¿Qué hacen las empresas cuando descubren que sus innovaciones resultan nocivas para la salud, el ambiente y la sociedad? En busca de respuestas, la investigadora Marisol Manfredi se sumerge en la lectura de los denominados Monsanto Papers: formación de lobbies, estrategias de marketing y redacción encubierta de papers fraudulentos, son solo algunos de sus hallazgos.
Agencia TSS – ¿Todas las innovaciones son buenas per se? ¿Qué sucede cuando, en nombre de la innovación, se generan impactos nocivos en la salud y daños socioambientales inconmensurables? La denominada revolución verde en el agro, por citar un caso, que desde mediados del siglo XX cambió la forma de producir alimentos, está plagada de ejemplos de este tipo. Uno de los más conocidos es el glifosato, un herbicida de amplio espectro desarrollado por Monsanto (hoy Bayer) que aún hoy se sigue comercializando, a pesar de que la IARC (Agencia Internacional de Investigación sobre le Cáncer) lo ha declarado como “posiblemente cancerígeno para humanos” en 2015 y de las innumerables pruebas que dan cuenta de su toxicidad para la salud humana y ambiental. Estas preguntas y estas controversias son las que aborda Marisol Manfredi en su tesis doctoral para el programa de Desarrollo Sustentable y Cambio Climático en la Universidad de Pisa, en Italia.
Manfredi es Licenciada en Economía por la Universidad Nacional de Mar del Plata. Desde 2023, está cursando sus estudios de posgrado en Italia y, como parte de esa formación, se instaló durante un semestre en CENIT/UNSAM (Escuela de Economía y Negocios), desde donde avanzó con su proyecto de investigación, dictó clases y seminarios y tendió redes entre colegas locales para poder ampliar sus líneas de trabajo a futuro.
El caso Monsanto está en el corazón de la investigación de Manfredi. Argentina fue uno de los primero países del mundo en aprobar su uso, en 1996, junto con la aprobación de la denominada soja RR, una variedad transgénica que justamente es tolerante a ese herbicida. Desde entonces, no solo se modificó la estructura agraria; también se amplió la superficie cultivada afectando suelos, modificando territorios, generando desplazamientos poblacionales y perjudicando otras formas de producción que existían previamente. Esa transformación del mapa agrícola ocurrió con un producto potencialmente cancerígeno de cuya toxicidad la empresa ya tenía conocimiento desde hacía al menos una década, asegura Manfredi.
¿Qué estrategias tomó Monsanto cuando comenzaron a aparecer los primeros indicios de la toxicidad de su producto estrella y cómo logró sostenerlo en el mercado hasta hoy? Esas son algunas de las preguntas guía que intenta responder la investigadora en su tesis doctoral.
¿Cuál es el objetivo de tu investigación?
Este proyecto intenta dejar de ver a la innovación como algo que nos va a llevar siempre a lugares buenísimos y pensarla con una mirada más crítica, aunque sea desde la economía, aceptando que tiene cosas buenas y cosas malas. Nos preguntamos en qué industrias ha habido innovación que no nos ha llevado a buenos lugares, y el agronegocio es un ejemplo muy claro de tapar los efectos negativos de la innovación en nombre de salvar al mundo del hambre, porque se producen más hectáreas, de manera más eficiente, pero sin embargo, hoy estamos comiendo veneno.

¿Por qué Monsanto?
Pensamos en Monsanto porque nosotras como argentinas lo conocemos mucho más que en Italia o en otras partes del mundo y nos preguntamos qué más podíamos decir del agronegocio que no se hubiera dicho, porque ya sabemos mucho sobre sus efectos nocivos, los pueblos fumigados, las madres de Ituzaingó, los abogados ambientalistas.
¿Y qué más encontraste?
Bueno, llegué a una base de datos que surge luego de una serie de juicios que se le hicieron a la empresa. El primero fue en 2018, el caso de Dolly Jones, un estadounidense que tenía cáncer y le hizo juicio a Monsanto, y el estudio de abogados, que se llama Wignerbaum, no solo le ganó a la empresa en 2019 sino que además pidió un amparo para publicar toda la evidencia con la que había ganado el juicio: los famosos Monsanto Papers, que es una base de datos que va desde 1976 hasta 2019, que son documentos internos que los empleados de Monsanto se mandaban entre ellos, primero a través de memos y cartas y después ya por mail.
¿Qué enfoque diferencial hacés sobre los Monsanto Papers? ¿Cuál es la hipótesis de tu trabajo?
Estoy buscando, desde una mirada organizacional, cómo una empresa motivada por la riqueza y la defensa de sus productos elabora estrategias en el tiempo. Y lo interesante es que si bien hay mucha literatura sobre la denominada “normalización del desvío”, ésta se da en períodos cortos, de alrededor de un año. En este caso, en cambio, son cinco décadas, y el proceso se vuelve casi un objetivo de la empresa. Mi hipótesis es que al principio todavía hay duda y un poco de culpa, pero después de 2015, directamente existe un departamento dentro de Monsanto que se llama Issues Management, que establece indicaciones para todos los empleados sobre cómo deben hablar con respecto al glifosato. Por ejemplo, no pueden decir solo que es seguro sino que deben decir “que tiene 40 años de uso seguro”. Entonces, mi contribución o mi pregunta es cómo esto se normaliza, cómo se institucionaliza dentro de la empresa y cómo esto ayuda a responder a las presiones externas, a lo largo del tiempo.

