Mientras la lucha contra algunos focos continúa en distintos puntos de la Argentina, en los sitios donde el fuego se apagó comienza un largo trabajo de recuperación de los ecosistemas. TSS habló con el director de la Estación Biológica Corrientes del CONICET para conocer el impacto del incendio que destruyó el 90% de un parque provincial en esa provincia.
Agencia TSS – Si bien las lluvias recientes trajeron un poco de alivio frente a los incendios, todavía hay ocho provincias argentinas con focos activos. Según el último reporte del Servicio Nacional de Manejo del Fuego (22/10), la superficie afectada por incendios en lo que va del año es de 898.755 hectáreas en todo el país. El 95% de los incendios tiene causa antrópica, es decir, son producidos por intervención humana, ya sea por negligencia o por la generación intencional de fuegos para deforestar.
El problema no termina cuando se apaga el fuego: uno de los impactos más preocupantes y prolongados es la pérdida de la biodiversidad, especialmente de la fauna. Mientras la destrucción de los hábitats de los animales afecta más a las especies con menor movilidad, las que logran escapar se encuentran con dificultad para sobrevivir en un ambiente adverso, a la vez que provocan desequilibrios al introducirse en otros ecosistemas. A esta reducción de su hábitat se suma la que ya viene teniendo lugar en muchos bosques y montes, vinculada al corrimiento de la frontera agrícola por el modelo productivo basado en monocultivos.
El incendio en el Parque Provincial San Cayetano, una reserva natural situada en Corrientes, terminó con el 90% de su superficie quemada y una destrucción casi total. Allí funciona también la Estación Biológica Corrientes, perteneciente al CONICET. TSS conversó con su director, el biólogo Martín Kowalewski, para conocer un poco más sobre el impacto de los incendios, el largo trabajo de recuperación que comienza luego de apagarlos y la conexión de estos acontecimientos con la pandemia actual.
¿Los incendios son una problemática recurrente en esa zona?
Para esta época, suele haber incendios y tiene que ver con la práctica agrícola que se hace para generar nuevas pasturas. Lo que pasa es que cada vez es más complejo porque hay más gente haciéndola y en lugares donde antes no se hacía, ya que las actividades ganaderas van siendo desplazadas por monocultivos, particularmente en la zona de las islas. Los incendios están prohibidos en la provincia por las altas temperaturas y las sequías que suele haber, pero es una práctica arraigada. Entonces, si se prohíbe, más allá de aplicar penas, hay que acompañar con un proceso de concientización sobre por qué no hay que hacerlo y cómo pueden tener los productores de diferentes escalas pasturas buenas sin recurrir a esa práctica. O, si se hace de forma controlada, asegurarse que haya técnicos en manejo del fuego que te asesoren sobre cómo y cuándo hacerlo para que no se salga de control y llegue a áreas protegidas, como pasó ahora.
¿Habían tenido incendios tan grandes en la reserva?
No, nunca. Sí tuvimos algunos incendios pequeños que se controlaron porque los suelos estaban húmedos. Pero este año tuvimos un incendio, el 23 de agosto, que quemó el 60% del parque y se originó adentro del área. Otro, el primer día de octubre, que terminó de quemar el 90% y vino de la extensión de un incendio en un campo ganadero lindante. El parque no es muy grande, tiene 80 hectáreas. Por eso, algunos animales como zorros, venados y monos, se mueven también por afuera del parque. El tema es que el incendio fue tan masivo, afuera y adentro del parque, que los animales quedaron atrapados y no sabían para dónde ir. También lo que sucede es que el paisaje de esta zona de Corrientes tiene una matriz de pastizal, mezclado con palmares y esteros. Son parches de monte separados entre sí. Esto hace que, cuando hay incendios, las vías de escape para los animales estén acotadas porque si el monte tuviera continuidad, como la selva misionera, los animales podrían escapar por los árboles y el fuego tardaría un poco más en quemar. En cambio, el pastizal se quema rápido, haciendo un anillo alrededor de los parches de monte y generando además que muchos animales se terminen asfixiando con el humo.
¿Cómo comienza ahora el trabajo de recuperación de la reserva?
