En Bolivia se inauguró el primer centro público de medicina nuclear, construido por la empresa rionegrina INVAP. Se trata del primero de tres centros que se ubicarán en diferentes ciudades de ese país y tendrá capacidad para atender a unos 36.000 pacientes por año. Hasta ahora solo había un centro privado de este tipo y en muchos casos los pacientes debían ser tratados en el exterior.
Agencia TSS – Hasta la inauguración del “Instituto de Medicina Nuclear y Tratamiento del Cáncer El Alto”, a principios de este mes, Bolivia tenía un solo centro privado en esta especialidad, con escasa capacidad de atención de pacientes. El nuevo instituto, construido y equipado por la empresa argentina INVAP, brindará atención para personas que requieran diagnóstico y tratamiento contra el cáncer, con capacidad para atender a 36.000 pacientes por año.
La creación de estos centros es parte de un convenio marco firmado en el año 2014 y, además de la construcción y puesta en marcha, incluye la capacitación a profesionales bolivianos en la Argentina en INVAP y en la Comisión Argentina de Energía Atómica (CNEA), que a partir de ahora operarán buena parte de las instalaciones ubicadas en la ciudad de El Alto.
En el centro de medicina nuclear de El Alto cuentan con dos aceleradores lineales multimodalidad, un equipo de braquiterapia, un tomógrafo TAC, ocho consultorios para pacientes oncológicos, siete sillones y tres camillas para la aplicación de quimioterapia con bomba de infusión y monitoreo clínico. Además, hay un equipo de tomografía PET/CT y uno de tomografia SPECT/CT.
El gerente de proyectos TIC y Servicios Tecnológicos de INVAP, Juan Carlos Rodríguez, le dijo a TSS: “Entre principios y fines del segundo semestre de este año va a estar en funcionamiento el próximo centro, en Santa Cruz de la Sierra. En cuanto al tercero, que es el de La Paz, estimamos que va a estar entre el cuarto trimestre de este año y el primero del año que viene. Las construcciones están muy avanzadas: en el caso de Santa Cruz, en abril empezamos con la instalación de equipos y ahora viene la puesta en marcha. Ahí surgirá la problemática previa a la puesta en marcha de los servicios y tomará unos meses hasta que estén en condiciones de abrir las puertas a los pacientes”.
Las actividades de los centros de medicina nuclear deben cumplir con regulaciones internacionales muy estrictas y, como parte del convenio, durante el primer año de trabajo los especialistas argentinos realizarán la supervisión y seguimiento de los tratamientos, controles de los informes de diagnóstico y de los planes de radioterápia. En paralelo, la Organización Internacional de Energía Atómica hará los controles de rutina y soporte hasta que se vayan ajustando todos los planes de trabajo. Se espera que este acompañamiento pueda mejorar las curvas de aprendizaje propias del inicio de la actividad.
El proyecto también incluye la venta de algunos de los insumos que necesitarán estos centros para su funcionamiento diario. “En principio, en la Argentina van a ser producidos los generadores de tecnecio, que son los radioisótopos. Para la fluordeoxyglucosa 18 (FDG), que se usa en el PET, ellos están construyendo una fábrica pero recién estarían en condiciones de producir en el segundo semestre de este año. Mientra tanto, y por un tema de logística, van a cubrir esa necesidad con un producto de Chile”.
La Argentina es uno de los países más importantes en producción de radioisótopos y uno de los competidores más importantes es Rusia. Ante la consulta de TSS sobre si la guerra en Ucrania y las sanciones geopolíticas a Rusia podrían beneficiar a la Argentina como exportador en el área, Rodriguez contestó: “Rusia es un productor importante de radioisótopos y tiene acuerdos específicos, por ejemplo, con Brasil, hasta que ellos tengan listo el reactor RMB 10, que es similar al RA 10 que se están construyendo en Ezeiza. Lo cierto es que la Argentina tiene a varios países de la región como países naturales de su mercado. Un poco va a depender de cuándo se termine el RA10, como para poder aumentar el nivel de producción”.
