Agua que no has de beber

Un informe elaborado por un grupo de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Buenos Aires detectó agua contaminada y no apta para consumo humano en algunas zonas de la Villa 21-24, en el barrio porteño de Barracas. Por qué está situación es un reflejo de la desigualdad entre norte y sur en una ciudad en la que 400.000 personas que viven en barrios populares no acceden en forma segura al agua.

Por Vanina Lombardi  
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Agencia TSS – Un informe técnico desarrollado por la Cátedra Libre de Ingeniería Comunitaria (CLIC) de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Buenos Aires (FIUBA) detectó que el agua de algunas zonas de la Villa 21-24, ubicada en el barrio de Barracas, al borde del Riachuelo, está contaminada con bacterias y no es potable. “Los vecinos detectaron olor fecal en el agua de consumo y, ante la falta de respuesta de las autoridades y organismos competentes, nos convocaron para corroborar qué estaba ocurriendo”, le dijo a TSS la ingeniera hidráulica María Eva Koutsovitis, coordinadora de CLIC, y dijo que el informe que elaboraron no solo fue entregado a la Junta Vecinal y a las familias afectadas, sino también a los organismos responsables.

El informe incluye recomendaciones para que las autoridades garanticen la salud de los habitantes del barrio, determinen las causas de la contaminación bacteriológica e implementen acciones para controlar la calidad del agua consumo. Asimismo, iniciaron un expediente administrativo en el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.

“La situación es alarmante, y si bien tenemos entendido que ahora les están acercando agua de cisterna, entre las recomendaciones que incluimos en el informe sugerimos que se diseñe una campaña de muestreo de calidad de agua y que se controle el agua de consumo de manera periódica hasta que sean regularizados los servicios públicos básicos, que además constituyen derechos humanos y tienen que estar garantizados, tanto en la Villa 21-24 como en el resto de los barrios de la ciudad”, dijo Koutsovitis. Y agregó que, lejos de resolverse este problema, con el correr de los días el olor fecal en el agua de consumo se fue extendiendo a otros sectores del barrio, mientras que los vecinos comenzaron a presentar problemas de salud como diarrea y vómitos.

La Villa 21-24 está ubicada en el barrio porteño de Barracas, al borde del Riachuelo.

“Los dos primeros días, AYSA trajo agua en sachet pero después no lo hizo más. A veces viene el camión cisterna a llenar algunas casas pero tampoco da abasto y en muchas manzanas no sale agua. Mientras tanto, los vecinos van a otras manzanas a buscar agua y los que pueden la compran pero son pocos. Además, las cloacas están rebalsadas y hay un solo camión para todo el barrio, que tampoco es suficiente”, le dijo a TSS Dagna Aiva, una de las vecinas damnificadas que participa de la Junta Vecinal.

“Esto se repite en otros barrios de la ciudad. En Buenos Aires, hay más de 400.000 personas que viven en barrios populares que no acceden al agua en forma segura, que no tienen servicios de saneamiento básico, sistemas de desagües pluviales adecuados ni tendidos eléctricos seguros, lo que determina una profunda desigualdad que se ha ido consolidando progresivamente entre el norte y el sur”, dijo la ingeniera y agregó que la mortalidad infantil en la Comuna 4, al sur de la Ciudad de Buenos Aires, es de más del doble que en el norte de la ciudad, mientras que la esperanza de vida allí se ve reducida en casi 10 años con respecto a otras comunas.

Tras la difusión del informe que da cuenta sobre el agua contaminada en distintos puntos la Villa 21-24, que integra parte del territorio de la cuenca Matanza-Riachuelo, el Juzgado Federal en lo Criminal Correccional N°2 de Morón, que tiene a su cargo la ejecución de la causa ambiental de dicha cuenca, convocó a diversos organismos gubernamentales, que se acercaron al barrio para tomar muestras de agua de consumo en siete viviendas. En detalle, participaron la Unidad de proyectos especiales Cuenca Matanza Riachuelo (UPE CUMAR), la Unidad de Gestión de Intervención Social (UGIS), la Subsecretaría de Hábitat e Inclusión (SSHI), la Autoridad de Cuenca Matanza-Riachuelo (ACUMAR) y la empresa AYSA, responsable desde el año 2006 de proveer los servicios de agua y cloacas para la Ciudad de Buenos Aires y 26 partidos del conurbano bonaerense.

En Buenos Aires hay más de 400.000 personas que viven en barrios populares que no acceden al agua en forma segura.

“Nos enteramos que iban a ir el 8 de febrero y nos presentamos para acompañar a los vecinos, pero la tarea tuvo diversas irregularidades”, dijo Koutsovitis y recordó que, por ejemplo, no había relevamiento de infraestructura ni evaluación sanitaria, ni tampoco una metodología para determinar la cantidad y los sitios de muestreo para que sean representativos. “La primera vivienda a la que acudimos para que se haga la extracción de la muestra no tenía agua y en cinco de las siete muestras que estaban consignadas inicialmente no pudo llevarse a cabo la extracción por falta de agua o porque no adaptaron los protocolos de toma de muestra que tiene AYSA a la realidad de las instalaciones de las viviendas en el barrio”, explicó la especialista. Finalmente, se tomaron ocho muestras pero solo se respetaron dos de los sitios previstos inicialmente. “Fueron reemplazados por otros domicilios sin un criterio técnico”, dijo la ingeniera.

Los integrantes de la CLIC planean comenzar un relevamiento sanitario en el que participará una organización no gubernamental y voluntarios de la FIUBA, así como vecinos del barrio. Consistirá en una encuesta sanitaria que se ajuste a la realidad y a la problemática que está atravesando el barrio, que comenzará en las manzanas afectadas para luego ser replicada en otros sectores del barrio.

“También vamos a hacer mediciones de presión, porque en general en el barrio es muy baja, y entonces la alternativa que les queda a los vecinos es conectar motores de manera directa a las mangueras, lo que aumenta el riesgo sanitario porque cuando un motor toma agua de la manguera se corre el riesgo de que ingresen algunas sustancias contaminantes. Para evitar el uso de los motores es necesario garantizar la prestación del servicio”, dijo Koutsovitis. Y concluyó: “Nuestro objetivo es poder entender que los problemas que resuelve la ingeniería no son potestad de los ingenieros. Por lo tanto, para poder resolver problemas complejos necesitamos la articulación de saberes de todos y los actores territoriales son claves para poder entender y reflexionar sobre sus problemáticas”.

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