El programa argentino de radarización, liderado por la empresa INVAP, incorpora sistemas de detección para meteorología. Ya es tangible la meta de contar con una industria nacional de radares. Por Carlos de la Vega
En 2004, mediante el Decreto Nº 1.407, Néstor Kirchner –entonces presidente de la nación– creaba el SINVICA (Sistema Nacional de Vigilancia y Control Aeroespacial) y daba inicio a la largamente esperada radarización del espacio aéreo argentino. A diferencia de otros intentos pasados, como los ensayados la década de 1990, que terminaron en escándalos, Kirchner no salió a buscar proveedores foráneos de radares para llevar adelante el SINVICA, sino que decidió utilizar el poder de compra del Estado para desarrollar un nuevo nicho de alta tecnología en el país. En una primera etapa se le encargó a la empresa estatal rionegrina INVAP el diseño y producción de radares secundarios (para control de tráfico aéreo cooperativo). Este paso fue seguido de los radares primarios (de empleo típicamente militar). Con la idea de construir una industria nacional de radares que resolviera necesidades concretas del país, y que a su vez abriera nuevos mercados de alto valor agregado en el mundo para su exportación, se avanzó en la generación de una familia de productos, entre los cuales, surgieron los radares meteorológicos.
Este tipo de sistemas sirven para detectar, medir y caracterizar en forma remota diversos indicadores de la actividad atmosférica como nubosidad y, especialmente, el tipo, desplazamiento y cantidad de las precipitaciones (lluvia, nieve, granizo) y los vientos. A su vez, pueden usarse para determinar la evolución de otro tipo de partículas en suspensión en el aire, como es el caso de las cenizas volcánicas.
Las ventajas de los radares meteorológicos son enormes y bien próximas a la vida cotidiana. No sólo son formidables instrumentos de investigación científica, sino que permiten hacer un seguimiento de los fenómenos atmosféricos muy difícil de lograr sin ellos. El resultado son beneficios directos para la agricultura, la seguridad de la aviación y la anticipación y prevención de eventos meteorológicos de alta peligrosidad, como son las tormentas severas o las inundaciones.
Radar Meteorológico Argentino
En noviembre de 2006 se puso en marcha el Plan Nacional Federal de Recursos Hídricos (PNFRH), una iniciativa conjunta entre el Consejo Hídrico Federal (COHIFE), que nuclea a las autoridades con competencia sobre el manejo del agua en las provincias y la nación, y la Subsecretaría de Recursos Hídricos del Ministerio de Planificación Federal, Inversión Pública y Servicios (MINPLAN) del gobierno nacional. Cinco años después de su nacimiento, el PNFRH y el SINVICA confluyeron para dar a luz al Sistema Nacional de Radares Meteorológicos (SINARAME). Este proyecto fue puesto en marcha en 2011 por la presidenta de la nación, Cristina Fernández de Kirchner, con el fin de desplegar a lo largo del territorio argentino una red de radares meteorológicos nacionales dotado de un sistema de distribución y centralización de la información generada en tiempo real operado por el Servicio Meteorológico Nacional dependiente del Ministerio de Defensa.
Dependiente del SINARAME funciona la red RMA (Radar Meteorológico Argentino), que prevé la instalación de 12 artefactos desarrollados por INVAP: el prototipo, ya operativo en Bariloche, y 11 más ubicados en Córdoba, Las Lomitas (Formosa), Resistencia, Bernardo de Yrigoyen (Misiones), Chajarí (Entre Ríos), Ezeiza, Mar Chiquita (provincia de Buenos Aires), Añelo (Neuquén), la zona noroeste del país, y el sur de la Patagonia. Estos nuevos radares meteorológicos serán complementados por otros ya existentes en la Base Naval Comandante Espora (Bahía Blanca) y en Jujuy.
Hasta el momento están operando el RMA de Bariloche y, desde el mes de marzo, el de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), instalado en una torre de 36 metros de alto en el predio de la Ciudad Universitaria. Este radar tiene la particularidad de ser el primero en su tipo localizado en una universidad argentina.
Los RMA son radares banda C de doble polarización giratorios (máximo de 6 vueltas por minuto) instalados en el interior de un radomo de protección (especie de esfera) formada por secciones hexagonales fabricadas en plástico tricapa. La banda C trabaja entre 4 y 8 GHz (gigahertz) de frecuencia y es una de las más confiables para operar en condiciones meteorológicas severas, como lluvias intensas y granizo. La doble polarización consiste en la emisión de una onda electromagnética polarizada tanto en sentido vertical como horizontal. Esta técnica, de las más recientes en radares meteorológicos, permite extraer mucha más información sobre las propiedades de los hidrometeoros (precipitaciones, nieve o nubes). La energía de las ondas provenientes del rebote en los blancos, que llega de nuevo al radar en los dos ejes ortogonales (perpendiculares entre sí) en los que fueron emitidas, posibilita distinguir, entre otras cosas, si esos blancos son redondeados, como es el caso de los copos de nieve o el granizo; o achatados como las gotas de agua. El rango operativo efectivo (distancia máxima a la que realiza una detección detallada) de estos radares es de 240 kilómetros, aunque llega hasta los 480 kilómetros en el modo “vigilancia”, que permite detectar un fenómeno meteorológico, aunque no caracterizarlo con precisión.
