Las profesiones invisibles

Como parte del programa Saber Juvenil Aplicado, la UNSAM participa de la creación y el dictado de tecnicaturas vinculadas a herramientas digitales. Si bien tienen una creciente demanda, carecían de un reconocimiento en la enseñanza formal.

Matías Alonso  
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Agencia TSS La Universidad Nacional de San Martín (UNSAM) dictará tecnicaturas y diplomaturas en diferentes especialidades de las denominadas “profesiones invisibles”. Se trata de conocimientos que hoy son muy demandados, pero que en muchos casos no están atravesados por la educación formal. Esto permitirá que los estudiantes puedan obtener un título de una universidad nacional que les permita estructurar sus conocimientos y poder valorizarlos a la hora de insertarse al mercado laboral.

La iniciativa reunió el año pasado a la Secretaría de Políticas Universitarias y a diversas universidades, a los ministerios de Salud, de Trabajo, de Educación, de Ciencia y de Planificación, a representantes de la Cámara de Diputados de la Nación y de la Fundación Sadosky, que hicieron un relevamiento de estas profesiones invisibles. Fruto de este trabajo, se crearon las denominadas “Tecnicaturas y Diplomaturas Informacionales para el Siglo XXI”, de entre uno y tres años de duración, que las universidades interesadas podrán implementar durante los próximos ciclos académicos.

Las nuevas carreras que forman parte de la iniciativa conjunta –las universidades pueden presentar una solicitud al Ministerio de Educación para elegir cuáles desean incluir en su oferta educativa- pertenecen a distintas disciplinas y algunas de ellas son: Gestión de comunidades virtuales, Curaduría de contenidos digitales, Gobierno electrónico, Comercio electrónico. Informática educativa (diplomatura y tecnicatura), Repositorios digitales, Diseño e impresión 3D, Diseño integral de aplicaciones móviles, Diseño integral de videojuegos, Testeo y análisis de calidad de sistemas informáticos, Seguridad informática y Minería de datos.

La UNSAM formó parte de la creación de estas tecnicaturas como parte del programa Saber Juvenil Aplicado. Su director, Fernando Peirone, habló sobre la importancia de que la universidad pueda absorber y dictar esta clase de contenidos.

Hay muchas habilidades para el trabajo que se aprenden de manera informal. ¿Cómo hace una universidad para formalizar ese tipo de conocimientos?

Hasta hace muy poco tiempo, la universidad no había incorporado de manera sistemática los saberes informales que empiezan a tener una importancia cada vez mayor en la mutación cultural actual. Pero algunos de estos saberes empiezan a ser fundamentales para la organización social, para la implementación de campos profesionales e institucionales. Son saberes que hasta no hace mucho iban por afuera de la universidad y del reconocimiento general de la sociedad. No había forma de homologarlo o decir “yo tengo un título que dice que sé hacer esto”. Estamos hablando de lo que algunos autores llaman las profesiones invisibles. Saberes como el de curador de contenidos o community manager están reconocidos en algunas universidades con un sesgo muy vinculado al mercado y por lo tanto su acceso se da, en general, en instituciones privadas. No formaban parte de la oferta académica más clásica de acceso universal, que es lo que buscamos ahora. En general, estos saberes están muy al alcance de la mano y han empezado a ser desarrollados de un modo bastante rápido por los más jóvenes, pero no había una oferta académica para un rango etario que es el más vulnerable del mercado laboral. Por eso se pensó en tecnicaturas cortas, para que en dos años ya tengan un pre-título y se vayan ambientando a la universidad. Si no, se estaba empezando a generar un mundo paralelo en el ámbito de la enseñanza con certificaciones que eran en base a la práctica y a los antecedentes laborales, pero que no estaban certificados por la universidad.

«La universidad no había incorporado de manera sistemática los saberes informales que empiezan a tener una importancia
cada vez mayor», dice Peirone.

¿También implica un cambio para la universidad en cuanto a la forma de enseñar?

Sí, porque no se puede pretender que esos saberes sean enseñados de la manera clásica, sería un error. Hay que revisar el modelo pedagógico, porque los más jóvenes se organizan de manera diferente y eso tiene consecuencias en el modo en que se enseña, se transmite y se aprende. Y tiene consecuencias también en el resultado del trabajo. Creo que, como en pocos campos, el sector educativo es permeable a estas emergencias y a estas necesidades que genera la mutación cultural. Aquí, los que van adelante son los sectores privados, que hacen estudios sobre comportamientos juveniles y modos de acumulación de saber en los jóvenes desde hace 10 años.

¿Por qué la UNSAM se incorporó a esta iniciativa y en qué consiste el programa Saber Juvenil Aplicado?

La UNSAM tiene predisposición a incorporar nuevos avances y usos de la tecnología. A mediados de 2014 se creó el programa, dependiente de Rectorado, para investigar sobre el impacto de las nuevas tecnologías en el campo social y, en particular, sobre el modo en que los jóvenes están generando saberes que resultan cada vez más importantes para la sociedad actual. El colegio secundario tiene un grave problema, porque, cuando los chicos ingresan a esta etapa, durante cinco horas de su vida están viviendo en un espacio y en una dimensión de un siglo atrás. Entonces, el Ministerio de Educación nos pidió si podíamos generar un pequeño informe de lo que observábamos en la escuela secundaria. Y encontramos que hay un saber prefigurativo, un saber que todavía no está codificado ni conceptualizado, pero que es muy importante y ese saber todavía no ha impactado en los contenidos escolares ni en el modelo pedagógico. En la medida en que nosotros podamos aprender a abordar ese conocimiento, decodificarlo, comprenderlo y darle una dimensión conceptual, alguno puede empezar a volcarlo en un modelo pedagógico educativo experimental que permita, además, mejorar la interacción en el aula. Una de las consecuencias inmediatas que tuvo este programa fue crear estas carreras, las diplomaturas y tecnicaturas informacionales. La investigación ya lleva un año y están muy avanzados los informes que estamos elaborando en diferentes líneas y con el aporte de grandes investigadores como Marcelo Urresti, Inés Dussel, José Yuni, Claudio Urbano, Gloria Vadori y Lila Pagola, que tienen una amplia trayectoria y mucho conocimiento sobre la cultura del software libre y la cultura colaborativa en general.

¿Cómo serán estas tecnicaturas y diplomaturas?

Son 21 carreras diferentes. Todas las tecnicaturas tienen que tener materias comunes, como si fuera un nuevo ciclo básico. Lo que antes era Sociedad y Estado ahora se llamaría Tecnología y Sociedad, porque los límites del Estado también son bastante lábiles. Las otras dos materias son Gestión del conocimiento, porque el conocimiento empieza a ser un elemento fundamental en la organización de la vida particular y social, y Gestión de emprendimientos, que es una materia cuyo propósito es que los estudiantes tengan elementos para poder organizarse, porque muchos lo hacen de forma cooperativa y no institucional, son emprendedores. Entonces, si van a emprender, es necesario que tengan conocimientos sobre cómo patentar, sobre cómo organizarse en términos impositivos o dentro de algún convenio colectivo en el caso de que vayan a una empresa, porque a veces son rápidamente cooptados por el mercado y no tienen herramientas para que puedan evitar ser explotados. También se intenta dentro de estas tecnicaturas que quienes vienen con algunos saberes los puedan acreditar rápidamente. Por ejemplo, si alguien sabe sobre programación, que pueda rendir libre esa materia y atravesar la tecnicatura más rápido para obtener su título.