Sin motivo para el brindis

La caída del consumo en el mercado interno y el aumento de la importación sumieron al sector vitivinícola en una situación que dista de aquellos años en los que se lo consideraba uno de los motores de las economías regionales. La realidad que atraviesan los pequeños productores en una industria cada vez más concentrada.

Por Matías Alonso  
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Agencia TSS – El vino es uno de los productos de origen agroindustrial con valor agregado que más arraigado está en la identidad nacional. Sin embargo, a pesar de las grandes superficies sembradas y el bajo costo de su materia prima, la combinación de una baja en el consumo y de un aumento en la importación sumieron a este sector en una situación que dista de aquellos años en los que se consideraba al sector vitivinícola uno de los motores de las economías regionales.

Como botón de muestra del panorama que vive el sector, la importación de vino a granel –utilizado en los productos de menor rango y que resulta muy afectado por la caída del consumo interno– pasó de 1.283 hectolitros en 2015, a 91.443 hectolitros en 2016 y a 810.104 hectolitros el año pasado, según datos del Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV), una decisión que desde las bodegas importadoras fue atribuida a la falta de stock por la baja cosecha pero que impactó seriamente en el sector local.

En tanto, la exportación de vinos a granel también tuvo una caída, en este caso del 45%, aunque se trata de un mercado pequeño. Las mayores exportaciones de vino nacional se dan en productos embotellados y con un precio promedio de 35 dólares la botella, segmento en el que hubo una caída del 1%.

La balanza comercial del sector vitivinícola resultó negativa el año pasado. Los datos utilizados corresponden a vinos en recipientes con capacidad menor o igual a cinco litros. Fuente: Indec.

“Desde 1980 que no se venden tan pocos vinos de producción nacional en el mercado interno”, aseguró Bruno Perez Almansi, investigador del Departamento de Economía Política del Centro Cultural de la Cooperación y y del Centro de Estudios Sociales de la Economía (IDAES-UNSAM). El consumo interno cayó de 33 litros hace 15 años y a cerca de 20 litros en la actualidad.

La creciente importación de vino de Chile (más del 90% de la importación de vino a granel proviene de ese país) tiene un caso testigo en el Vino Toro, cuyo eslógan es “El vino de los argentinos” y cuya producción del año pasado tuvo un porcentaje muy importante de vino traído a granel desde Chile en grandes tanques. Esta importación también trajo aparejada una controversia por las diferentes normativas vigentes en los dos países. En la Argentina, la ley establece de manera expresa que al vino no se le puede agregar agua mientras que esto no es un requisito en Chile, donde los vinos pueden incorporar hasta un 7% de agua, lo que generado polémicas tanto en ese país como en la Argentina.

 

 

Uva concentrada

“Los pequeños productores están subordinados a un grupo de cinco o seis bodegas que concentran una buena parte del mercado interno del vino”, le dijo a TSS Diego Montón, referente del Movimiento Nacional Campesino Indígena (MNCI) y de los pequeños agricultores. Y agregó: “La mayoría de los productores no tiene capacidad para embotellar su propio vino. Quizás alguno pueda hacer algo en el marco de la Ley de Vino Artesanal, pero son muy pocos”.

Consultado sobre si la devaluación podría tener un efecto positivo sobre la exportación de vino argentino, Montón opinó que “la posibilidad de aumentar el margen de exportación no tiene que ver con una cuestión de costos sino con la dinámica de los mercados. Está disminuyendo el consumo de vino en todo el mundo y  la dinámica con la cual decide el consumidor internacional de vino es muy selectiva”.

Fuente: Ministerio de Hacienda.

Este año se le sumó un nuevo costo a los productores, ya que hasta 2017 el Estado venía financiando el plan de lucha contra la polilla de la vid (Lobesia botrana) para pequeños productores, pero este año, y en el marco del ajuste, se anunció que no habría fondos para financiar esa campaña. Los productores que no pueda afrontar ese costo podrían ver una merma del 30% en el rendimiento de su finca.

“Siempre se ha usado la excusa de que existe un gran stock de vino que no se vendía en la temporada por falta de demanda”, aseguró Montón. En el año 2016, después de una mala cosecha por cuestiones climáticas, ese stock ya no existía y se empezó a hablar de que faltaba uva. Entonces, empezaron a importar vino, principalmente desde Chile. Pero en la temporada en que se iba a recuperar el precio de la uva y el productor iba a poder hacer una diferencia, eso no se pudo hacer por la importación masiva de vino”, finalizó.

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