Estamos esperando algunas lluvias para ver si empieza a rebrotar algo porque también está muy seco todo. Los montes nativos son más difíciles de recuperar que los pastizales. Igual, cuando hay un incendio, se puede ir restaurando una parte con el tiempo y nosotros podemos implementar acciones para ayudar a esa restauración de alguna manera, pero nunca vas a recuperar lo que era porque se queman muchas especies, microorganismos, se destruye un equilibrio muy complejo. A su vez, los animales que sobrevivieron y se fueron, no tienen adónde volver y están sufriendo: los cazan, son atacados por perros, los atropellan o simplemente no encuentran dónde instalarse. Si un grupo de monos, por ejemplo, va a un lugar donde ya hay otro grupo, no los van a dejar quedarse.
¿Qué pérdidas pudieron cuantificar y cómo se puede ayudar a esos animales?
Algunas pérdidas no se pueden cuantificar porque no sabemos cuánto había antes. Lo que sabemos es que no quedó nada. La herpetofauna, como yacarés, lagartos, víboras, culebras, sapos y ranas, no se ven más. Son los que menos posibilidades tienen de escapar del fuego. Eso también fue efecto de la sequía, porque si hubiera habido agua por ahí se metían en una laguna y sobrevivían. En cuanto a mamíferos, de los que estaban en el parque no vemos más nada tampoco. Salís a caminar y todo es cenizas. Lo que son carpinchos, zorros, lobitos de río, venados, no los estamos viendo o nos van reportando desde afuera del parque que encuentran un carpincho atacado por un perro, esas cosas. En nuestro grupo, desde hace mucho tiempo, estamos siguiendo 20 grupos de monos, cada uno tiene unos nueve o diez animales. Hubo diez grupos que no fueron alcanzados por el fuego. De los diez que sí fueron afectados, hay cinco que se quemaron, dos que no podemos encontrar todavía y los otros tres sabemos que se metieron en otros fragmentos de bosques, en lugares muy hacinados.
¿Cómo sigue el trabajo de ustedes?
Vamos a cuantificar de a poco la cantidad de animales que se fueron perdiendo. También vamos a estudiar los procesos de recuperación del ecosistema, ver si los animales vuelven o no, y los efectos indirectos del fuego. Porque no es que se apaga el fuego y ya está, sino que el proceso de destrucción sigue por un tiempo largo. Vamos a salir a marcar algunos animales para hacerles seguimiento, medir niveles de estrés y otras cuestiones. Con un grupo de estudiantes queremos empezar dos proyectos en la comunidad local. El más urgente es el manejo de mascotas, tratar de evitar que ataquen a los animales. Es difícil porque la mascota de campo no es como la de ciudad. Y el otro trabajo apunta al tema de los incendios. Nosotros podemos pasar por un proceso de denuncia y tratar de que se cumpla la ley pero eso no impide que el año que viene se queme otra vez. Las leyes se tienen que cumplir pero para eso también tenemos que generar formas de concientización para que la gente queme de otra manera o en otro momento. Acá pasan dos cosas. Una parte de la población quizás lo hace por ignorancia, por no saber hacerlo de forma controlada, pero otra parte, en general productores más grandes, tienen una falta de conciencia social importante. Así que hay que atender varios frentes.
¿Hay una articulación entre el trabajo que hacen ustedes, el rol del Estado y la sociedad en general, o está todo fragmentado?
Hay diferentes intentos pero todavía está todo fragmentado. Lo que sucede es que, como en cualquier país latinoamericano, sea del color que fuere el gobierno, todo lo que tiene que ver con ambiente y conservación suele estar al final de la lista de prioridades. A nivel nacional, el Gobierno ya recibió el área bastante mal, con un ministerio de Ambiente degradado a secretaría. Luego, hay conflictos internos también. Por un lado, se está lidiando con una pandemia con origen zoonótico, donde hubo un salto de un virus de un animal a un humano a raíz de un uso irresponsable de los recursos ambientales. Por el otro, una de las primeras actividades exceptuadas es la deforestación, que lo que hace es propiciar nuevos saltos zoonóticos. Hay un desajuste ahí y un lobby muy fuerte detrás. A nivel provincial también es conflictivo. Los grandes quemadores son personas muy poderosas y no es tan sencillo que un juez penal de un municipio le inicie una causa al dueño de una estancia. Ahí es donde entra el rol de la sociedad, que muchas veces está desconectada de los problemas ambientales porque mantener a la sociedad desinformada es parte del lobby también.
