Ricardo Dewey: “Estamos remando para recuperar lo que se perdió”

El biólogo e investigador del CONICET y la UNSAM en el Instituto Tecnológico Chascomús fue reconocido con el Premio César Milstein por una investigación que busca desarrollar un tratamiento para la fibrosis. Obtuvieron buenos resultados en modelos animales y hoy están en busca de financiamiento para los ensayos clínicos.

Por Nadia Luna  
__

Agencia TSS – Desde que la vio por primera vez, hace 14 años, Ricardo Dewey no paró de pensar en ella. Recién había vuelto a la Argentina gracias al Programa Raíces, que buscaba repatriar a las y los científicos que se habían ido a trabajar al exterior por los reveses económicos de los ‘90 y la crisis del año 2001. Dewey es biólogo y doctor en Ciencias Naturales, y consiguió un puesto de trabajo en el Instituto Tecnológico de Chascomús (INTECH), perteneciente al CONICET y la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM), donde trabaja actualmente. Fue allí que descubrió una proteína nunca antes reportada a la que llamó TβRII-SE.

En ese momento, todavía no sabía qué aplicaciones específicas podría tener pero, a medida que iba avanzando con los ensayos, fue develando su potencial para el tratamiento de enfermedades crónicas complejas como la fibrosis. Esta enfermedad puede afectar a cualquier órgano del cuerpo y, si bien hay algunos fármacos aprobados para tratar ciertos tipos de fibrosis, todavía no tiene cura. Durante la última década, el equipo de Dewey realizó ensayos en el laboratorio y en modelos animales comprobó que la proteína descubierta, con algunas modificaciones, lograba frenar la fibrosis. En 2018 crearon un emprendimiento para comenzar el desarrollo de un producto biofarmacéutico y hoy están en busca de financiamiento con la idea de empezar a pensar en un ensayo clínico.

Como reconocimiento al trabajo realizado durante estos años, el 16 de diciembre Ricardo Dewey recibió el “Premio César Milstein a la Investigación en Biotecnología con Impacto en la Salud”. Es la primera edición de este galardón, otorgado por el Instituto de Ciencia y Tecnología “Dr. César Milstein” (ICT Milstein), que depende del CONICET y la Fundación Cassará. Su objetivo es dar visibilidad a investigaciones que puedan contribuir al desarrollo de productos o procesos en biotecnología y potenciar la articulación público-privada en el campo de la salud humana.

TSS conversó con Dewey sobre el camino que transitó desde el descubrimiento de la proteína hasta el desarrollo de un posible tratamiento, pasando por la creación de una empresa de base tecnológica para intentar convertir el conocimiento científico en un producto tecnológico.

¿Cómo fueron los comienzos en los que descubrió esta proteína?

Yo volví a la Argentina en el 2007, después de 11 años de estadía posdoctoral en el exterior. Empecé a trabajar en el INTECH y, en esos primeros años, encontré un precursor de la proteína, un ARN mensajero que no había sido visto nunca antes. ¡Es tan excitante ver algo por primera vez! Es lo que muchos queremos cuando empezamos a investigar: descubrir algo que se convierta en un producto que permita curar pacientes. A partir de ahí, me fui haciendo preguntas y fui incorporando gente al equipo de trabajo. Al mismo tiempo, empecé el proceso para proteger la propiedad intelectual. Esto fue en 2011 y fue un paso muy importante porque habilitó que luego haya inversores interesados. El tema era que no tenía idea de cómo hacer para patentar algo.

Dewey junto a parte de su equipo en el INTECH.

Claro, supongo que en las carreras científicas ponen más énfasis en la investigación de laboratorio que en enseñar temas vinculados a la propiedad intelectual.

Exactamente, las materias suelen volcarse más a la investigación académica pero no tanto a la transferencia de tecnología. Así que ese fue el comienzo de un gran aprendizaje sobre un mundo diferente. Me acuerdo que fui a Vinculación Tecnológica del CONICET y todavía había poca gente, eran unas tres o cuatro personas trabajando. Pero ellos me fueron orientando y pude hacerlo. La primera patente la pusimos en 2013. La verdad que patentar es un proyecto largo que lleva bastante dinero.

¿En ese momento ya tenía la idea de que la proteína podía servir para tratar la fibrosis?

No, ahí no lo sabíamos todavía. En esa primera etapa, simplemente pensamos “acá hay algo novedoso que puede llegar a tener una aplicación para el tratamiento de enfermedades”. Simultáneamente, desarrollamos una proteína recombinante y empezamos a probarla en modelos animales de fibrosis de hígado. Este tipo de fibrosis, si no se la trata, termina en cirrosis. Hicimos estudios en ratas, les indujimos fibrosis hepática e hicimos el tratamiento con nuestra proteína. Ahí pudimos ver que tenía actividad antifibrótica y empezamos a pensar que podía llegar a convertirse en una droga biotecnológica para la fibrosis.

