Hongos para materiales

En la Universidad Nacional de San Luis utilizan hongos para desarrollar un material similar al telgopor pero biodegrable y que hasta podría ser reciclado como fertilizante. El proyecto todavía está en desarrollo y podría ser usado en embalajes y otras aplicaciones de industrias como la construcción y la automotriz.

Por Vanina Lombardi  
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Agencia TSS – ¿Podría obtenerse un producto similar al poliestireno expandido, más conocido como telgopor, con materiales vegetales que puedan ser reciclables y menos contaminantes? La investigadora Celeste Aguirre Pranzoni, de la Universidad Nacional de San Luis (UNSL), considera que sí.

Aguirre Pranzoni, que es doctora en Biología y ha hecho de este desafío su tema de estudio posdoctoral, conocía experiencias que se están llevando a cabo en otros lugares pero quería desarrollar una propia, con recursos locales. Y lo logró: formó un equipo de trabajo con colegas y estudiantes, y tras seis meses de trabajo obtuvieron un prototipo de una bioespuma capaz de reemplazar al poliestireno expandido, elaborada con setas de hongos silvestres como los que crecen en los árboles del fondo de su casa y el parque de la universidad.

«Me motivó un documental que había visto acerca del cambio climático y la posibilidad de desarrollar materiales a partir de sistemas biológicos como los hongos de setas, que son los que crecen en los arboles y hojas secas», recuerda Aguirre Panzoni, que trabaja en en el Instituto de Investigación en Tecnología Química (INTEQUI), de la UNSL y el CONICET, y explica que el material “constructor” de ese tipo de hongos son sus raíces (lo que se conoce como micelio), que se alimentan de distintos sustratos como la celulosa y la lignina, dos tipos de polímeros que no solo están presentes en hojas y tallos sino también en residuos orgánicos.

Agroindustrias como las del maíz y el azúcar, por ejemplo, generan desechos que, si bien son ecológicos, necesitan tratamientos especiales debido a las grandes cantidades acumuladas en los procesos productivos, y no siempre se realizan. En particular, para este proyecto bautizdo “Mico-teckton: materiales autocreados”, se utilizaron muestras de diferentes tipos de bagazo que se obtienen en el proceso de producción de las variedades de cerveza, que les facilitó la cervecería artesanal Kerze, de San Luis.

Tras seis meses de trabajo obtuvieron un prototipo de una bioespuma capaz de reemplazar al poliestireno expandido, elaborada con setas de hongos silvestres.

¿Cómo llega el micelio a convertirse en lo que la investigadora considera “el material del futuro”? A medida que las fibras del hongo se extienden producen enzimas que actúan sobre la superficie (del tronco y tallos, en la naturaleza, o del bagazo de cerveza, en esta investigación) y “desarman” los polímeros o sustratos como la celulosa y la lignina. Así, las células pueden absorberlos y alimentarse de ellos, en un proceso que se denomina alimentación superficial.

“El hongo no consume por completo los sustratos, se va alimentando de la superficie y deja el resto, por eso pudimos hacer una bioespuma que está formada por el filamento del hongo sobre el bagazo cervecero”, explica Aguirre Panzoni y agrega que, para elaborar estos materiales “autocreados”, se aprovecha la vida celular, cuyo crecimiento depende del desarrollo del hongo, que no debe competir con ningún otro microorganismo, como bacterias u otros que pueden aparecer.

Mantener esa estabilidad es parte del trabajo de los investigadores, que deben garantizar el ambiente en el que crece el material. “Tenemos que trabajar en condiciones microbiológicas apropiadas y una vez logrado el material hay que quitarle la vida a las células, para que no sigan creciendo”, aclara la especialista. Para eso realizan un secado por deshidratación, puesto que eliminar el agua de cualquier célula hace que muera pero permite mantener el esqueleto, que en este caso estaría compuesto por la fibra y los sustratos.

“El hongo no consume por completo los sustratos, se va alimentando de la superficie y deja el resto, por eso pudimos hacer una bioespuma que está formada por el filamento del hongo sobre el bagazo cervecero”, explica Aguirre Panzoni.

A diferencia de otras investigaciones sobre estos materiales que se están haciendo en otras partes del mundo, como  Estados Unidos y Europea, el grupo de la UNSL decidió usar hongos no comestibles. Específicamente, trabajaron con tres tipos de setas del grupo de los basidiomicetos. En el prototipo obtenido lograron que los hongos entretejan un material de baja densidad, que además es hidrófobo (no absorbe el agua), ignífugo (tolera altas temperaturas y fuego), biodegradable y biocompostable, por lo que puede resultar un buen fertilizante, ya que si se lo entierra le devuelve al suelo fósforo y nitrógeno, entre otros nutrientes.

“Usamos hongos silvestres que crecen en la zona. Nuestro trabajo de investigación consiste en elegir un hongo, caracterizarlo y jugar un poco con las propiedades que puede generar el alimento en el crecimiento de esa fibra”, agrega la especialista, que coordina a un grupo multidisciplinario que incluye a especialistas en ciencias de los materiales del Instituto de Física Aplicada (INFAP), de la UNSL y el CONICET, así como a profesionales de otras áreas como diseño gráfico, arquitectura y comunicación.

A mediano plazo, Aguirre Panzoni, espera lograr apoyo empresarial para poder escalar el producto y lograr reemplazar un porcentaje del telgopor que se utiliza en la provincia por este material ecosustentable. “El campo de aplicación que tiene el proyecto es inmenso, aunque todavía se requieren muchos estudios y ciencia básica para poder mejorar los materiales”, subraya.

La investigadora reconoce que lo más complejo de este desarrollo tuvo que ver con cuestiones más sociales que científicas, como encontrar gente interesada que se comprometiera con el proyecto, así como ajustar los tiempos de trabajo para desarrollar una investigación que no estaba incluida dentro de las líneas que ya desarrollaba el laboratorio. La participación en el concurso de innovación UNSL Xi le dio visibilidad al proyecto. “Por eso es importante la comunicación de la ciencia a nivel nacional. Sé que hay grupos intentándolo y creo que si nos unimos podemos hacer esto mucho mejor”, comenta Aguirre Panzoni y concluye: “Hace poco se publicó un artículo según el cual ya se probaron estos materiales en el espacio. Es el material del futuro, y hay que apurarse en desarrollarlo”.

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