En la primera entrega de esta investigación, los autores repasaron la historia de las colaboraciones entre la Argentina e Irán en el ámbito de la energía nuclear y los efectos de las presiones internacionales. En esta nota, desarman la trama de denuncias sobre un supuesto acuerdo secreto entre ambos países, vía Venezuela, para transferir tecnología nuclear.
Agencia TSS – En el imaginario local, los atentados a la Embajada de Israel y a la AMIA podrían haber sido una represalia por el desmantelamiento del proyecto de misil balístico Cóndor 2 –donde habría compromiso de transferencia de tecnología con Irak–, y/o por la intervención en la Guerra del Golfo, y/o por la promesa incumplida por Menem de transferir tecnología nuclear a Siria, y/o por la ruptura de los contratos nucleares de INVAP con Irán [1]. Sin embargo, en la primera parte de esta serie de notas detallamos cómo INVAP finalizó su compromiso anti-proliferante en fecha posterior al atentado contra la AMIA.
El 14 de marzo de 2015, la revista brasileña Veja publicó un artículo que se titulaba “Chavistas confirman conspiración denunciada por Nisman” y en su versión en inglés –Veja International– “The Teheran-Caracas-Buenos Aires Connection”. El periodista Leonardo Coutinho explica en la nota que tres de doce miembros exiliados del gobierno de Chávez que buscaron asilo político en Estados Unidos afirman que “por intermedio de Venezuela, Irán envió dinero para la campaña de Cristina Kirchner a cambio de secretos nucleares e impunidad en el caso Amia”. Bajo compromiso de anonimato sostienen haber estado presentes en Caracas, durante una conversación entre Chávez y el entonces presidente de Irán, Mahmoud Ahmadinejad.
Según estos testigos anónimos, ambos presidentes discutieron que, a cambio de dinero, Irán buscaba dos cosas: “Que se ocultara a los responsables del ataque terrorista” y transferencia de tecnología nuclear. “Los argentinos tendrían que compartir con los iraníes su larga experiencia en el reactor nuclear de agua pesada, un sistema anticuado, caro y complicado, pero que permite obtener plutonio a partir del uranio natural”, sostiene Coutinho.
El “sistema anticuado, caro y complicado” para producir plutonio parece referirse a Atucha I porque, al final de la nota, Coutinho afirma: “Existen similitudes entre los reactores nucleares de Arak en Irán y Atucha en Argentina. Ambos fueron planeados para producir plutonio, un elemento esencial en la construcción de armas atómicas, utilizando solo uranio natural”. El reactor de Arak es el IR-40 de agua pesada.
Ahora bien, usar en 2015 el argumento de que la Argentina tenía la intención de utilizar Atucha I, inaugurada en marzo de 1974, para producir plutonio es, como mínimo, anacrónico. En 1972, un “experto” norteamericano en cuestiones nucleares, John Redick, explicaba: “La postura de la Argentina sobre los esfuerzos para controlar las armas nucleares más su ambicioso programa nuclear ha provocado la preocupación de algunos por la posibilidad de que haya habido una decisión nacional de desarrollar armas nucleares […]”. La difamación era parte de la represalia ganada por la Argentina por haber comprado tecnología alemana en lugar de norteamericana –Westinghouse o General Electric, por ejemplo– para su primer reactor. Como fuente, Redick cita un “orador no identificado” tomado de un artículo del New York Times (29/10/1969). La argumentación del especialista no identificado sostenía que “en 1972 [fecha teórica de finalización de Atucha I] la Argentina tendrá un reactor de 316 megavatios capaz de producir plutonio utilizable en armas nucleares”.
El ingeniero Jorge Cosentino, por entonces a cargo del funcionamiento de la central Atucha I, explicaba en el Washington Post (26/12/1974): “Nosotros producimos 100 kilogramos de plutonio por año en Atucha, pero tal como sale del reactor no tiene la composición correcta. Para tener la composición correcta, tendríamos que cambiar los elementos combustibles cada hora, no cada día”. Contra toda evidencia, Redick y otros continuaron presionando sobre el plan nuclear argentino. Sin embargo, los 40 años transcurridos desde la inauguración de Atucha I no dejan dudas de la orientación pacífica del plan nuclear argentino y refutan el tipo de argumentos desplegado por la pléyade de “expertos” que, disfrazados de anti-proliferación, se proponen bloquear los desarrollos autónomos. Sin embargo, 40 años más tarde, Coutinho vuelve a la carga con la misma canción.
Por favor, tomar en serio a “los desertores”
Volvamos a su nota y a una confusión básica. La Argentina compró Atucha I a la firma alemana Siemens. La Argentina aportó el 30% de los componentes, aprendió a operarla y, poco más tarde, fue capaz de desarrollar la tecnología para producir los elementos combustibles de esta central. Estos elementos combustibles, al ser quemados, producen plutonio como residuo, que vimos que Cosentino explicaba que no es apto para bombas.