La cantidad de pacientes que se puedan atender en estos centros suele estar condicionada por la cantidad de turnos de trabajo que se puedan tener. En el Alto estarán en el orden de 25 a 30 pacientes por cada uno de los dos aceleradores lineales. La cantidad de pacientes en braquiterapia se estima en seis pacientes diarios y, en el caso del PET, entre cinco y seis pacientes por equipo al día. En términos más generales, se estima una atención diaria de 120 personas y que unos 36.000 pacientes podrían ser atendidos anualmente. Claro que también existe un proceso de aprendizaje en el medio. “La curva para arrancar el funcionamiento de un centro de este tipo implica un proceso de aprendizaje y correcciones hasta que avanza, y la incorporación de los profesionales es lenta por la formación que requiere la gente en el área”, dijo el gerente de INVAP.
La necesidad de formación de profesionales en Bolivia en el área de la medicina nuclear es urgente. Según Rodríguez, “los médicos nucleares especializados en estos equipos, antes de este proyecto, eran cinco en todo el país. Hay un PET en un centro privado y el resto eran cámaras gamma, lo que hacía que pocos pudieran acceder a estos tratamientos. Había un alto porcentaje de la sociedad que no podía acceder a nada y quienes tenían posibilidad económica para ser tratados se iban del país. En el año 2018, el presidente Luis Arce tuvo un tumor y tuvo que ir a tratarse a Brasil. Hoy está curado, con seguimiento como cualquier paciente oncológico, cosa que en su país no podría haber pasado. Y estamos hablando de una persona con acceso a todos los profesionales de Bolivia”.
La inversión total del proyecto es de 149 millones de dólares por los tres centros. Para la Argentina, se trata de exportaciones de alto valor agregado generadas en un período relativamente corto, aunque la pandemia retrasó los planes trazados tras el convenio de 2014, ya que los centros tenían que estar terminados en 29 meses y las capacitaciones en cuatro años.
Los equipos principales de estos centros serán comprados en el exterior ya que solo dos empresas los fabrican. “Cuando yo ingresé en INVAP, en la década del 80, y empecé a trabajar en temas de salud y equipamiento médico en el área de radioterapia, había más de 10 empresas en el mundo que se especializaban en esto, entre ellas INVAP. Hoy, en el mundo occidental, quedaron dos empresas, Siemens (Alemania) y Electra (Suecia). El desarrollo de este tipo de tecnología es tan rápido y las inversiones son tan importantes que el equipo central se termina comprando y se trabaja sobre los sistemas auxiliares para integrar el correcto funcionamiento de los diferentes equipos. Son desarrollos que de alguna manera también aprovechan todo lo que tenga que ver con ciencia de datos para mejorar las herramientas, bajar los costos en tratamientos y mejorar la calidad”.
En INVAP tienen la expectativa de poder seguir trabajando en otros proyectos con Bolivia, como una iniciativa en conjunto con la CNEA para aplicar técnicas de Terapia por Captura Neutrónica en Boro (BNCT, por sus siglas en inglés), una técnica para el tratamiento de ciertos tipos de cáncer. “En el futuro, Bolivia sería un excelente lugar para un reactor CAREM cuando pase de la fase de prototipo a la construcción en serie, porque el país tiene complicaciones para llegar con las líneas de alta tensión a ciertos lugares. Podría instalarse uno de solo 25 Mw que serviría para dar energía a una ciudad o pueblo pero también para dar energía a la industria del litio, que tiene procesos que requieren energía térmica para poder acelerarlos. Muchas veces se piensa en usar la fuente fotovoltaica, pero no permite hacer este tipo de procesos”, explicó.
17 mar 2022
Temas: Bolivia, Cáncer, Cooperación internacional, Exportaciones, INVAP, Medicina, Medicina nuclear, Salud