Todos los radares se integrarán a una red con un centro de operaciones general, el cual ya ha sido instalado en las proximidades del aeropuerto Jorge Newbery en la Ciudad de Buenos Aires, que a su vez contará con 5 subcentros regionales distribuidos por todo el país.
El SINARAME implica una inversión del MINPLAN de aproximadamente 480 millones de pesos para cubrir el desarrollo del radar prototipo, los radares de serie, 55 estaciones telemétricas, los 5 subcentros de operaciones, y el centro principal de control.
Los RMA serán parte de un sistema nacional de estudio, observación y alerta meteorológica, compuesto de tres niveles: la capa satelital (observación desde satélites), los propios radares y las estaciones de telemetría terrestres. Cada uno de estos componentes brinda información imprescindible, complementaria y diferente a la que ofrece cualquiera de los otros integrantes del sistema. Por ejemplo, si bien los satélites son sumamente útiles para la observación de fenómenos atmosféricos, su período de actualización de los datos es mayor al de los radares y su resolución espacial mucho menor, lo que limita su utilidad para los pronósticos de muy corto plazo, vitales para la caracterización precisa de las tormentas, la predicción de su evolución y la eventual generación de alertas.
El rol de la UNC
La instalación del primer radar meteorlógico (RMA1) de serie en la UNC no estuvo determinada únicamente por la ubicación geográfica del sitio. Esta universidad tiene una importante trayectoria de trabajo con radares para meteorología. La torre empleada por el SINARAME para montar el RMA1 se construyó en 2006, cuando se intentó adquirir, por medio de un convenio con el gobierno de la provincia de Córdoba, un radar en el extranjero con financiamiento del Banco Interamericano de Desarrollo, iniciativa que no prosperó.
Al lanzarse el SINARAME, Giorgio Caranti y Raúl Comes, doctores en física, docentes e investigadores de la Facultad de Matemática, Astronomía y Física (FAMAF) de la UNC asesoraron al MINPLAN en la elaboración de las especificaciones técnicas de los radares en lo que respecta a la electrónica y al sistema de microondas; y una vez firmado el contrato que puso en marcha el proceso de desarrollo, producción e instalación de estos artefactos, Caranti pasó a desempeñar funciones como supervisor de inspección de obra del proyecto.
También interviene en este proyecto la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de la UNC, en la realización de mediciones electromagnéticas no ionizantes en torno a los radares. A su vez, la FAMAF posee desde el 2009 una Maestría en Sistemas de Radares e Instrumentación, dirigida por Caranti, orientada a la formación de nuevos recursos humanos, tanto para el manejo y sostén de los equipos existentes, como para continuar con las investigaciones y desarrollos que permitan nuevos logros en este campo. Esta maestría ha contado con un decidido apoyo de la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica del MINCyT y de la Secretaría de Políticas Universitarias del Ministerio de Educación de la Nación.
Las personas y las instituciones
La incorporación de tecnología de primer nivel en el campo de la meteorología nacional genera la necesidad de contar con personal idóneo para el aprovechamiento de los nuevos recursos disponibles. Estos profesionales deberán ser formados en la cantidad y calidad adecuada para que las inversiones en tecnología no queden esterilizadas por la falta de tecnólogos que le den utilidad y sentido a su existencia. La conformación de un sólido y eficaz entramado institucional que acompañe y contenga esta nueva realidad es otro eslabón fundamental. En este sentido, es muy promisorio que el SINARAME a lo largo de sus pocos años de existencia ya haya sumado como participes activos a cerca de una decena de instituciones públicas y privadas, nacionales y provinciales.
En la medida en que se puedan formar y consolidar los grupos humanos capaces de gestionar y seguir desarrollando las recientes tecnologías en vías de incorporación y que se establezca una virtuosa complementación entre aquéllos y las instituciones involucradas en estos procesos, el salto cualitativo en términos de generación de capacidades críticas que ha dado Argentina con la llegada de los RMA se difundirá por todo el sistema meteorológico nacional, lo que en última instancia redundará en otro aporte sustancial a la mejora de la vida social.