Si la Argentina quisiera utilizar furtivamente los elementos combustibles de Atucha I para producir plutonio para armas atómicas –algo impensable, porque esta central está sujeta a salvaguardias del OIEA y de la Agencia Brasileño-Argentina de Contabilidad y Control de Materiales Nucleares– el sector nuclear argentino debería disponer de la tecnología de reprocesamiento de plutonio a escala industrial. Pero la Argentina nunca llegó a desarrollar una planta de reprocesamiento de plutonio. Entonces, según Coutinho, ¿cuál es la tecnología que la Argentina podría transferirle a Irán?
Tras retorcer palabras sin aportar datos, para decepción de los lectores el artículo termina afirmando que los testigos anónimos entrevistados “no sabían si los iraníes lograron obtener la información sobre el programa nuclear argentino que Ahmadinejad había deseado tanto”. Notar que el periodista se refiere a “la información sobre el programa nuclear argentino”, sin poder precisar sobre qué tecnología específica está hablando.
En la literatura sobre el desarrollo nuclear de Irán –incluidos libros académicos e informes relacionados con la inteligencia estadounidense– no existe la “hipótesis” de Veja que intenta probar un acuerdo secreto con la Argentina en los años posteriores al nuevo milenio. En relación con Arak, donde pone el foco Coutinho, la preocupación norteamericana e internacional es la transferencia de tecnología rusa.
Durante los primeros años del nuevo milenio, el NIKIET (Instituto de Investigación y Desarrollo de Ingeniería en Energía), en colaboración con la Universidad de Tecnología Química Mendeleyev, ambas instituciones de primer nivel ubicadas en Moscú, negociaron la venta de un reactor de agua pesada de 40 MW para ser instalado en Arak. “Si bien Moscú decidió formalmente retirarse de la venta, hay evidencia de que se le proveyó a los iraníes con planos e información para construir su propio reactor en este sitio”, según Farhad Rezaei [2], que cita, entre otras fuentes, un informe de 2011 del Institute for Science and International Security, con sede en Washington.
Una cuestión adicional relacionada con la verosimilitud de la acusación de Veja: ¿Cómo se imagina el periodista Coutinho que se habría transmitido este tipo de información? Estamos hablando de tecnologías complejas, capital-intensivas con alto componente tácito, es decir, que no es codificable en papeles. Esto significa que el intercambio secreto necesitaría de viajes de tecnólogos de la empresa pública Nucleoeléctrica Argentina –desde 1997, a cargo de Atucha I y de la gestión de sus elementos combustibles– a Irán para asesorar sobre la construcción de alguna planta de lo “que Ahmadinejad había deseado tanto”, que no sabemos qué es. ¿Presenta alguna evidencia Veja? Ninguna.
Pocos días más tarde de la nota de Coutinho, el Wall Street Journal se hizo eco de Veja y publicó una nota donde se pide “tomar en serio” la denuncia de “los desertores”. El diario El Cronista a su vez retoma la nota del Wall Street Journal: “En su habitual columna de opinión para The Wall Street Journal, la periodista Maria Anastasia O’Grady plantea el tema, a través de un interrogante, de si el ex presidente venezolano Hugo Chávez fue ‘valijero de Irán en su esfuerzo por conseguir tecnología nuclear de Argentina’”. El mismo día, Clarín e Infobae publicaron notas del mismo tenor. Pero nada se agrega a lo dicho en Estados Unidos por los “desertores” anónimos. Solo se hace crecer la telaraña de insinuaciones. “Palabras, palabras, palabras”, diría Hamlet.
[1] Como ejemplo, puede verse: Raúl Montenegro, 2001: “Los Negocios Nucleares de Argentina y el Terrorismo Internacional”, Ambiente Ecológico, Edición 81 / octubre-diciembre.
[2] Farhad Rezaei, 2017. Iran’s Nuclear Program. A Study in Proliferation and Rollback. Nueva York: Palgrave-MacMillan.
13 dic 2018
Temas: Atucha, CNEA, Energía nuclear, INVAP, Irán, OIEA, Plan nuclear, Venezuela
1 comentarios en “Argentina, Irán y Venezuela: El falso triángulo nuclear, segunda parte”-
José Petrosino
(14/12/2018 - 6:40)Es FALSO que Irán haya tenido algo que ver con los 2 deliberadamente inesclarecidos(todavía) bombazos indiscriminados en Buenos Aires en 1992 y 1994 y mucho más lo es que estos hayan tenido la motivación “nuclear” que ha pretendido asignarle la revista Veja de Brasil para enchastrar al gobierno de los Kirchner.
Esto se ve claro en el resumido de la única pista/hipótesis que se sostiene para esos ominosos bombazos, la llamada “DE LOS 3 ESTADOS”(Israel y USA, los perpetradores y beneficiarios, y el nacional, el forzado por estos encubridor), que preparamos para el aniversarios 18J de 2012 con un grupo de amigos que venimos investigando desde hace años el tema, que está en:
http://www.taringa.net/comunidades/orden/5722110/Falsificacion-Amia_-la-pista-de-los-3-estados.html .