Para entender la importancia de desarrollar un fármaco o tratamiento para esta enfermedad, ¿qué es la fibrosis y qué órganos puede afectar?

La fibrosis puede afectar a todos los órganos del cuerpo. Básicamente, cuando hay una lesión en un órgano, el cuerpo trata de repararlo como sea. Una vez que la lesión se cierra, se producen otros mecanismos de reparación que buscan que el órgano vuelva a tener la constitución que tiene normalmente. Sin embargo, en determinadas circunstancias, el órgano se daña y produce esa primera reparación  pero, por algún motivo, no sigue reparando para que vuelva a su estructura original. Si el daño es repetido, llega el momento en que el órgano deja de responder normalmente y se fibrosa, se endurece. Empieza a haber cicatrices, como las que salen en la piel. Esto muestra que el órgano se cerró pero no se reparó correctamente, por lo que afecta su funcionamiento.

Dewey durante su discurso tras recibir el Premio César Milstein.

Actualmente, ¿qué tratamientos se utilizan para tratar este tipo de afecciones?

Depende para qué órgano. Por ejemplo, para la fibrosis hepática no hay medicamentos disponibles a la fecha. La única salida cuando uno tiene fibrosis hepática avanzada es el trasplante de hígado. Para fibrosis pulmonar, hay dos o tres drogas aprobadas pero lo que hacen es ralentizar el avance de la enfermedad, no son curativas. Lo mismo para otros tipos de fibrosis.

¿En qué consiste el desarrollo en el que ustedes trabajan?

Nosotros desarrollamos una proteína recombinante de fusión. Para explicarlo mejor, la proteína que descubrimos tiene la capacidad de inhibir una proteína denominada TGF-β, que es la proteína profibrótica por excelencia. Cuando esta proteína está sobreexpresada, genera fibrosis en el órgano. Entonces, usamos nuestra proteína para inhibir eso. Pero, además, para que sea más estable en el torrente sanguíneo, le agregamos un fragmento de anticuerpo usando ingeniería genética. El tratamiento que estamos probando en los modelos animales consiste en generar la fibrosis (lo probaron en fibrosis hepática, pulmonar y de piel) y luego inyectar la proteína por vía intravenosa. Así, pudimos comprobar que disminuye la cantidad de TGF-β y, por lo tanto, la fibrosis en cualquiera de estos tres órganos. La tecnología, que es propiedad del CONICET y de la Fundación Articular, fue licenciada a una startup que fundé con un grupo de profesionales, RadBio, que está haciendo todos los desarrollos para poder seguir avanzando.

¿Por qué decidieron crearla?

Esta startup que se fundó junto con CITES, la incubadora de Sancor Seguros, nos permitió seguir avanzando hasta un determinado punto que fue terminar con las pruebas de concepto en animales y con los estudios iniciales de seguridad. Ahora, para continuar y poder acercarnos cada vez más a la cama del paciente, necesitamos una inversión mucho más grande porque hay que hacer todos los estudios que solicitan las agencias regulatorias para habilitarnos a presentar los papeles para hacer un estudio clínico, en pacientes. Para estos desarrollos que nos faltan, que nos puede llevar un año o año y medio, necesitamos una inversión de alrededor de tres millones de dólares. En general, hay interés de las farmacéuticas por este tipo de enfermedades, pero cuánto más inmadura está una tecnología, más reparos tienen. Por eso, fundar la startup también nos permitió comenzar la búsqueda de inversores. Mirá como será de complicado este estadío en el que estamos que suele ser conocido como el valle de la muerte.

Además, si patentar el desarrollo fue complicado, imagino que crear una startup también habrá sido un gran desafío.

Sí, fue tremendo y a la vez fue espectacular aprender este tipo de cosas. Cuando estás en el laboratorio, estás metido en un mundo medio aislado. Salir a hacer una presentación ante inversores fue un desafío. Nosotros estamos acostumbrados a dar charlas pero en esas charlas lo importante es la evidencia científica, es decir, el 90% es el conocimiento y un 10% es la forma en que armás la presentación. Cuando pasás al mundo de los negocios es al revés, el 90% son las formas y un 10% el contenido. Incluso, hay que manejar el lenguaje gestual porque si hacés algo que no está bien visto puede ser suficiente para que un inversor te deje de escuchar. Es un mundo muy distinto pero vamos aprendiendo a transitarlo.

¿El objetivo final es llegar a producir la proteína ustedes mismos o transferir la tecnología a una empresa?

La idea es llegar hasta un determinado lugar y licenciar la tecnología a una farmacéutica para que pueda seguir el desarrollo sola o con nosotros. Ojalá sea alguna empresa de Argentina pero, mientras haya interés por producirla, que sea de cualquier otro lugar va a estar bien.

