La ministra de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de Santa Fe habló con TSS sobre cómo buscan mejorar la vinculación entre academia y sector productivo, las políticas para reducir la brecha de género en ciencia, las preocupaciones sobre el recorte presupuestario a nivel nacional y la necesidad de que el impulso al desarrollo científico-tecnológico sea política de estado.
Agencia TSS – Érica Hynes tiene asistencia perfecta en marchas que reivindican los derechos de las mujeres: “Soy militante política desde mis estudios universitarios y ser feminista entra en ese combo”, le dijo a TSS esta doctora en Química e investigadora del CONICET. En el año 2010, Hynes asumió como secretaria de Ciencia y Técnica de la Universidad Nacional del Litoral (UNL), cargo en el que se mantuvo hasta diciembre de 2017, cuando asumió como ministra de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de Santa Fe.
Durante ambas gestiones siempre puso el foco en que las políticas implementadas tuviesen perspectiva de género y fuesen transversales a todas las áreas de gobierno. También se propuso fortalecer la vinculación entre la academia y el sector productivo, así como plasmar el impulso a la ciencia y la tecnología en políticas de estado.
El 8 de abril pasado, durante el “pañuelazo” a favor de la legalización del aborto que en Santa Fe tuvo como epicentro al Puente Colgante, ella decidió ir a Esperanza, la localidad donde nació y donde la movilización había recibido amedrentamientos por parte de quienes estaban en contra. Sin embargo, las amenazas no lograron empañar el acto: “Hubo un clima de tranquilidad y entusiasmo a lo largo de una cuadra de extensión, que para una ciudad de 50 .000 habitantes es un montón”, dijo.
Santa Fe es una de las pocas provincias que cuenta con un organismo creado para financiar proyectos de ciencia, tecnología e innovación productiva. ¿Por qué?
Creemos que es vital el agregado de conocimiento al entramado productivo santafesino y, de hecho, está en el Plan Estratégico provincial. En el año 2007, se creó la Secretaría de Estado de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, y poco a poco se fueron sumando recursos, entre ellos, la creación de la Agencia Santafesina de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva (ASACTEL). Esta agencia se pensó para canalizar los fondos de manera transparente y para que tenga una cierta independencia del poder político porque el comité ejecutivo está integrado por científicos y empresarios, y sus decisiones tienen carácter vinculante. En 2015, con la gestión de Miguel Lifschitz, se creó el ministerio y estamos trabajando para que esto adquiera una estabilidad de política de Estado. La tecnología tiene que entrar en el entramado productivo para hacerlo más competitivo y sostener el crecimiento de las pymes, que son una gran fuente de empleo.
¿De dónde provienen los fondos de la Agencia?
Tiene fondos propios, que provienen del presupuesto santafesino. El año pasado ejecutamos casi 70 millones de pesos y esperamos incrementar la cifra para este año. La ejecución también depende del éxito de las convocatorias. A veces, algunos proyectos quedan fuera de competencia porque no alcanzan el nivel de calidad requerido, pero en general se ejecuta casi al 100%. Los fondos se complementan con los federales, como los del COFECyT (Consejo Federal de Ciencia y Tecnología), por ejemplo, que han sido de unos 18 millones para Santa Fe, por lo que vemos que el mayor aporte para este tipo de proyectos proviene de fondos provinciales.
Usted señaló que están trabajando para que la ciencia sea una política de estado. ¿Cómo se puede lograr que el impulso a estas políticas se mantenga en el largo plazo, más allá de los cambios de gobierno?
Hemos diseñado un plan porque con uno bien fundamentado es más sencillo discutir los fondos en la Legislatura. Por otro lado, en la provincia se está viviendo un proceso de reforma constitucional y queremos que la promoción de la ciencia y la tecnología quede plasmada en el texto constitucional como una función del Estado provincial. Imaginamos que de esa manera va a ser más fácil para los próximos gestores poder dar una discusión para conseguir fondos para la ciencia.
Desde la llegada de Cambiemos al Gobierno, el sistema científico atraviesa una situación de recorte presupuestario a nivel nacional. ¿Cuál es el impacto en la provincia?
Recibimos llamados de diversos actores del sistema científico que están preocupados y a la espera de mayor presupuesto nacional. Científicos, personal de apoyo y becarios que integran diversas redes se han manifestado en los Centros Científicos Tecnológicos (CCT), en movilizaciones y se han entrevistado con legisladores provinciales y nacionales. Al ser incierta la reactivación de algunos proyectos nacionales que tienen que ver con infraestructura y grandes equipamientos, se dirigen a los funcionarios provinciales. Por supuesto, saben que nuestros aportes no pueden dar solución a toda la demanda, pero estamos en diálogo permanente con directores de institutos, pymes y cámaras sectoriales. Todos están a la expectativa de ver qué va a suceder con el programa FONTAR, que, yo diría, es la mayor preocupación en este momento porque se están reformulando los instrumentos para acceder a ese financiamiento.
¿Tuvo la oportunidad de plantearle estas preocupaciones al ministro Lino Barañao?
Hace unas semanas estuve en la asamblea del COFECyT, que se hizo en Tucumán y fue la primera reunión a la que asistí como ministra. Allí, el ministro Barañao presentó algunas posiciones que todavía están en discusión sobre los instrumentos de la agencia, sobre todo el FONTAR, que es el que va a cambiar más radicalmente, pero nos dijo que la discusión no estaba cerrada. Varias provincias expresamos nuestro interés en que sigan existiendo los ANR (los aportes no reembolsables de la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica) dirigidos a la innovación tecnológica del entramado productivo. El ministro tomó estas preocupaciones y dijo que la discusión se estaba dando.
Santa Fe tiene una amplia proporción del territorio dedicada al campo. ¿Qué políticas tienen para atender el uso de agroquímicos y las problemáticas de salud y ambiente derivadas de la aplicación de estos productos?
Es un tema que se atiende de manera permanente desde Producción y, desde aquí, hemos financiado un proyecto insignia que nos gustaría que lo puedan reproducir en otras provincias. Se trata de una planta de descontaminación de bidones de agroquímicos mediante radiación ultravioleta y agua oxigenada, realizado por un grupo del Instituto de Desarrollo Tecnológico para la Industria Química (INTEC), del CONICET y la UNL, junto con una cooperativa de productores de la localidad de Margarita, en el norte santafesino. Actualmente, está funcionando en fase prueba con un reactor piloto, pero ya se están construyendo los equipos para finalizar la planta y esperamos inaugurarla pronto.
¿Qué balance hacen del rol que desempeña el Laboratorio Industrial Farmacéutico (LIF) en la producción pública de medicamentos?
Tanto el LIF, en la ciudad de Santa Fe, como la planta piloto de fármacos, en Rosario, dependen del Ministerio de Salud y responden a una política provincial de provisión de medicamentos a nuestros efectores y a otras provincias a las que podemos abastecer. Es una iniciativa que no busca el lucro, sino que permite bajar costos que son elevadísimos para quienes necesitan ciertos medicamentos.
¿Qué iniciativas buscan implementar para lograr una mayor vinculación entre el sector académico y el productivo?
Nuestro ministerio tiene un área que se dedica a brindar subsidios de tipo ANR relacionados con ambos sectores. Se canalizan a través de la Agencia provincial y en los que más fondos hemos invertido son para la innovación en pymes, para generar emprendimientos más competitivos y para comprar equipamientos que permitan mejoras de servicios tecnológicos. También tenemos fondos destinados a planes estratégicos para plataformas de innovación, parques y polos tecnológicos, y actividades de capacitación.
¿Qué dificultades encuentran al momento de realizar esta vinculación?
Lo más difícil es el nivel de dosificación de la demanda y hacia qué parte del sistema científico-tecnológico hay que direccionarla. A veces tiene más que ver con ingeniería o aspectos técnicos y hay que trabajar con el Ministerio de Producción. Por otra parte, estamos implementando un banco de demandas tecnológicas para brindar soluciones. Tenemos instrumentos de consultoría y un programa de ingenieros, que son vinculadores por excelencia en el territorio.
¿A qué áreas del desarrollo científico-tecnológico apuntan en esta gestión?
La provincia tiene una diversidad industrial importante pero hay temas que consideramos estratégicos. Uno es la bioeconomía y el uso de biomasa de diversas fuentes que se puede transformar en energía, materiales o moléculas de alto valor. Otro eje es el del Río Paraná y se trabaja en temas que son de interés para la producción y la soberanía alimentaria, así como también para conocer mejor y proteger nuestro ecosistema. Otros ejes importantes para nuestro ministerio son las tecnologías del software y los estudios de género.
¿Qué están haciendo para abordar la problemática de género?
Estamos por lanzar nuestro programa de género y ciencia, que es un programa de políticas públicas con el que queremos implementar una perspectiva de género transversal a todas nuestras acciones y estamos diseñando instrumentos específicos para las secretarías. Por ejemplo, si hay una convocatoria de subsidio para una conferencia, establecer desde el principio una representación diversa en los paneles, ya que muchas veces son solo de varones. También tenemos un proyecto para trabajar con niñas de primaria y secundaria para derribar estereotipos, porque sabemos que en la primera infancia se definen vocaciones y muchas veces llegamos tarde cuando vamos a la secundaria a tratar de promover carreras científicas.
¿Durante su trayectoria se ha encontrado con barreras o “techos de cristal” para ascender y llegar a posiciones de gestión?
De algún modo, siempre he sido de las que rompen los techos de cristal, pero hay muy pocas mujeres en posiciones de poder, son espacios que siguen muy masculinizados. El gabinete actual tiene seis ministras y trabajamos fuerte entre nosotras porque además pertenecemos a áreas que están muy relacionadas: Educación, Producción, Salud, Energía, Cultura, y Ciencia y Tecnología. Pero el hecho de que hoy haya un gabinete con alta presencia de mujeres en Santa Fe no tiene que ser un árbol que tape el bosque de lo que sucede en gabinetes nacionales, empresas y universidades. El techo de cristal es muy evidente y no se trata de que las mujeres no quieran llegar a esos lugares o no tengan capacidad, sino que están sobreocupadas con otras tareas que la sociedad les impone. Los cambios tienen que venir de toda la sociedad y desde el Estado se pueden acelerar.