Un filtro para el virus

Ingenieros del Hospital Rawson, en San Juan, fabricaron una cápsula sencilla de usar y de bajo costo que permite trasladar pacientes con COVID-19 de forma segura para el personal de salud. Ya se entregaron quince unidades a centros de salud de la provincia y su costo es tres veces menor al de las importadas.

Por Nadia Luna  
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Agencia TSS – Una de las preocupaciones principales en las instituciones médicas, que con el aumento de casos de COVID-19 toma mayor dimensión, es reducir el riesgo de contagio del personal de salud que está en contacto directo con los casos positivos y sospechosos. Para hacer un aporte a esta problemática, un equipo de técnicos y bioingenieros del Servicio de Ingeniería Clínica del Hospital Guillermo Rawson, en la provincia de San Juan, desarrollaron una cápsula biosegura para trasladar pacientes con coronavirus y proteger a los trabajadores de salud.

“Antes de la pandemia, no había desarrollos de este tipo en la Argentina. Estas cápsulas tienen varias ventajas, como el bajo costo, la sencillez en el uso y la posibilidad de plegarla para hacer más fácil su transporte y almacenamiento”, le dijo a TSS Luis Pulenta, bioingeniero egresado de la Universidad Nacional de San Juan (UNSJ) y coordinador del proyecto.

Los integrantes del Servicio de Ingeniería Clínica se dedican al mantenimiento preventivo y correctivo de los equipos médicos, así como también al diseño y desarrollo de proyectos a partir de las necesidades del personal de salud. “La idea de hacer esta cápsula surgió porque, cuando empezó la pandemia, el ingreso de los pacientes con COVID estaba en un punto y la internación en otro, por lo que camilleros y enfermeros tenían que circular con el paciente por todo el hospital”, explicó el ingeniero.

La cápsula es de PVC transparente, posee una apertura lateral para el ingreso de pacientes y se ajusta a la camilla con soportes de aluminio rebatibles.

Por eso, lo primero que se les ocurrió hacer para reducir el riesgo de contagio fue colocar una especie de barrera mecánica sobre la camilla. Hicieron cuatro prototipos diferentes y les fueron sumando otras prestaciones: agregaron un sistema de filtrado viral-bacteriano y la hicieron de manera que pudiera plegarse. La cápsula es de PVC transparente, posee una apertura lateral para el ingreso de pacientes y se ajusta a la camilla con soportes de aluminio rebatibles.

Se trata, además, de una cápsula de presión negativa: el aire ingresa por un extremo, donde se ubican los pies del paciente, y es expulsado al exterior por el otro, en el que se encuentra el sistema de filtrado. El circuito se alimenta con una batería interna que permite 12 renovaciones de aire por hora y una autonomía de dos horas. Además, cuenta con un orificio similar al que se usa en las incubadoras neonatales para que el personal médico pueda realizar los procedimientos necesarios a través de él.

El proyecto fue seleccionado en la Convocatoria IP-COVID-19 y obtuvo financiamiento de la Agencia Nacional de Promoción de la Investigación, el Desarrollo Tecnológico y la Innovación (Agencia I+D+i), a través del Fondo Argentino Sectorial (FONARSEC), en el marco de la Unidad Coronavirus que integra la Agencia junto al Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación de la Nación y el CONICET.

“El financiamiento nos permitió fabricar quince cápsulas que ya fueron distribuidas, seis dentro del Hospital Rawson y nueve en otros centros de salud sanjuaninos. Una de ellas se está usando en el avión sanitario de la provincia”, dijo Pulenta. La mayoría de los insumos para la fabricación de la cápsula son de fácil acceso, pero todavía les falta conseguir el equipo que necesitan para medir algunos parámetros de funcionamiento y verificar el desarrollo. En cuanto al costo, de unos $ 120.000, es tres veces menor al valor en el que se comercializan cápsulas similares importadas.

Se hicieron cuatro prototipos diferentes de la cápsula y se le fueron sumando otras prestaciones: agregaron un sistema de filtrado viral-bacteriano y la hicieron de manera que pudiera plegarse.

Actualmente, están realizando un seguimiento del funcionamiento de las cápsulas para ver si hay otros aspectos que se puedan optimizar. “Para nosotros, el proyecto no termina cuando las entregamos. Aún nos queda pendiente hacer una encuesta de satisfacción entre quienes la están usando, pero la devolución que tuvimos fue muy buena”, afirmó el ingeniero.

Sobre la posibilidad de una futura transferencia, Pulenta explica que, al tratarse de un elemento que apunta principalmente a resolver un problema contingente, sería necesario desarrollar un poco más el prototipo para poder fabricarlo a mayor escala. De todos modos, considera que sería bueno ir hacia ese objetivo cuando pase la pandemia porque se trata de un dispositivo que sirve para cualquier tipo de infección viral o bacteriana.

Mientras trabajan en otros desarrollos, orientados a resolver las necesidades de las instituciones de salud, continúan pensando en formas de optimizar la cápsula de bioseguridad. “Estamos viendo la posibilidad de incorporar un sistema de desinfección interna por ozono. Por ahora, este proceso se hace manualmente a través de algún rociado químico pero estamos trabajando en un sistema de desinfección que pueda activarse al pasar de un paciente a otro”, finalizó el investigador.

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