«No tenía idea de cómo hacer para patentar algo», recuerda Dewey.

Usted mencionó que uno de los tipos de fibrosis en los que están enfocados es la de piel. ¿De qué se trata esta afección y a quiénes afecta?

Hay una enfermedad poco frecuente que se llama esclerodermia, es genética, autoinmune y afecta mayormente a mujeres de entre 30 y 50 años. Genera fibrosis en varios órganos, entre ellos, la piel, que se endurece de tal manera que hace que, por ejemplo, no se pueda abrir la boca para comer. Estos pacientes también suelen tener complicaciones respiratorias que pueden terminar en fibrosis pulmonar y ocasionar la muerte. En nuestros ensayos, pudimos reducir ambos tipos de fibrosis y el objetivo de la startup en este momento es el tratamiento de la esclerodermia.

Además de su acción antifibrótica, la proteína tiene un potencial antitumoral, ¿no?

Sí, lo tiene. Esa parte la llevamos un poco más retrasada porque el desarrollo de drogas antitumorales es muy competitivo, hay cientos dando vueltas y muchas están aprobadas. Así que, desde un punto de vista estratégico, preferimos enfocarnos hacia la fibrosis, que no tiene cura aún y no hay tantos competidores.

¿Qué significa para usted el reconocimiento otorgado por el Premio César Milstein?

Para mí, es el reconocimiento a muchos años de trabajo y de esfuerzo realizado, no solamente por mí, sino por un montón de gente que trabajó conmigo. Es el reconocimiento a un equipo del cual yo fui el timonel pero, si el resto no remaba, yo no ganaba nada. Por eso, es importante para las carreras de todo el equipo, para el INTECH y también para RadBio, porque nos visibiliza de otra manera.

Más allá de esta línea también trabajó mucho con células madre. ¿Sigue con esos proyectos?

No, por ahora lo dejé un poco de lado. Si bien estoy trabajando con células madre dérmicas, esto está vinculado con el estudio de fibrosis. Desde que empezamos con RadBio nos concentramos más en intentar que este desarrollo tecnológico pueda llegar a la industria y los temas de células madre quedaron un poco relegados. Estábamos trabajando con células madre mesenquimales derivadas del tejido adiposo (graso) y también con células madre de liquido sinovial (N. de R.: fluido que se encuentra en las articulaciones) porque en el equipo tenemos interés por las enfermedades músculo-esqueléticas. El problema en estas enfermedades es que el cartílago se va erosionando y no se vuelve a recuperar. Entonces los huesos empiezan los roces de uno contra el otro y eso genera dolor. Queríamos ver si podíamos evitar esto modificando genéticamente estas células, pero por ahora está a nivel de laboratorio.

¿Cuáles son sus próximos desafíos?

Ahora estamos enfocados en conseguir la inversión para poder plantear un estudio clínico. Me encantaría poder llegar a probarlo en pacientes. Esto es algo que va a llevar años pero es mi anhelo. Y, científicamente, seguir formando gente. Espero que este reconocimiento también sirva para llegar a más estudiantes de doctorado que quieran venir a trabajar con nosotros. Últimamente estamos teniendo pocos interesados y parece algo generalizado porque otros colegas dicen lo mismo. Parece que hay muchos egresados que se están yendo para la industria. Y la verdad es que el país a veces es una montaña rusa, donde para algunos gobiernos la ciencia es muy importante y para otros no. Tuvimos 12 años de mucho crecimiento, luego tuvimos un gobierno al que no le interesó y ahora estamos remando para recuperar lo que se perdió. Creo que eso también desalienta a muchos estudiantes.

 Por eso es importante que haya una inversión sostenida en tiempo.

Claro, eso es fundamental. Cuando volví al país, en el año 2007, sentí que empezaba lo mejor. Nos valorizaron desde el punto de vista salarial, se construyeron laboratorios y muchos científicos pudimos volver gracias al programa de repatriación (Raíces). Si no me hubieran pagado para volver, si no le pagaban a los estudiantes para que hicieran sus tesis, si no le pagaban al personal del INTECH para que el instituto esté en condiciones, no podría haber hecho nada. La patente que sacamos fue gracias a que una parte la cubrió la Agencia de Promoción Científica con un programa de aportes no reembolsables de patentes que se cortó en 2015. Otro ejemplo de círculo virtuoso es la Fundación Cassará, un laboratorio privado que tiene un instituto de investigación junto al CONICET. Espero que este premio sirva para impulsar este tipo de articulaciones porque los resultados nos benefician a todos. Hay que entender, como suele decirse, que nadie se salva solo.


23 dic 2021

Temas: Biología, IIB-INTECH, Medicina, Salud, UNSAM

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *