En el Grupo de Actividades Interdisciplinarias Ambientales de la UTN La Rioja detectaron un grupo de bacterias que destruye las cañerías de distribución de agua de la ciudad. El diagnóstico permitió planear acciones que extiendan su vida útil y evaluar el uso de nuevos materiales para disminuir los cortes de suministro por reparaciones.
Agencia TSS — La ciudad capital de La Rioja es la más poblada de la provincia y uno de los lugares en los que se registran las temperaturas más altas de la Argentina. Si bien los inviernos son suaves y secos, con temperaturas medias que superan los 10 grados centígrados, en el verano las temperaturas máximas promedio rondan los 35 grados y es habitual que superen los 40. En esas condiciones, el agua —que en esa ciudad proviene de de 50 perforaciones en distintas partes de la ciudad a más de 200 metros de profundidad— es un recurso escaso y muy preciado, por lo que resulta clave el mantenimiento de la infraestructura que la transporta.
Tras unos tres años de investigaciones y análisis, el Grupo de Actividades Interdisciplinarias Ambientales (GAIA) de la Universidad Tecnológica Nacional (UTN) Regional La Rioja, junto con un equipo de profesionales provenientes de diversas áreas de estudio —como química, bioquímica, electromecánica, ingeniería civil y minería—, presentaron un diagnóstico sobre los microorganismos que están dañando las cañerías en La Rioja, junto con recomendaciones de prevención y remediación.
El proyecto fue financiado por la misma UTN y una vez iniciado contó con la colaboración del Gobierno de la provincia en temas operativos. “Hay microorganismos que no producen daño en la salud de las personas pero sí en las cañerías, ya que aceleran las reacciones químicas de oxidación del metal, lo que puede provocar pequeños orificios que hacen que el agua no llegue a la superficie. También generan incrustaciones que obstruyen y estrangulan el paso del agua, lo que obliga a las bombas a trabajar de manera forzada y muchas veces terminan quemándolas, lo que afecta sensiblemente el abastecimiento del agua potable de la ciudad”, explica Vicente Calbo, que lidera el GAIA en la UTN La Rioja.

“Encontramos dos tipos de bacterias: unas que producen obstrucción y otras más agresivas, denominadas bacterias reductoras de sulfato, que producen degradación. Combinadas, destruyen las instalaciones y hacen que haya que reemplazarlas con mucha frecuencia, lo que implica cortes de suministro”, detalla Calbo y recuerda que lo más difícil durante el proceso de investigación fue articular los momentos para ir a tomar muestras.
“Para hacer los análisis, debimos tomar muestras sobre equipos rotos, que tuvieron que ser sacados a la superficie para reemplazar la bomba y también las cañerías. Cuando eso ocurre, hay un barrio que se queda sin agua. Por eso, se trata de dar una solución en pocas horas y, como máximo, en dos o tres días”, explica el especialista y recuerda que “lo más complicado era enterarse a tiempo para llegar al lugar y hacer el muestreo, porque nos ha pasado que cuando llegábamos ya habían retirado o reintroducido el equipo y no podíamos tomar muestras”.
Los investigadores pudieron analizar la mayoría de las perforaciones que se rompieron y, en todas ellas, se confirmó la existencia de esos microorganismos. Esto les permitió suponer que, si bien el estudio fue hecho solo en la capital provincial, es probable que también se encuentren presentes en el resto de la provincia.

En base a este diagnóstico, el informe de GAIA propone, como medida preventiva, la desinfección de las maquinarias previo a la realización de perforaciones, para evitar que sean los mismos equipos los que introduzcan las bacterias al ambiente. Por otro lado, para la remediación sugieren un mantenimiento por cepillado de las cañerías, que exigiría comprar máquinas especiales para esa tarea. Una tercera acción sería probar con nuevos materiales, como plásticos especiales de alta resistencia o de acero galvanizado, que encarecen el costo de la instalación.
“La transferencia de conocimiento sobre este fenómeno de corrosión inducida por microorganismos que nos hicieron los investigadores de GAIA es muy valiosa para nosotros, porque nos ayuda a tomar acciones para resolverlo”, dice Fernando Quinteros, director de Mantenimiento y Perforaciones del Instituto Provincial de Aguas de la Rioja (IPALAR), y agrega que comenzarán a realizar acciones de manera gradual en las más de 300 perforaciones de agua potable que tienen en toda la provincia.
“En la primera etapa comenzamos con inspecciones con sondas y filmaciones en instalaciones de agua potable —algunas son solo para agua de riego— en toda la provincia”, afirma Quinteros. Además, están realizando medidas preventivas de desinfección de maquinarias para evitar la dispersión de las bacterias durante los trabajos.

A futuro, planean reemplazar el material de las instalaciones, algo que ya están haciendo por otras razones. En la localidad de Tama, a 150 kilómetros al sudeste de la capital provincial, hicieron una instalación nueva con tubos de PVC. “En ese caso se hizo por la salinidad del agua, ya que detectamos que allí no tenemos el problema de microorganismos”, dice Quinteros.
Calbo recuerda que “curiosamente, en pleno proyecto, una de las perforaciones que quedó fuera de servicio fue una de la UTN y pudimos hacer un reemplazo de acero galvanizado, lo que nos va a permitir que funcione como pozo testigo para comparar su duración con la de otros que han sido reemplazados en una fecha similar”. El grupo liderado por Calbo también comenzó a elaborar un mapa provincial de aguas contaminadas con arsénico, otro problema que afecta la provisión de agua tanto en La Rioja como en diversas provincias de la Argentina.
01 jun 2017
Temas: Agua, Agua potable, Ingeniería ambiental, La Rioja, Servicios públicos, UTN