“Si un robot tiene responsabilidades, también tendrá derechos”

Gonzalo Zabala es autor de «Robots. O el sueño eterno de las máquinas inteligentes». Especialista en robótica educativa, asegura que el desarrollo de robots humanoides nos obliga a pensar sobre nosotros mismos.

Nadia Luna  
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Agencia TSS – ¿Puede un robot pensar como una persona? ¿Llegará el día en que estas criaturas se rebelen contra la raza humana? Se han intentado numerosas respuestas a través del arte. Basta con recordar los relatos de Isaac Asimov, los robots casi humanos de Blade Runner, que se sublevan ¡en el año 2019! O la supercomputadora VIKI de Yo, robot que, en 2035, decide que los humanos son autodestructivos y debe protegerlos, aunque para ello tenga que matar a alguno que otro.

También en el mundo “real” se buscan respuestas. En 1950, Alan Turing, padre de la informática, propuso el test que lleva su nombre. El juego es simple. En una habitación, hay una máquina. En la otra, una persona. Afuera, un evaluador (humano) les hace preguntas a ambos a través de una computadora, con el objetivo de determinar cuál es cuál. Si la máquina logra engañar al juez y hacerse pasar por un humano, significa que se ha comportado de manera inteligente. Ninguna ha podido pasar la prueba. Por ahora.

Gonzalo Zabala, autor de Robots. O el sueño eterno de las máquinas inteligentes, de la Colección Ciencia que ladra de Siglo XXI Editores, habló con TSS sobre los beneficios y los conflictos que plantea el desarrollo tecnológico. Zabala tiene 43 años, es licenciado en Ciencias de la Computación, docente y un apasionado de la robótica, especialmente en el ámbito educativo. En 2001, puso en marcha la Roboliga, una competencia anual de robótica para estudiantes y aficionados. También es investigador de la Universidad Abierta Interamericana y director de Playbots, empresa que desarrolla tecnologías interactivas y de entretenimiento. “Muchos se quejan por el tema de cerrar importaciones, pero eso nos ha dado oportunidad de desarrollar cosas acá, por ejemplo, los kits de robótica educativa que hace la firma Robotgroup (de la cual es asesor). También, tenemos adaptación de elementos externos. Nunca esos robots importados son 100 por ciento plug and play, siempre hay que hacer un trabajo de adaptación”, asegura.

TSS: ¿A qué se debe el deseo histórico del hombre de crear un ser a su imagen y semejanza?

Hay dos vertientes. Por un lado, lo pragmático. La tecnología no es algo de los últimos tiempos, sino una característica del ser humano. Las primeras herramientas, como la rueda, son tecnologías que el hombre fue creando para tener una vida mejor. Tal vez, la diferencia es que el desarrollo tecnológico en los últimos 60 años ha tenido un crecimiento exponencial, sumado a una popularización del acceso a la tecnología. Y por otro lado, el desarrollo de robots humanoides tiene que ver con que nos obliga a pensar sobre nosotros mismos. Si quiero hacer una computadora inteligente tengo que pensar qué es la inteligencia y cómo funciona un hombre desde varios aspectos, equilibrio, arquitectura, sentidos, y lo más interesante: tratar de entender el funcionamiento del cerebro.

 

¡Hay un robot en casa!

La arquitectura de un robot es similar a la de una computadora o una persona. Las unidades de entrada de datos (como el teclado en la PC o los cinco sentidos en el ser humano) son los sensores, dispositivos que permiten mensurar características como sonidos, colores y la presencia de un objeto. Las unidades de procesamiento (el cerebro) pueden ser desde microcontroladores hasta computadoras. En tanto, las unidades de salida que acatarán las órdenes del cerebro artificial son los actuadores: motores, músculos de alambre y luces, entre otros.

En su libro, Zabala define a un robot como un dispositivo con un determinado grado de movilidad, que puede realizar un conjunto de tareas en forma independiente y que se adapta al mundo en el que opera. Quizás, saber que hay cada vez más tecnología robótica en ámbitos laborales, como la industria y el agro, no llame demasiado la atención. Lo que sí puede llegar a sorprender es descubrir que hay un par de robots que hace rato viven en el hogar.

TSS: Según su definición, ¿el lavarropas es un robot?

Sí, porque tiene cierto grado de movilidad, cumple tareas de forma autónoma (lava, enjuaga, centrifuga), tiene sensores y actuadores que permiten que se adapte al ambiente. Por ejemplo, para medir la temperatura del agua tiene un termómetro interno. En la Argentina todavía no hay muchos electrodomésticos con características robóticas de este estilo, como las aspiradoras que limpian de manera autónoma. Sí empieza a haber autos con ciertas características robóticas, como sensores que ayudan a estacionar.

TSS: ¿Qué robots podemos encontrar en el ámbito de la salud?

