Robots en el agua

AySA utiliza pequeños submarinos de operación remota para controlar el estado de los conductos que llevan el agua potable a los hogares de la ciudad de Buenos Aires. Cómo funcionan.

Vanina Lombardi  
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La empresa Aguas y Saneamientos Argentinos (AySA) cuenta con dos robots de operación remota que le permiten inspeccionar y controlar el estado de la red de producción y distribución de agua, tal como lo hizo los dos primeros fines de semana de agosto de 2014, cuando desarrolló un operativo de diagnóstico en el conducto que abastece de agua cruda a la planta potabilizadora General Belgrano, en Bernal. Fue la primera vez que se corroboró el estado de este acueducto de 4,6 metros de diámetro, que fue construido en 1971.

El tendido de conductos subterráneos que recorren alrededor de 90 kilómetros bajo la ciudad de Buenos Aires y que llevan a diario más de 4.670.000 metros cúbicos de agua superficial, fue construido a partir de la década de 1950 y recién comenzó a ser inspeccionado hace poco más de cinco años. Específicamente, la empresa inició un proceso de diagnóstico y prevención mediante inspecciones programadas en 2008, en parte tras detectar problemas de infiltraciones en uno de los ríos subterráneos de Vicente López, gracias a las reiteradas denuncias que registraron los usuarios, que advertían que el aguaque llegaba a sus hogares era turbia.

Desde entonces, “ya vamos por la tercera vuelta y llevamos casi 150 operativos”, destaca Daniela Marchiaro, jefa del departamento de Diagnóstico y Mantenimiento de Ríos Subterráneos de AySA, y aclara que ese nombre llevan los conductos de hormigón simple que transportan el agua ya potabilizada que proviene del río, denominada “agua superficial”, que es la que recibe la mayoría de los 10 millones de usuarios que se abastecen con esta red. Sólo el 5 por ciento del agua que se distribuye proviene de napas, lo que representa, según se detalla en el sitio web de la empresa, unos 252.288 metros cúbicos por día de agua subterránea frente a 4.670.738 metros cúbicos por día de agua superficial.

La empresa Aguas y Saneamientos Argentinos (AySA) cuenta con dos robots de operación remota que le permiten inspeccionar y controlar el estado de la red de producción y distribución de agua.

Para realizar las tareas de diagnóstico -que semana a semana van recorriendo las distintas partes del tendido, que está ubicado a unos 30 metros de profundidad y tiene un diámetro de dos a cuatro metros -, la empresa utiliza dos vehículos de operación remota (conocidos como ROV, por su sigla en inglés), similares a los que se utilizan en otras industrias como la petrolera, para realizar trabajos en alta mar. “Es la primera vez que se utilizan estos equipos en espacios confinados”, destaca Marchiaro.

Estos mini submarinos remotos –de la firma Saab Seaeye, modelo Falcon, fabricados en Inglaterra- cuentan con cámaras a color y en blanco y negro y están capacitados para transmitir hasta tres imágenes en simultáneo. Se conectan a través de fibra óptica de 1.100 metros y a través de un cable de par trenzado que alcanza los 450 metros. Además, “tienen cuatro motores horizontales fijos que están vectorizados, es decir, que para girarlos se les cambia la velocidad, lo que permite girar 360 grados sobre el mismo eje, y uno vertical que les da el movimiento ascendente o descendente”, detalla el ingeniero Gustavo Bavasse, uno de los analistas que participa en los operativos.

“El equipo propiamente dicho es el robot, el cable con todo el sistema de carretel  motorizado y la consola de control”, agrega su colega Gabriel Estevez, y subraya que el tráiler para el traslado y la operación “fue construido en la Argentina por una empresa contratista de AySA, en función del diseño que les presentamos nosotros y que hicimos en base a las necesidades”.

Por ejemplo, especifica que agregaron monitores para las distintas posibilidades de cámaras que ofrece el equipo (que originalmente incluye uno solo) e instalaron un sistema de grabación “que es redundante, porque tenemos dos unidades de grabación independientes que van grabando toda la inspección: uno graba en disco rígido de un solo canal y toma la cámara principal y el otro es un sistema digital DVR (digital video recorder) que tiene múltiples entradas de video y graba los tres canales”, detalla Estevez y agrega que también implementaron un sistema cerrado de televisión (CCTV), “para visualizar lo que pasa dentro del operativo: instalamos tres cámaras y tenemos posibilidad de instalar más. Así, desde acá sentados podemos saber qué está pasando afuera”.

Para visualizar el operativo desde la consola de control se instalaron en el ROV tres cámaras con posibilidad de instalar más.

Estos equipos permiten encontrar posibles infiltraciones o sedimentaciones que pueda haber en los ríos subterráneos, donde el agua que circula es potable y, por lo tanto, transparente. Otra situación es la que ocurre en los conductos que llegan a las plantas potabilizadoras, como la que inspeccionaron recientemente en Bernal, adonde el agua del río todavía está sin procesar y, por eso mismo, es turbia.

Para detectar anomalías bajo estas condiciones, la empresa agregó “un sonar de imágenes o sonar multihaz. A diferencia de un sonar común, que emite un pulso de sonido y mide la distancia que hay hasta el objeto y va girando y escaneando todo el plano, éste emite una cantidad amplia de sonido en un abanico, todos al mismo tiempo, lo que permite tener una imagen similar a una ecografía”, grafica Estevez y aclara que este equipo no se usa únicamente cuando el agua es turbia, sino también cuando la baja luminosidad no permite utilizar el sistema convencional de video.

Marchiaro agrega que para ingresar a los ríos también hubo que adecuar las cámaras de acceso y aclara que los buzos bajan junto con los equipos para controlar el movimiento del cable y luego, en caso de ser necesario, se encargan de hacer las reparaciones. En estos casos, quien acompaña a los buzos son los equipos, que van filmando e iluminando la zona.

“La compra se definió en el año 2007 y teníamos que encontrar una forma de recorrer más metros que los que pueden hacer los buzos, por un tema de seguridad y distancia”, recuerda la especialista que hace 15 años que trabaja en la empresa.

El problema es que cada inspección (al igual que ocurre cuando deben hacerse reparaciones) puede afectar el servicio con baja presión y hasta cortes del suministro. Por eso, “teníamos que buscar mayor efectividad en cada parada y con el segundo equipo que adquirimos podemos inspeccionar hasta 2.000 metros por noche, contra los 900 que logramos con el primero, que es más pequeño. Igual eso fue con el tiempo y la experiencia de los operadores”, comenta la especialista, sin dejar de mencionar que las primeras búsquedas se hicieron con buzos, que lograron recorrer 100 metros más allá del acceso.

“Otra cosa que hay que destacar es que la mayoría de los sistemas de distribución de agua potable del mundo nunca van a tanta profundidad; por eso, todo lo que hicimos y construimos fue a prueba y error; no es que replicamos otros sistemas, sino que tuvimos que empezar de cero”, asegura Marchiaro.


04 sep 2014

Temas: Agua, AySA, Ríos subterráneos, Robótica