Investigadores del CONICET y la Universidad Nacional de Tucumán capacitaron a un grupo de alumnos para elaborar un producto basado en plantas nativas que reemplace los insecticidas comerciales. Elaboraron 200 unidades que serán repartidas en una localidad de esa provincia para atender una problemática sanitaria relevante en la zona.
Agencia TSS – Investigadores del CONICET NOA Sur y la Universidad Nacional de Tucumán (UNT) trabajaron junto a estudiantes de la Escuela Secundaria de Amberes para producir un repelente natural contra el mosquito del dengue. La iniciativa surgió de los propios alumnos, que fueron capacitados por los científicos durante diez sesiones para poder fabricar el producto de principio a fin. El repelente aprovecha las propiedades de plantas nativas, otorga una protección de tres horas y será repartido a vecinos del pueblo de Amberes, en Tucumán.
“A diferencia de los repelentes comerciales, es libre de químicos y está basado en plantas de la zona. Pero el distintivo principal es que es un proyecto de ellos, para el pueblo. La idea era que puedan aprender el paso a paso desde la planta hasta el fármaco a partir de la capacitación de profesionales farmacéuticos y producirlo completamente en la escuela”, cuenta a TSS la doctora en Ciencias Químicas María Eugenia Sesto Cabral, investigadora del Instituto de Biotecnología Farmacéutica y Alimentaria (INBIOFAL–CONICET/UNT) e integrante del grupo que asesoró a los estudiantes.
También forman parte del equipo los doctores Exequiel González, María Julieta Moreno y Marcos Derita. “Queríamos incentivar la vocación científica de los chicos, que es muy difícil en escuelas rurales porque terminan la secundaria y no tienen muchas opciones. Entonces buscamos hacer más tangible lo que hace un científico, para que no vean a la ciencia como algo lejano. Yo crecí cerca de ese pueblo y para mí es una forma de devolverle un poco a esta comunidad”, señala González. “¡Con que inspiremos a unos cuantos ya estamos hechos!”, agrega.
Amberes es un pueblo rural de alrededor de tres mil habitantes. Para llegar, desde San Miguel de Tucumán, hay que hacer unos 60 kilómetros por ruta y otros siete por camino de ripio. El proyecto surgió en la materia “Proyectos sociocomunitarios con orientación a las ciencias naturales”. Las y los estudiantes tenían que seleccionar una problemática local y, después de conversar con los médicos sobre los problemas sanitarios más frecuentes, decidieron fabricar un repelente para combatir al aedes aegypti, mosquito vector del virus del dengue.
Invitados por el profesor Juan Zurita y la directora Karina Molina, los científicos del INFIOBAL tuvieron la primera reunión con los estudiantes a principios de junio de este año. “Ellos querían hacer un jabón pero les explicamos que no era la mejor opción porque, al lavar las manos, el efecto del repelente se iba a perder. Entonces les propusimos fabricar un repelente en forma de gel, para el cual usamos celulosa bacteriana, un material innovador que producimos en el laboratorio”, indica González.
Una vez definido el producto a fabricar, los científicos capacitaron a los estudiantes en la identificación de plantas y aceites esenciales. Así, cada uno fue llevando al aula propuestas de distintas plantas que podían encontrar en el fondo de sus casas o en el barrio. Luego, a partir de sus propiedades, eligieron dos plantas: citronela (pelargonium graveolens) y lemon grass (cymbopogon citratus). Formularon una primera versión de ambas opciones y salieron a realizar una encuesta a la comunidad.
Esto permitió que el pueblo también tuviera una participación activa en el proyecto. La encuesta se realizó en cien voluntarios sanos mayores de 18 años y se evaluaron distintos parámetros, como la ausencia de edema y de eritema; la velocidad de secado y las características organolépticas. A partir de esos resultados, la planta seleccionada para la fabricación del gel fue lemon grass.
Para poder realizar la fabricación de principio a fin, docentes y alumnos recibieron una capacitación en buenas prácticas de laboratorio, lectura de pictogramas de seguridad química y uso del equipamiento específico. También recibieron información sobre las normas básicas de trabajo en laboratorio: tipo de materiales, métodos de extracción, envasado, rotulado y tratamiento de residuos. “Lo que los chicos hicieron fue equivalente a un práctico de quinto año de la carrera de Farmacia”, resalta Sesto Cabral.
A lo largo de diez sesiones de capacitación y producción, los estudiantes elaboraron 20 kilos de gel en el laboratorio de la escuela, distribuidos en 200 envases que serán distribuidos a la comunidad durante el próximo mes. El producto es apto para aplicar a personas de todas las edades y proporciona una protección de aproximadamente tres horas. En la etiqueta del repelente se consigna que fue fabricado por los estudiantes y todo el proceso de producción fue retratado por ellos en el facebook “Esencia de Amberes”.
Para los investigadores, la experiencia fue muy positiva. “Cuando fuimos por primera vez, no sabían ni lo que era el CONICET y hoy se volvió una palabra común. En los últimos encuentros, ellos mismos armaban todo el laboratorio para esperarnos. Hasta los chicos más tímidos, que al principio se sentaban al fondo y no participaban, se involucraron mucho en la parte de la producción, que es la más compleja. Y todos nos contaban que estaban muy contentos de poder llevar el repelente a su familia y utilizar algo que hicieron ellos”, cuenta la investigadora.
González agrega que las y los estudiantes “fueron adquiriendo mucha seguridad durante todo el proceso, pasaron de leer manuales a ser protagonistas de la historia, y eso permite que hoy egresen con otra perspectiva. Algunos nos contaban que quieren ir a la universidad, otros nos consultaban para hacer sus propios aceites y fueron surgiendo nuevas ideas”, enfatiza el investigador.
El próximo año repetirán la experiencia con los estudiantes que cursen el sexto año de la secundaria. Los investigadores cuentan que, para incentivar este tipo de proyectos donde se produce una mayor vinculación entre científicos y comunidad, el CONICET lanzó una convocatoria llamada Proyectos Especiales de Innovación Social (PEIS), que busca financiar iniciativas que permitan contribuir al desarrollo e implementación de soluciones tecnológicas en el territorio que mejoren la calidad de vida de las comunidades.
“Este tipo de financiamiento es lo que nos permite a los científicos tener herramientas para poder salir a la sociedad y concretar proyectos como el que hemos hecho con los estudiantes de Amberes. Es muy importante que pueda continuar”, manifestó Sesto Cabral. En el mismo sentido, González señaló: “Estas iniciativas permiten que, en vez de que los chicos tengan que imaginar lo que hace un científico en el laboratorio, lo puedan experimentar ellos mismos”.
17 nov 2023
Temas: CONICET, Dengue, INFIOBAL, Mosquitos, Repelente natural, Repelentes, Tucumán, UNT