue dependiendo mucho de la iniciativa propia del investigador”, expresa Anabella Fassiano, también bióloga y a cargo de la gerencia de Operaciones de Neogram.

La bióloga Camila Petignat lidera este emprendimiento bautizado Neogram.

Las emprendedoras consideran que actualmente hay una brecha en el financiamiento en las diferentes etapas del nacimiento de una empresa. Y sostienen que, si bien hay subsidios para financiar investigaciones con fines comerciales y existen aportes no reembolsables (ANR) para financiar a empresas ya constituidas, con la solvencia financiera para hacer los desembolsos de dinero y luego rendirlos para reclamar los ANR, aseguran que falta financiamiento para cubrir esa brecha intermedia que permita la transición de emprendimiento a empresa. En el caso de los proyectos biotecnológicos se necesitan inversiones de por lo menos 300.000 dólares, ya que son muy intensivos en conocimiento, mano de obra, equipos y reactivos, además de que es muy alto el riesgo de la inversión.

El siguiente paso de Neogram será confirmar en el campo, a lo largo de una temporada, que las pasturas tengan la digestibilidad conseguida en el laboratorio. También deberán chequear la descendencia de esas plantas para encontrar esa mejora. Una vez cumplidos esos objetivos, piensan licenciar esa tecnología a una empresa semillera para que produzca y comercialice la pastura. “Nosotras hoy nos pensamos más como generadores de la tecnología que como semillera. No descartamos, quizás en algún momento, participar de ese mercado, porque la realidad es que en la Argentina es un mercado muy atractivo, que creció mucho en los últimos 10 años y las perspectivas son todavía mejores” concluye Petignat.