El camino de la vinculación

La Fundación InnovaT distinguió a siete proyectos tecnológicos locales con posibilidades de convertirse en emprendimientos de conocimiento aplicado. En esta primera edición del premio, esta Unidad de Vinculación Tecnológica del CONICET buscó premiar iniciativas que apunten a resolver problemáticas vinculadas con el cambio climático y el medio ambiente.

Por Vanina Lombardi  
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Agencia TSS – Una de las preocupaciones en el ámbito de la ciencia y tecnología es lograr que descubrimientos, innovaciones y desarrollos tecnológicos se conviertan en productos de valor agregado que lleguen de algún modo a la sociedad. Durante las últimas décadas se han implementado diversas iniciativas que tratan de acercar el vínculo entre investigadores y empresas, incentivar el desarrollo del denominado conocimiento aplicado y potenciar la formación de lo que se conoce como empresas de base tecnológica (ETB).  Esta es la razón de ser de las denominadas Unidades de Vinculación Tecnológica (UVT) del CONICET, que fueron creadas a partir de la década de 1990, y ya en este siglo la conformación de la red de Oficinas de Vinculación Tecnológica (OVT – a través de la Resolución D 2220), que hoy suman 17 en todo el país, dentro de una red nacional de más de cien vinculadores.

“Las UVT surgieron a partir de la crisis de las pymes en los años noventa. Por eso, en vez de hacer vinculación, empezaron a hacer administración de fondos públicos”, le dijo a TSS Isabel MacDonald, presidenta de la Fundación InnovaT, una UVT creada por el CONICET en el año 1993, en el marco de la Ley N°23.877 de Promoción y Fomento de la Innovación Tecnológica.

Según MacDonald –que fue responsable del programa FONARSEC del ex MINCYT hasta julio de 2017–, hasta el comienzo de su gestión en InnovaT, el 1 de febrero de 2018, la fundación se ocupaba de administrar fondos públicos o de proyectos del CONICET, del ex MINCYT y del Ministerio de Defensa.

“Eso es lo que heredamos y, tras una enorme tarea de organización administrativa, decidimos empezar a buscar una nueva identidad”, afirmó la funcionaria, y dijo que que uno de los objetivos centrales es que esta UVT sea una herramienta útil, “no solo para los investigadores de carrera, sino para la sociedad y los diferente sectores a los que podamos apoyar en la concepción del sistema científico, porque uno de los problemas que vemos es que todavía es un sistema cerrado”.

En busca de este objetivo, lanzaron los denominados Premios al Desarrollo Tecnológico InnovaT – 25 años, que buscaron distinguir proyectos con aportes originales en tecnología para el medio ambiente. Los proyectos no debían ser solo innovaciones, sino tener ciertas posibilidades de ser escalados y convertidos en producto. Tampoco se trata de premiar a empresas de base tecnológica, ya que se busca que este tipo de iniciativas tenga un producto competitivo que pueda llegar al mercado.

“Las UVT surgieron a partir de la crisis de las pymes en los años noventa. Por eso, en vez de hacer vinculación, empezaron a hacer administración de fondos públicos”, le dijo a TSS Isabel MacDonald, presidenta de la Fundación InnovaT.

“El premio que proponemos no es para investigadores del CONICET, sino para gente capaz de hacer desarrollos competitivos interesantes y con valor en el mercado. Nos interesa encontrar proyectos capaces de transformarse en buenos negocios, ya sea que se conviertan en empresas en sí mismas o en sectores dentro de una empresa preexistente”, explicó MacDonald, y aclara que los proyectos deben ser nacionales. De todos modos, no descarta que a largo plazo pudiera haber interés en algún desarrollo de una empresa multinacional con filial en la Argentina, “que tenga empleados en el país y recursos para financiar el desarrollo y escalamiento del proyecto”. Sin embargo, dijo que “el objetivo es anclar desarrollos en el país, que haya posibilidades de que se comercialicen a nivel local y que, si generan empleo, lo hagan en la Argentina”.

Los proyectos distinguidos en esta primera edición de InnovaT fueron un sistema inteligente de detección de malezas denominado Deep Agro, a cargo de Marcos Mammarella (primer premio), y dos proyectos desarrollados por investigadores del Instituto de Investigaciones en Ciencia y Tecnología de Materiales (INTEMA), uno sobre humedales bioelectroquímicos para el tratamiento de agua residual domiciliaria, ideado por Sebastián Bonanni, y una plataforma tecnológica llamada UNIBIO, para el desarrollo de bioagroinsumos, de Vera Álvarez (segundo y tercer premio, respectivamente).

“Nos interesaban productos novedosos de valor agregado y densidad tecnológica”, sostuvo MacDonald y afirmó que harán un trabajo de seguimiento y apoyo de los proyectos premiados.

Otras cuatro iniciativas fueron distinguidas y recibieron equipos donados por empresas. Un dispositivo para diagnóstico y monitoreo de ensayos biológicos mediante el uso de teléfonos celulares, desarrollado por Maira Lescano; un bioinsecticida basado en hongos entomopatógenos para el control de plagas en producciones hortícolas (Romina Manfrino); un desarrollo para el control de plagas en granos y harinas (Carla Zilli); y un proyecto de valorización de plásticos procedentes de residuos de aparatos eléctricos y electrónicos (Yamila Vázquez).

“A futuro, esperamos que se puedan modificar las condiciones actuales, que son sumamente complejas y difíciles, para lograr un escalamiento y una mejora en las capacidades de desarrollo tecnológico. Hoy contamos con apoyo del CONICET, sobre todo del área de Vinculación, pero no es una época fácil”, concluyó MacDonald.

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