Tecnología argentina para mejorar la detección del cáncer de mama

Investigadores de la UNICEN, el CONICET y la CICPBA trabajan en el desarrollo de un mamógrafo no invasivo que utiliza luz infrarroja para diagnosticar tumores malignos de forma más precisa, sencilla y temprana. El equipo está en las primeras etapas de validación clínica y el objetivo final es que pueda transferirse al sistema de salud y utilizarse en cualquier consultorio médico.

Por Nadia Luna  
__

Agencia TSS – En la Argentina, el cáncer de mama es la primera causa de muerte por tumores en mujeres y se estima que se producen más de 22.000 nuevos casos por año. La detección temprana es clave para realizar un tratamiento exitoso y, si bien los métodos tradicionales de diagnóstico, como ecografía y mamografía por rayos X, son muy buenos para detectar anomalías, no son tan precisos para clasificar su malignidad. Esto implica que muchas mujeres deban pasar por un proceso posterior angustiante e invasivo de estudios y biopsias para confirmar si se trata de cáncer o no.

Para lograr una tecnología más eficaz, inocua y sencilla de usar, investigadores del Centro de Investigaciones en Física e Ingeniería del Centro de la Provincia de Buenos Aires (CIFICEN), perteneciente a la UNICEN, el CONICET y la Comisión de Investigaciones Científicas de la Provincia de Buenos Aires (CICPBA), trabajan en el desarrollo de MamoRef, un mamógrafo no invasivo que utiliza luz infrarroja (en vez de las radiaciones ionizantes de los rayos X) para detectar el cáncer de mama de forma temprana y más precisa. La tecnología está en las primeras etapas de validación clínica.

“Sucede frecuentemente que a muchas mujeres se les encuentra alguna anomalía en la mama y, como no se sabe fehacientemente si se trata de una lesión maligna o benigna, tienen que hacerse estudios más seguido para ver si esa lesión evoluciona o pasar por una biopsia, que es una cirugía sencilla pero no deja de ser invasiva. Muchas pacientes resultan no tener una patología maligna pero igual tuvieron que pasar por todo ese proceso física y psicológicamente estresante, en gran parte porque no hay una buena tecnología que permita detectar lesiones malignas en tiempo lo más real posible. Nosotros creemos que nuestra tecnología permite eso”, explica el doctor en física e investigador del CONICET Nicolás Carbone, director del proyecto.

Carbone empezó con los estudios de luz infrarroja para detección de cáncer de mama hace varios años, durante su tesis de doctorado y, en 2019, esos trabajos derivaron en la creación de Bionirs: una empresa de base tecnológica (EBT) que se dedica al desarrollo de tecnologías basadas en luz infrarroja aplicadas al diagnóstico y tratamiento biomédico. Los integrantes de la EBT pertenecen al Grupo de Óptica Biomédica del CIFICEN y pudieron constituirla gracias a una inversión del Centro de Innovación Tecnológica, Empresarial y Social (CITES), del Grupo Sancor Seguros.

“Nuestra intención no es reemplazar a la mamografía ni a la ecografía, sino complementarlas en la parte que hace falta, que tiene que ver con lograr una mayor precisión para separar lesiones malignas de benignas”, indica Carbone. De esta manera, a través del uso de luz infrarroja, MamoRef pone el foco determinar qué es lo que sucede adentro de una mama humana en cuanto a la presencia de anomalías, sus características, la localización, el tamaño y su composición, para tratar de arrojar un diagnóstico lo más preciso posible.

Además de mejorar la precisión, los investigadores buscan desarrollar un dispositivo más inocuo, rápido, fácil de utilizar y de bajo costo. “Estamos hablando de costos más bajos que lo que hoy sale un ecógrafo porque la idea es generar un producto que el sistema de diagnóstico médico pueda afrontar”, dice el investigador.

MamoRef es un equipo rectangular con un visor en una de sus caras, que se asemeja a un proyector de diapositivas. La idea es que la paciente se siente frente al dispositivo y se recline sobre él. En su interior, el equipo consta de tres fuentes de luz de muy baja potencia, en diferentes colores y longitudes de onda, que hacen un escaneo de toda la mama. Esto dura unos cinco minutos y luego se procesa la imagen con un sistema de reconstrucción externo, que tarda unos 15 o 20 minutos más para generar la imagen final que el médico puede ver y analizar.

Bionirs es una empresa de base tecnológica (EBT) que se dedica al desarrollo de tecnologías basadas en luz infrarroja aplicadas al diagnóstico y tratamiento biomédico.

“La imagen que generamos muestra mapas de concentración de sangre oxigenada y sangre desoxigenada. La hipótesis del trabajo es que las lesiones malignas están metabólicamente activas, en constante crecimiento, y para eso tienen que tener toda una red de vascularización que les lleva sangre oxigenada para alimentar ese crecimiento. Lo que buscamos ver es esa red que alimenta el tumor”, precisa Carbone. Eso permite, entre otras cosas, reconocer tumores que pueden ser muy incipientes pero que, al estar metabólicamente activos, el dispositivo logra detectar.

Además, el científico explica lo que sucede adentro del equipo: “Cuando la luz entra en cualquier tejido biológico, no sigue una línea recta, como lo haría a través del aire o del vidrio, sino que sigue un camino zigzagueante, como si fuera una pelotita de pinball adentro de la consola. En función de cómo es esa propagación se puede determinar cómo se compone el tejido que fue atravesado por la luz”.

Cuando tuvieron buenos resultados en el laboratorio y tenían que pasar a la etapa de pruebas clínicas, los investigadores se toparon con una dificultad habitual en el ámbito científico: la necesidad de una inversión mayor que les permitiera armar un prototipo a escala real. Así fue que decidieron participar de concursos que buscan potenciar ideas innovadoras y convertir un proyecto en un producto, como el IB50K, del Instituto Balseiro, en el que salieron segundos. El reconocimiento hizo que CITES decidiera invertir en el desarrollo y eso les permitió fabricar los prototipos necesarios para avanzar con la etapa de validación clínica.

“Nuestro objetivo final es que sea un producto que pueda estar disponible no solo en grandes centros diagnósticos, sino en salas médicas de cercanía», dice Carbone.

El año pasado, los investigadores pudieron realizar pruebas clínicas en el Hospital Privado de Comunidad Mar del Plata y ahora están iniciando estudios de validación en la Fundación Intecnus, Bariloche, y en el Hospital Británico, de Buenos Aires. “Hasta el momento, llevamos más o menos 60 casos estudiados y hemos tenido muy buenos resultados. Estamos trabajando para seguir sumando casos y poder construir una estadística más fuerte. Eso lleva bastante tiempo y dinero”, apunta Carbone.

Por eso, los próximos pasos implican dos caminos paralelos y cruciales: seguir recolectando información clínica y seguir buscando fuentes de financiamiento, ya sean privadas o públicas. “Nuestro objetivo final es que sea un producto que pueda estar disponible no solo en grandes centros diagnósticos, sino en salas médicas de cercanía. Al no necesitar personal especializado para manejarlo, ni utilizar rayos X, creemos que podría estar en el consultorio de un médico sin problemas y, de esa forma, ser un equipo accesible para cualquiera que pueda necesitarlo”, dice el investigador.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *