INVAP busca mejores vientos

La empresa rionegrina de alta tecnología enfrenta dificultades por la paralización del ARSAT-3 y la falta de definiciones en contratos con el Estado. La empresa niega despidos, reordenó su estructura y avanza en áreas como energía eólica y agricultura.

Bruno Massare  
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Agencia TSS La paralización del desarrollo del satélite geoestacionario ARSAT-3 por parte de la nueva gestión de la empresa estatal ARSAT no solo interrumpe la posibilidad de avanzar en la construcción de un satélite con mayor proporción de componentes nacionales –con la soberanía tecnología y el entramado industrial que eso implica–, sino también el trabajo de las empresas asociadas a ese proyecto.

La principal empresa afectada por esta decisión es INVAP, la firma estatal rionegrina responsable del desarrollo del ARSAT-1 y del ARSAT-2, que tenía firmado un contrato para el diseño y construcción del ARSAT-3. Pese a que alrededor del 40 % de los más de 1300 empleados que tiene INVAP pertenecen a la Gerencia Aeroespacial, la empresa niega la posibilidad de despidos.

En un comunicado oficial, el Gobierno de Río Negro admitió la “modificación de plazos para el inicio de la fase de ingeniería del satélite ARSAT-3, que se desarrolla en INVAP”. Sin embargo, aclaró que “esta medida no representará un resentimiento en la tarea de la empresa tecnológica provincial ni la pérdida de puestos de empleo, ya que se continuará con los demás proyectos hoy en marcha, tanto en el área satelital como en las otras áreas de la firma”.

Fuentes de INVAP le dijeron a TSS que “es mentira lo de las desvinculaciones, hoy no hay problemas con despidos. Sí hay una suspensión del ARSAT-3, pero hay otros proyectos satelitales que están en pleno proceso de fabricación en Bariloche y a los que fueron reasignados quienes estaban trabajando en el ARSAT-3, como los satélites SAOCOM (1A y 1B), SARE y SABIA-Mar, o la construcción de radares. Cuando se reactive el ARSAT-3 ese grupo volverá a sus orígenes o ingresarán nuevas personas”.

De los contratos de INVAP también dependen múltiples proveedores, muchos de ellos pymes de diversas zonas de la Argentina. El comunicado del gobierno rionegrino dice que “se convino en que la Jefatura de Gabinete –nacional– asuma una mirada integral sobre los contratos de INVAP en curso de ejecución y aquellos próximos a firmarse, de manera que frente a la eventual desfinanciación de algunos de los mismos esto no afecte la plena ocupación de la mano de obra de INVAP y de sus contratistas nacionales”.

Actualmente, la empresa trabaja en la Argentina en la construcción e instalación de radares primarios y meteorológicos, el proyecto de aviones no tripulados SARA, el despliegue de centros de medicina nuclear, la construcción e instalación del reactor RA-10 y el desarrollo del reactor CAREM, entre otros proyectos. Además, el área nuclear tiene contratos relacionados con reactores y plantas de radioisótopos en países como Brasil, Arabia Saudita, Argelia, Egipto e India.

Según su balance contable, en 2015 INVAP facturó 1604 millones de pesos, frente a 730 millones de pesos en ventas en 2014. El año pasado emitió deuda por 200 millones de pesos.

Frontec, empresa creada por INVAP y el grupo Los Grobo en 2015, fue lanzada oficialmente el 3 de marzo de este año
con la presencia del presidente Mauricio Macri.

Vientos de cambio

Con la continuidad de varios proyectos en riesgo, INVAP intenta diversificarse –algo que ha sido una política de la empresa casi desde su origen– y en la actual coyuntura la estrategia de balancear las cargas parece cobrar más relevancia. Una de las iniciativas es Frontec, una empresa creada por INVAP y el grupo Los Grobo en 2015, pero lanzada oficialmente el 3 de marzo de este año con la presencia del presidente Mauricio Macri. Frontec brinda servicios al sector agrícola a partir del análisis de imágenes satelitales de alta resolución.

A eso se le sumó que, el 22 de marzo pasado, la empresa firmó un preacuerdo con la filial local de la química estadounidense Dow para la instalación de un parque eólico en Cerro Policía, ubicado a 50 kilómetros al sur de Villa El Chocón, en Río Negro. Allí, INVAP había logrado la cesión por parte del gobierno provincial de 50 kilómetros cuadrados de tierras fiscales y realiza mediciones de viento desde 1985, con estimaciones de un factor de capacidad –la proporción de tiempo de operación en que el equipo genera energía– por arriba del 45 %, lo que le otorga muy buenas perspectivas.

El proyecto contempla también la construcción de una línea de alta tensión de 31 kilómetros, para interconectar el parque eólico con la estación transformadora de El Chocón, para inyectar la energía generada al Sistema Argentino de Interconexión (SADI), lo que permitiría balancear la despareja energía generada por el viento con la más estable hídrica.

“Todavía no firmamos el contrato, que se definirá en estos seis meses durante los que estableceremos las condiciones del proyecto y qué pone cada parte. Dow quiere comprar una parte o toda la energía que produzca el parque eólico. También puede traer financiamiento o participar como inversor. Habrá que definir proveedores y costos para septiembre”, le dijo a TSS Hugo Brendstrup, gerente de Tecnología Industrial y Energías Alternativas de INVAP.

El proyecto prevé dos fases: la primera implicará una inversión aproximada de 50 millones de dólares e incluye la instalación de cinco molinos. La segunda fase alcanzaría 50 MW de potencia instalada (unas 20 turbinas eólicas) por un total de 123 millones de dólares. INVAP se encargaría de la operación del parque, a través de una empresa controlada recientemente creada: Eólica Rionegrina.

Se utilizarán molinos de alta potencia (a partir de 2 MW) y, pese a la existencia de proveedores locales como IMPSA y NRG Patagonia, Brendstrup cree que importarán los primeros equipos. “Nosotros quisiéramos comprarles a ellos, pero necesitamos que nos cierren los números. NRG todavía no tiene un producto consolidado y, en el caso de IMPSA, tienen un diseño moderno, pero todavía le falta un poco de maduración. Creemos que vamos a tener que importar al principio, porque necesitamos proveedores que garanticen un piso de rendimiento, inclusive con una cláusula de multa, para ofrecer una tarifa competitiva”, dice. Y agrega que, a su juicio, los proveedores mejor posicionados son GE (Estados Unidos), Siemens (Alemania) y Vestas (Dinamarca).

Desde hace varios años, INVAP trabaja –a través de un Fondo Argentino Sectorial (FONARSEC) que incluye a la Municipalidad de Cutral Co, la Universidad Nacional de La Plata y la empresa ITP– en el desarrollo de una pala de alta potencia, de 40 metros de largo, compatible con los aerogeneradores de IMPSA. “A fin de año ya tendremos dos palas para hacer pruebas y el año que viene podrían comenzar a fabricarse en serie. Con torres y palas hechas en la Argentina ya representaría casi el 30 % del costo de la máquina. Si a eso se le agrega la obra del parque, fundaciones e infraestructura eléctrica, llega al 40 % de integración nacional. Y más adelante se podrían sumar los aerogeneradores”, sostiene Brendstrup.

La movida de INVAP es oportuna. Suspendida la Resolución 108 por parte del Gobierno nacional –que había impulsado un conjunto de proyectos eólicos que quedaron sin un marco regulatorio tras la medida–, al cierre de esta nota era inminente la reglamentación de la nueva ley de energías renovables (Ley 27191), sancionada por el Congreso en octubre de 2015. Los incentivos fiscales y financieros podrían movilizar nuevos proyectos eólicos y solares que permitan agregar unos 10.000 MW de potencia instalada hasta 2025, cuando el 20 % de la matriz energética debería ser aportada por energías renovables según la norma.