El futuro del agua

Investigadores de Brasil, España, Estados Unidos y la Argentina reflexionaron sobre el uso y conservación del agua durante una serie de conferencias y talleres realizados en el marco del programa Futuros. El problema del acceso a este recurso básico en América Latina.

Por Nadia Luna  
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Agencia TSS “Hay que poner el foco en la zona límite, esa delgada capa de cebolla en la que vivimos, que es muy vulnerable a la contaminación que generamos. Ahí está casi toda el agua de la que dispone el planeta y debemos preservarla, ya que no es un recurso tan abundante como se cree”, dijo Miguel Ángel Blesa, doctor en Química, secretario de Planeamiento y Políticas del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Nación y docente de la UNSAM.

La exposición de Blesa tuvo lugar en el marco del Programa Futuros, creado por la UNSAM y por la Fundación Innovación y Tecnología (FUNITEC) con el objetivo de reflexionar sobre el uso de diversas tecnologías para enfrentar los problemas de un mundo en crecimiento. Este año, el tema elegido fue el agua y contó con la intervención de especialistas de Brasil, Estados Unidos, España y la Argentina. Además de dictar un posgrado, los expertos brindaron una charla abierta al público para reflexionar sobre los desafíos que plantea la escasez del agua, las experiencias realizadas y las posibles soluciones.

Christopher Scott, especialista en Políticas de Recursos Hídricos de la Universidad de Arizona (Estados Unidos), habló de la experiencia en la zona en la que vive, una región desértica donde el principal motivo de la escasez es el desbalance entre oferta y demanda. “Hay que romper con los esquemas: aumentar la oferta como respuesta a una crisis hídrica no es el camino. Si bien hace falta modernizar la infraestructura, también tenemos que trabajar para reducir la demanda de agua. La solución está en la educación social de esa demanda”, aseguró.

Scott reconoció que las mismas soluciones no son aplicables en cualquier parte y que hay que estudiar cada problemática de manera particular. Sin embargo, aseguró que es fundamental intercambiar experiencias de manera global para poder llegar a resultados más efectivos. “Tenemos que aprovechar la globalización del conocimiento. Se toma cada vez más conciencia sobre la problemática porque crece la preocupación en todos lados. El intercambio de experiencias en espacios científicos es necesario, y este foro es un ejemplo muy claro de cómo podemos aprovechar las lecciones y desafíos de diferentes partes del mundo”, sostuvo.

«El intercambio de experiencias en espacios científicos es necesario», sostuvo Scott.

La investigadora superior del CONICET Alicia Cirelli se refirió a otro motivo de la escasez hídrica: la contaminación. “En Buenos Aires es más difícil concientizar acerca de la escasez de agua. Uno mira el Río de la Plata y parece un recurso abundante. Pero nosotros podemos llegar a la escasez por contaminación. Muchas veces, usamos  el recurso y luego lo devolvemos a los cuerpos de agua como un efluente sin el tratamiento adecuado, algo que perjudica a otras poblaciones situadas aguas abajo que después no pueden aprovecharlo como fuente de agua”, indicó.

La especialista señaló que, si bien hay legislación sobre el tema, el problema está en la falta de control sobre su cumplimiento. También destacó la incidencia negativa del cambio climático sobre la seguridad alimentaria, que, a partir del aumento de la frecuencia de acontecimientos extremos como inundaciones y sequías, afecta el ciclo natural del agua, la energía y el alimento. En esta línea, llamó la atención sobre el rol de los diversos actores sociales: “Los que formamos parte del universo científico producimos conocimiento, que va a tener sentido si llega a los gestores del recurso. Y la tercera pata fundamental es la sociedad civil: en el agua, como en todos los temas ambientales, la toma de conciencia de la población es clave”.

El investigador español Sixto Malato, especialista en descontaminación de agua mediante procesos de oxidación avanzada, explicó que en Almería (España) —región similar a Arizona por su aridez— siempre se manejó el agua como un recurso escaso. “Cuando yo era chico, los ríos estaban mucho más sucios que ahora. En España tuvimos el incentivo del turismo para que hubiese una política de descontaminación. Las industrias dejaron de verter residuos porque las leyes las obligaron a no hacerlo, a pesar del chantaje de que iban a cerrar sus puertas y dejar a la gente sin trabajo. Pero ese es un argumento inadmisible: no se puede ofrecer trabajo a cambio de contaminación”, afirmó.

«Debemos preservar el agua ya que no es un recurso tan abundante como se cree”, dijo Blesa.

El científico brasileño José Galizia Tundizi, investigador de la Universidad de San Pablo, abordó la problemática del gran aumento de la demanda de los últimos 30 años. Contó que, en Brasil, el 80% de la población vive aglomerada en ciudades medianas y grandes. Por ende, allí se utiliza el recurso en grandes cantidades y produce aguas de baja calidad (“aguas negras”). “Estamos llegando a un límite para la intervención humana sobre el ciclo hidrológico. El impacto en la calidad de las aguas impide que se use por los grandes costos de su tratamiento. Incluso, hay lugares donde su calidad está tan comprometida que es casi imposible reusarla aunque se la trate”, sostuvo.

Según Galizia Tundizi, muchos países de América Latina comparten un problema grave: la falta de accesibilidad al agua de buena calidad. “El control de la demanda tiene que venir de un fuerte impulso a la educación. Es necesario que haya una visión sistémica para la capacitación de gestores. Tenemos que reflexionar sobre un problema clave: cómo vamos a capacitar a milllones de personas de las ciudades y de las zonas rurales”, dijo. Y remarcó: “No tenemos mucho tiempo, tenemos que capacitar ahora”.

El último expositor fue Blesa, quien señaló que en Buenos Aires un problema serio es la obsolescencia de las instalaciones, que ocasionan grandes pérdidas de agua y con un costo económico elevado. En cuanto a las zonas rurales, el especialista advirtió que hay que poner el foco en los servicios sanitarios y disponer de una red de cloacas efectiva que garantice el acceso al agua corriente. Además, insistió: “Usamos el agua de manera irreflexiva: el agua potable para bañarnos, por ejemplo. Creo que sería conveniente tener más de un tipo de instalación para uso doméstico, porque los efluentes de los inodoros, con cargas bacterianas grandes, se terminan mezclando con las ‘aguas grises’provenientes de lavarropas, cocina e higiene personal, que tienen un contenido bacteriano bajo. Entonces, reciclar estas últimas se vuelve muy complejo”.

Al igual que sus colegas, Blesa llamó la atención sobre la incidencia del cambio climático en la mayor frecuencia de acontecimientos extremos. “Una consecuencia de esto es el aumento de casos de enfermedades hídricas y enfermedades transmitidas por vectores, como dengue, chikunguña y zika, que son una prioridad absoluta en Brasil y sospecho que muy pronto lo van a ser en la Argentina”, consideró. Y finalizó: “Tenemos que preguntarnos en qué planeta queremos vivir. Para contestar esa pregunta es necesario recurrir a todas las disciplinas: físicas, naturales y sociales, junto con los puntos de vista de los organismos de gestión. Solo de esa manera podremos tener un futuro en el que contemos con la disponibilidad del valioso recurso del agua”.


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