Los ejemplos más claros son los robots cirujanos, con el médico operando en forma remota mediante un joystick que le permite manipular en forma muy sutil las pinzas que operan. También están las prótesis (por ejemplo, un brazo robótico), que interpretan señales neuronales y musculares; los exoesqueletos, estructuras externas que permiten que una persona con parálisis vuelva a caminar; y los órganos artificiales. Un corazón artificial ya no es colocado solo hasta realizar el trasplante, sino para que viva con eso. El corazón era un símbolo de la humanidad y ahora vemos que podemos reemplazarlo. Y ni hablar de la tecnología dentro de los medicamentos. La otra vez, dando una conferencia, pregunté quiénes permitirían que sus hijos al nacer fueran intervenidos tecnológicamente para asegurarles mayor sobrevida. Nadie. Algunos dijeron que les parecería cruel. Entonces les dije: ‘Temo informarles que ya lo están haciendo cuando el bebé sale de neonatología, ya que le ponen vacunas y eso es tecnología que están metiendo dentro de su cuerpo’.

TSS: ¿Eso forma parte de la resistencia a la tecnología?

Efectivamente, hay cierta resistencia, principalmente en las generaciones mayores. Yo trabajo mucho con docentes, y solemos discutir qué y cómo enseñar, porque los alumnos han vivido una infancia completamente distinta a la nuestra y hay que prepararlos para un mundo que no tenemos idea de cómo va a ser. Pero creo que hay una resistencia cada vez menor.

 

Cuando el sueño se vuelve pesadilla

Entonces, ¿son los robots realmente inteligentes? Aún no. ¿Lo serán? Las opiniones de los expertos están divididas. Hay quienes consideran que las máquinas podrán imitar la inteligencia humana (esto sería inteligencia artificial -IA- débil), pero no llegarán al nivel de tener conciencia de sí mismos y comprensión cabal del mundo (IA fuerte). Otros, consideran que sí.

TSS: Usted plantea dos posturas acerca de la evolución de la inteligencia artificial en el libro. ¿Cuál es la suya?

Yo creo que la inteligencia es simplemente un conjunto de conexiones complejas del cerebro. Por lo tanto, sí, vamos a tener máquinas con IA fuerte. No puedo decir cuándo y aún faltan cosas para resolver, pero vamos a llegar. Inclusive con una IA débil, ya tenemos logros notables. Los sistemas de reconocimiento de voz, por ejemplo, tienen ciertos algoritmos inteligentes que permiten realizar una interpretación semántica.

TSS: Un gran temor vinculado al desarrollo tecnológico es que se está reemplazando cada vez más la mano de obra humana. ¿Qué pasa cuando haya máquinas que son más aptas que los humanos para realizar ciertas tareas?

Supongamos que llegamos a un punto en el cual el 95 por ciento de la producción está robotizada. Uno puede pensar que esa proporción de la humanidad quedaría fuera del sistema, viviendo en condiciones terribles. Pero también se necesita gente que consuma. Hay sociólogos que dicen que la producción se va a orientar a productos de alta calidad pero, nuevamente, sería solamente para aquellos que lo puedan comprar, así que no cierra del todo. Otra opción es que cambie el concepto de trabajo.

TSS: ¿Que la sociedad se vuelque más al desarrollo de la industria del ocio?

Claro. También del arte, de la creatividad. ¿Es viable un mundo en que el trabajo desaparece? ¿Y si a eso le sumamos la posibilidad de “elegir” el momento de mi muerte, porque podría perpetuarme con la renovación de mis partes físicas? Por lo pronto, configura un mundo para los próximos 100 años de cambios profundos. Hay filósofos que dicen que el hombre de fin de de este siglo comparado al actual va a ser más distinto que si comparamos al actual con los primeros homo sapiens.

TSS: ¿Cree que los tomadores de decisiones ya están tomando en cuenta las posibles consecuencias del avance tecnológico acelerado?

Yo creo que sí lo están considerando. Pero no sé hasta dónde se puede proyectar para dentro de 20 años, si esto tiene una dinámica que era impensada hace 10 años atrás.

TSS: Otra consecuencia temida por muchos es que si las máquinas se vuelven inteligentes, se puedan rebelar. ¿Le preocupa este aspecto?

No, en lo más mínimo. En las charlas de divulgación que damos, suelo ver que los más grandes sí creen que los robots pueden rebelarse. En cambio, los más chicos aman a los robots.

TSS: Si un robot falla y causa daños a un ser humano, ¿quién será el responsable?

Si un robot tiene plena conciencia de sí mismo, será responsable de sus actos. Y si tiene responsabilidades, también tendrá derechos. Ya hay autos autónomos que están por salir a la venta y están autorizados a circular en Estados Unidos y en Berlín. ¿Quién es el responsable si uno de esos autos provoca un accidente? Yo primero lo pondría a funcionar, porque estoy absolutamente convencido de que la cantidad de accidentes va a ser muchísimo menor, de la misma forma que los aviones actuales, que están absolutamente robotizados y tienen una tasa de accidentes infinitamente menor que los antiguos. No me queda muy claro que sea mejor tener alguien a quien mandar a la cárcel aunque eso provoque más muertes. Después, si alguno de esos autos tienen un desperfecto y ocasiona un accidente, habrá que analizar si hubo algún responsable de ese desperfecto, porque estos autos no tienen conciencia de sí mismos, no toman decisiones.

TSS: Todavía…

Más adelante, no sé. La robótica no es solo para los tecnólogos, es transversal. La verdad, a mí me gusta vivir en estos tiempos, porque son muchos los desafíos que tenemos por delante.