Y también hay una falta de educación en materia ambiental, ¿no?
Claro, con programas educativos de derecho ambiental desde temprana edad, los chicos empezarían a concebir al ambiente como un derecho humano. Las discusiones tendrían otra profundidad, saber que si lo que vos hacés en el campo de al lado me afecta a mí, no lo podés hacer más. Si vos querés cultivar transgénicos en tu campo y usar determinados herbicidas, en el momento en que ese herbicida llega al agua del río en que yo me meto y me entra por la piel, ya no es más tu problema solamente. Ahí es donde la propiedad privada se desdibuja y el derecho ambiental se transforma en derecho humano.
¿Qué se puede hacer para prevenir daños futuros por episodios similares?
Nosotros ahora estamos aprendiendo un poco más sobre los incendios, cómo prevenirlos a partir de imágenes satelitales. A nivel de manejo del fuego, en ambientes susceptibles de incendios, como pastizales y palmares, lo que se hace es aplicar cortafuegos, especies de avenidas que se ponen en forma estratégica en un área protegida, sacando sectores de pasto, para que, si se inicia un incendio, ayude a frenarlo. Además, les permite entrar más fácil a los bomberos. Necesitamos dispositivos estatales de control de fuego, una infraestructura más adaptada a los bosques, porque los bomberos y guardaparques hacen un trabajo impresionante pero necesitamos brigadas forestales de control de fuego. Eso había sido desarmado en la administración anterior y ahora, mediante un decreto, se está rearmando.
¿Cómo lo afectó este incendio?
Fue tremendo. Nosotros trabajamos estudiando el comportamiento de animales, investigamos lo que pasa con los animales silvestres que quedan en lugares donde se superponen actividades humanas, para entender también cuál es su rol en las enfermedades infecciosas. Esto me llevó a empezar a trabajar en conservación, más que nada de primates. Entrar en esto es difícil porque chocás con determinadas políticas e intereses que muchas veces son paredes y no hay forma de llegar a un punto intermedio. Entonces, para mí, cada vez que pasa algo así, es una derrota más. Creo que puedo contar con una mano lo que considero triunfos y no me alcanzan los dedos para contar las derrotas. Esto fue una catástrofe evitable que hizo que murieran un montón de animales. Los primeros días que con mi grupo salimos a caminar y encontrábamos a los animales muertos, nos poníamos a llorar, no podíamos ni hablar entre nosotros.
Los fuegos pueden apagarse pero al problema no se le ve el final.
Y además es masivo. Si mirás las imágenes satelitales de la NASA, ves que está todo prendido fuego, es increíble. Tengo colegas en otras partes del mundo que están pasando por lo mismo. Es una tragedia a nivel mundial. Y tenés un sistema que te hace creer que hacés algo por el ambiente con acciones como no usar más pajitas en los shoppings, por ejemplo. Está bien el cambio individual, pero la suma de individualidades no alcanza. Para que haya grandes cambios se necesitan acciones colectivas.
22 oct 2020
Temas: Ambiente, Biodiversidad, Corrientes, Ecología, Fauna, Incendios
1 comentarios en “Fuego sin reserva”-
Fernando Bargas
(22/10/2020 - 20:29)Sugiero investiguen el Acuerdo o Adenda entre el BICE (Banco de Intercambio y Comercio Exterior-De Mendiguren) y el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible,-Cabandie) relacionado con el programa FOBOSQUE (Fondo Fiduciario de protección de bosques nativos), que se firmo alrededor del principio de julio pasado, en uno de los tantos períodos de desmontes masivos ilegales (ley 26331) en las provincias del norte en particular, y los que continuaron con desmontes e incendios intencionales, con el norte de Cordoba transformada en tierra de fuego, muerte y destrucción. Actitudes criminales de empresarios y funcionarios inescrupulosos.