¿Y qué detectaste?
Bueno, intento meterme al interior de la empresa e ir viendo qué iban diciendo y haciendo, a medida que aparecía alguna amenaza externa sobre el glifosato, ya sea si era de una agencia regulatoria, un artículo de diario o algún científico que lo testeó y detecto algo nocivo, por ejemplo, e intento ver qué hacían adentro, si lo negaban, si lo sabían y lo desmentían y si lo desmentían cómo, y cómo todo eso se va armando, porque este herbicida se empieza a comercializar en 1974 y en 1984 la EPA, que es la agencia regulatoria de los pesticidas en Estados Unidos, obtiene un estudio que dice que es cancerígeno.
¿Cómo respondió la empresa en ese momento?
Fue un gran revuelo, hay mails que muestran como van en busca de toxicólogos y especialistas para que hagan el mismo estudio con otros resultados, para fabricar dudas científicas; y va orquestando estrategias muy inteligentemente, porque sabe, se lee en los mails, que primero hay que financiar a la agencia regulatoria, también se habla mucho de encuentros en persona, arman su aprehensión regulatoria, y cuando la EPA dice que quiere clasificar al glifosato como cancerígeno, Monsanto le entrega una carpeta gigante con información para apoyar la hipótesis de que no es así, con una cantidad de reportes de toxicólogos a quienes les pagaron por todo el mundo para que apoyen su opinión. Y bueno, en 1991, una vez que la EPA aprueba el glifosato, le dan rienda suelta a desarrollar todo su negocio de semillas genéticamente modificadas, que Latinoamérica adoptó, porque si la EPA de Estados Unidos dijo y revisó por 10 años que no había problema con eso…
La Argentina fue el primer país en incorporar esa tecnología. ¿Cuándo vuelven a aparecer cuestionamientos contra el glifosato?
Los próximos problemas vuelven a aparecer en el 1998/99, cuando científicos independientes de distintas partes del mundo empiezan a testear el glifosato y descubren distintos niveles de toxicidad. En Argentina, lo conocemos a Andrés Carrasco, pero cada país tiene el suyo, en Francia por ejemplo esta Gilles-Éric Séralini y en Italia, Marco Peluso. Ante eso, Monsanto empieza a llamarlos uno por uno, los invita a reunirse y, básicamente, tratan de arman lobby. La estrategia de la empresa en este período fue similar al anterior: tratar de hacer lobby y el objetivo era fabricar duda científica.
¿Y entre 1991 y 1998?
De 1991 a 1998 increíblemente no hay emails, posiblemente porque Monsanto estaba centrado en desarrollar las semillas genéticamente modificadas, hasta que empiezan a aparecer científicos que cuestionan este producto, en 1998, y luego, en el tercer período, cuando empiezan a aparecer cuestionamientos de gobiernos, como los de Finlandia, Suecia, el departamento de California en Estados Unidos, España, y también un poco Brasil y Argentina. Recordemos que solo analizo emails de Monsanto en Estados Unidos.

¿Y ante los cuestionamientos de los países cómo reaccionó Monsanto?
Usan las estrategias anteriores, llevan la aprobación de la EPA como bandera y los toxicólogos de Monsanto empiezan a ir a reuniones en el Ministerio de Salud en España, por ejemplo, para hablar de agricultura, y empiezan a infiltrarse, por así decirlo, en reuniones importantes y conferencias académicas. Después aparecen las marchas anti Monsanto, que se ven muy poquito y un poco se ríen de eso. Les llega una que hubo en Francia pero ni siquiera una de las que hubo acá, en Argentina; y Carrasco es mencionado como uno de los que ellos llaman “científicos activistas”.
Entonces, primero la EPA, luego los científicos, después los países, y siempre lograban sortear las trabas para seguir comercializando su producto.
Así es. Pero en el último período, la IARC, que es la agencia regulatoria internacional, eligió al glifosato como una de las sustancias a verificar, en noviembre del 2014, y lo clasifica como “posiblemente cancerígeno para los humanos” en marzo de 2015. O sea, ya no es la EPA ni las agencias nacionales, que están más abiertas al lobby, sino una agencia internacional a la que no le ganan. Entonces ahí, bueno, ya es un revuelo todo lo que despliegan adentro de Monsanto, lo que hacen, la plata que gastan para intentar sacarlo, hasta que se vende el nombre Monsanto.
Eso fue cuando Monsanto fue adquirida por Bayer, en 2018.
Sí. Yo tiendo a pensar que del lado de Monsanto terminan asumiendo que ese nombre no se puede usar más, que perdieron la batalla de la reputación. Pero entonces se mudaron a otro lugar para seguir haciendo lo mismo, porque hoy, en Bayer, continúan repitiendo las mismas afirmaciones sobre el glifosato. Incluso, recientemente he escuchado a un gerente de Bayer hablar de los “40 años uso seguro” del glifosato, cuando ya deberían decir 50 años, pero lo tienen tan incorporado que lo siguen repitiendo.
Y lo siguen comercializando en muchas partes del mundo.
Y sí…
Y pensando en el lado oscuro de las innovaciones, ¿podés extrapolar estas conductas empresariales a otros ámbitos?
Sí. Es que el problema de las innovaciones es que no sólo las empresas consideran que sus productos o desarrollos son el futuro de todo sino que es una idea que está en el inconsciente colectivo, hay un optimismo en creer que las tecnologías lo van a arreglar todo. Otro ejemplo es el de ChatGTP: tal vez alguien se hace alguna pregunta sobre qué esta haciendo con nuestras vidas pero nadie está diciendo dejemos de usarlo por dos años, preguntémonos de verdad para qué va a estar bueno y para qué va a ser malo y regulémoslo. Lo mismo sucedió con las redes sociales y hoy somos todos adictos a ellas. Si hace diez años alguien me ofrecía algo que me iba a sacar cuatro horas de mi vida porque iba a estar escroleando, no sé si hubiera aceptado.
04 jul 2025
Temas: Agroquímicos, Agrotóxicos, CENIT, Glifosato, Innovación, Monsanto